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PPLL
Domingo, 29 de noviembre 2009, 04:10
HONDARRIBIA. Ha corrido la carrera más larga y tortuosa de su vida. Un positivo por testosterona en mayo de 2008 le tuvo arrinconado y le dio la posibilidad de conocer las miserias del ciclismo, del doping y de la burocracia. Ahora, una vez terminada la sanción, entrena con más ganas que nunca para volver a ponerse en forma y un dorsal en una carrera. - Supongo que habrán sido dieciocho meses muy largos. - Sí, y desesperantes. Sólo en los quince días previos supe cuándo se iba a acabar mi sanción y eso quiere decir que he vivido más de diecisiete meses con una incertidumbre total. Tener que estar esperando noticias todos los días se convirtió en algo muy duro. - Pero siempre pensando en volver, ¿verdad? - Yo lo tenía claro, pero la situación de indefinición me hizo dudar más de una vez. Es muy duro no poder organizarte y, aunque esperas que se haga justicia, cuando ves cómo se demora el caso te desesperas. - En todo ese camino tenía sobre la mesa un abanico de finales. Dos años de sanción, uno, absolución por defecto de forma... - Eso es lo que me creaba ansiedad e intranquilidad. Creo que todos necesitamos saber qué va a ser de nuestra vida, tener un horizonte al que mirar. Si llego a saber que eran 18meses, me hubiera organizado de otra manera. - ¿Cómo puede ser eso? ¿Hay más casos como ese? - La Federación Española me comunicó el pasado 9 de mayo que tenía una sanción de dos años, hasta mayo de 2011. Creo que es como está funcionando ahora la Federación, para ser más duro todavía con el dopaje. Yo recurrí esa sanción al TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) porque lo veía muy injusto. No pensaba que me iban a reducir la pena a 18 meses, pero así fue. - Es decir, que lo que iba a ser una tropelía se convirtió en el detonante de la libertad. - Fui al TAS porque no entendía que castigaran una negligencia con más tiempo que el peor caso posible de doping. Del TAS esperaba que pusiera la fecha de inicio de la sanción donde correspondía, y finalmente me redujo la pena de dos años a año y medio. - Y, cuando recibió esa sanción de tres años, ¿qué pensó? - Pensaba que era imposible. Y era una más dentro de todo el proceso, en el que a nivel humano ha habido muchas cosas que me han defraudado. No me he sentido tratado de manera digna. Y ha habido errores que me han hecho daño. Lo de los tres años era la gota que colmaba el vaso y, si el TAS no me hubiera dado la razón en eso, claramente hubiera dejado de creer en la justicia deportiva. - ¿Qué sintió cuando el TAS le comunicó la sanción de dieciocho meses? - Yo en todo momento sabía que debía cumplir una sanción, que debía pagar por la negligencia que había cometido, pero me hubiera gustado saberla mucho antes. Realmente, sólo durante quince días supe cuándo iba a acabar la sanción. - ¿Qué reacciones ha visto en la calle, en el pelotón, en los medios de comunicación? - La gente me ha tratado, en general, muy bien. Cuando se supo que la sanción acababa el cinco de noviembre, mucha gente se alegró. Y supongo que habrá otros que no están de acuerdo, pero no todos podemos estar de acuerdo en todo. Recuerdo que cuando salió la noticia del positivo, hubo gente que me apoyó y otros alzaron la voz. Esos no han aparecido ahora, supongo que estarán molestos. En el pelotón ha habido también de todo. Y los medios, la verdad es que tengo que agradecer que respetaran mi opción de estar callado. - ¿Por qué eligió esa postura? - Creía que, de esa manera, iba a hacer menos daño al ciclismo. Había un problema que era mío, y lo tenía que solucionar yo. Algunos hubieran querido que estuviera más presente en los medios, pero yo no quería quitar más minutos o más espacio al ciclismo, que bastante pierde ya con estas historias. Estoy muy contento de cómo se me ha respetado por parte de los medios de comunicación. siempre se aplica. - Los que no están contentos, ¿es porque no perdonan? - Este año y medio me ha servido para separar el trigo de la paja, de saber quién está a tu lado y quién no. Pero, en general, el problema es de la credibilidad que tiene el ciclismo. No tenemos ninguna y nos lo hemos ganado a pulso. Hay gente que ha creído que soy uno más de los que hace trampas y gente que ha creído lo que he dicho desde el principio. Yo no intento convencer a nadie y la mayor lección de todo este tiempo es que no tengo idea de nadie. Cada uno es un mundo y hay que respetar. Ahora, para dar mi opinión acerca de algo o de alguien, intento tener la mayor información posible y ser prudente. - En todo este tiempo, además de muchos altibajos anímicos, se ha agarrado al deporte, a la revista PDL PRO, al nacimiento de su primera hija. ¿Ha podido disfrutar sin estar siempre pensando en el problema que tenía? - He intentado aprovechar la circunstancia para hacer muchas cosas que pensaba hacer cuando dejara la bici. He adelantado unas etapas. Mi mujer y yo hemos cogido la empresa del aita, a la que estamos intentando dar un nuevo impulso. Con la revista me he podido implicar más. Y el nacimiento de Maddi, ¿qué voy a decir de ver nacer y disfrutar de los primeros meses de vida de mi primera hija? Pero también es verdad que ha habido cosas de las que no he disfrutado como hubiera querido. No se me caen los anillos por reconocer que he pasado por una depresión. Me vino encima una que no me esperaba. Y un problema público, en el que todo el mundo se cree con derecho a opinar. Muchas veces, la situación era difícil de llevar. En ese sentido, a Noemí y a mi familia les debo todo. Me han animado y, si no fuera por ellos, más de una vez hubiera arrojado la toalla. -¿Tuvo muchas dudas sobre volver a ser ciclista profesional? - La verdad es que sí. Yo soy una persona que no espera a la vida, sino que va a por ella. Y la situación de tener que estar esperando, sin saber nada, me mataba. Tuve que buscar objetivos distintos, y deportes distintos, para desconectar y para disfrutar.
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