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Pelotón en entredicho. Los ocho casos positivos de EPO producidos en 2009 dejan al ciclismo en una situación complicada. :: AFP
Ocho casos de EPO en el camino
CICLISMO

Ocho casos de EPO en el camino

Sólo dos de ellos, Mikel Astarloza y Toni Colom, han recurrido sus casos de presunto dopaje. En una temporada redonda a nivel deportivo, los casos de dopaje salpican el ciclismo español

BENITO URRABURU

Lunes, 14 de diciembre 2009, 09:56

Tenemos el mejor ciclismo del mundo. Al menos eso dicen los números, la clasificación mundial UCI, en la que Alberto Contador, Alejandro Valverde y Samuel Sánchez ocupan los tres primeros lugares. Contamos con el segundo mejor equipo del mundo, después del Astana, el Caisse d'Epargne, que aunque tenga licencia francesa es una formación guiada y con base en el ciclismo español. España encabeza la clasificación por naciones gracias a los triunfos de sus corredores, de cuatro para ser más exactos , Contador, Valverde, Samuel Sánchez y Luis León Sánchez, principalmente. ¿Tenemos el mejor ciclismo del mundo?

Los números dicen eso. Teniendo en cuenta que se han ganado el Tour (Contador), la Vuelta a España (Valverde, con Samuel Sánchez en segunda posición) y que Joaquín Rodríguez fue medalla de bronce en el Campeonato del Mundo, además de contar con el campeón olímpico, Samuel Sánchez, nadie se atrevería a decir lo contrario. A todos esos logros podríamos añadirle otras victorias, la Luis León Sánchez en la París-Niza, por ejemplo.

Esas son las luces resplandecientes de un deporte que tiene también muchas sombras, una lacra llamada dopaje de la que no consigue desprenderse y de la que incluso podría decirse que continúa creciendo, aumentando de una forma peligrosa y vertiginosa. Eso es lo que dicen los números. Ocho positivos de EPO colocan al ciclismo español en el punto de mira de la UCI y del AMA y de todos los organismos que velan por la limpieza en el deporte. En el punto de mira y en una situación embarazosa.

Se han batido todos los récords negativos en ese apartado. Ocho positivos con EPO es un balance desolador que ha afectado, todavía más, a la imagen de los corredores españoles en el ciclismo mundial. Hay un buen número de formaciones extranjeras que no quieren corredores de este país. Así como suena. Basta hablar con cualquiera de los mánagers, tres o cuatro, que mueven el pelotón profesional, para confirmarlo. Puede ser una apreciación injusta, pero es lo que les dicen: no queremos corredores españoles, salvo casos muy concretos.

Afecta a todos

Los organizadores de carreras se están encontrando cada vez con más problemas, de todo tipo. Se añaden a la situación económica, pero lo cierto es que vincular el nombre de una empresa a sus pruebas cuando luego hay casos de dopaje cada vez gusta menos y se digiere peor.

El ejemplo más claro es la Vuelta a España. Su director general, Javier Guillén, puede decir lo que le han contestado en muchas empresas a las que han pedido patrocinio. Los mánagers de equipos que buscan patrocinadores siempre acaban recibiendo la misma pregunta, «¿y de lo del dopaje, cómo está?».

Es cierto que algunos de los corredores implicados han recurrido sus positivos -Mikel Astarloza o Toni Colom- pero también es verdad que el ciclismo español ha cerrado un año catastrófico en ese apartado. Desde el citado Toni Colom o Ricardo Serrano, los primeros casos en conocerse, hasta Alberto Fernández de la Puebla o Eladio Jiménez, los últimos, la sangría ha resultado penosa.

Ha habido más positivos, con testosterona, problemas con el pasaporte biológico, pero lo que llama la atención a nivel mundial es la EPO. Los demás quedan perdidos ante un nombre que parece acuñado como sinónimo de dopaje.

Si lo comparamos con los casos que ha habido en el extranjero, el ciclismo español gana por goleada. Desde Danilo Di Luca, dos veces positivo con CERA en el último Giro de Italia, o los italianos Francesco De Bonis, en la primera etapa del Giro, o Gabriele Bosisio, positivo en un control sorpresa a primeros de septiembre, no tienen nada que ver con lo sucedido en un ciclismo que no consigue separarse de esas malas prácticas que la UCI persigue cada vez con más saña.

Es cierto que el austriaco Christian Pfannberg ha sido suspendido a perpetuidad, que en Portugal no salen de un escándalo y se meten en otro, pero nadie acumula ocho casos. La Agencia Francesa de la Lucha contra el Dopaje dijo que iba a revisar la orina de los quince primeros clasificados en el Tour de 2008. Afortunadamente no hubo ningún caso.

No todas las situaciones son iguales, pero en todas esas orinas analizadas ha aparecido EPO. El paso del tiempo viene a demostrar, con una contundencia que nos golpea de manera brutal, que todas las operaciones que se han llevado a cabo para erradicar el dopaje han servido de muy poco, salvo para que mediáticamente haya organismos que justifiquen sus sueldos.

Tres años y medio después de la Operación Puerto estamos peor que antes. Los datos avalan esa teoría. No ha habido ningún detenido, en ninguno de los apartados que componen el mundo del ciclismo. Cada positivo de Epo es una mancha más para un deporte al que cada vez le queda menos margen de retorno.

La Vuelta a Portugal, con cuatro casos, tres de ellos de corredores españoles -Isidro Nozal, Héctor Guerra y Eladio Jiménez- se lleva la palma. También en los controles sorpresa han surgido casos como los de Alberto Fernández de la Puebla o Mikel Astarloza. No hay un patrón fijo. Bien en carrera o bien fuera de competición, el cerco cada vez se va estrechando más. Mientras en Europa da la impresión de que el tema del dopaje está más controlado, al menos surgen pocos casos, en España da la impresión de que mucha gente campa a sus anchas, sin que se detenga, se sancione y se desenmascare a nadie, a quienes ganan dinero con este asunto,-un dinero importante- al margen de los corredores que conocen lo que hacen y dónde se meten.

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