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FERNANDO SEGURA
Viernes, 15 de enero 2010, 08:19
El ferrocarril ha sido para Irun su cara y su cruz. Su cara, porque desde el siglo XIX y gran parte del XX le ha dado un impulso económico indudable, situando a Irun como la segunda ciudad de Gipuzkoa. Pero también ha sido su cruz. El espacio ocupado por las vías y los tinglados ferroviarios abre una enorme cicatriz urbana que divide la localidad en dos zonas impermeables, casi conexión.
Irun afronta ahora una revolución urbana que permitirá potenciar la actividad ferroviaria y, al mismo tiempo, ganar 100.000 metros cuadrados para diseñar una nueva ciudad en el mismo centro. Basta una comparación para comprender el envite. El cubrimiento de las vías y la demolición de pabellones permitirá disponer de un espacio urbano que triplica el que ocupa el paseo Colón, edificios, aceras y espacios verdes incluidos.
La operación urbana diseñada para la ciudad fronteriza es la más ambiciosa de Gipuzkoa, tras la de Pasaia. La regeneración de la bahía prevé actuar sobre 61 hectáreas que corresponden a varios distritos y municipios de su entorno, mientras que la de Irun afecta a 53 ubicadas en el meollo de la ciudad.
El proyecto se encuentra incluido en el Plan General, ahora en elaboración. El documento recaba el apoyo político suficiente para salir adelante.
El ministerio de Fomento, por su parte, avala una iniciativa que en gran parte se autofinancia. Se calcula que los aprovechamientos urbanos generarán 105.408.544 euros, frente a unos costes de urbanización de 60.871.683 euros. Estos últimos no incluyen los derivados de la nueva estación intermodal, que correrá a cargo de Adif, ni el soterramiento de la N-I, competencia de la Diputación.
El alcalde de Irun acudió ayer a las Juntas Generales para presentar las líneas maestras del plan. Estuvo acompañado por concejales de su partido, el PSE, así como del PNV y de ANV, en lo que consideró como una muestra de respaldo a la iniciativa.
José Antonio Santano se mostró optimista ante un proyecto que, a día de hoy, tiene apaciguados los frentes financiero, político e institucional. Situación muy distinta a la de Pasaia, con estos mismos frentes abiertos en canal.
2,5 kilómetros de cicatriz
El efecto separador del ferrocarril en la trama urbana es claramente perceptible. El eje central de la ciudad está ocupado por un gigantesco espacio ferroviario de 530.000 metros cuadrados a lo largo de 2,5 kilómetros. Esta enorme brecha divide la localidad en dos partes sólo conectadas por los puentes de Colón y Belaskoenea.
La operación que se está diseñando adelgaza la trinchera y la permeabiliza con dos nuevos viales de conexión entre ambas partes de la ciudad.
Se actuará sobre 380.000 metros cuadrados y en una longitud de 1,7 kilómetros, los comprendidos entre la Variante norte y el puente de Belaskoenea.
Los terrenos que se incorporarán a la trama ciudadana serán los ocupados por los edificios de Aduanas y otros colindantes (24.000 metros cuadrados), así como el solar conocido como vías muertas (75.000 metros cuadrados) y el de la antigua estación del Topo. En total, cerca de 145.000 metros cuadrados en superficie más otros 30.000 subterráneos. Una perla en bruto para que los equipos de urbanistas diseñen 907 viviendas, 8.175 metros cuadrados de locales comerciales, 41.488 de actividades económicas innovadoras, 50.000 de centros comerciales, 12.000 de equipamiento privado y universidades, 30.300 reservados para un gran espacio público y 2.800 plazas de garaje.
El plan requerirá llegar a un acuerdo con el Gobierno Vasco para modificar la línea del Topo, debido a que la actual también genera una herida urbana, como la de Renfe. El Ayuntamiento propone que el tendido del Topo se incorpore a la plataforma de Adif.
Actividad ferroviaria
El nuevo planeamiento, basado en recuperar terrenos ferroviarios para la ciudad, no se ejecuta a costa de esta última actividad. Al contrario, Irun potenciará su situación fronteriza como eje vital para el transporte. Así, la zona de Plaiaundi se consolidará como zona de intercambio de mercancías, al tiempo que la estación situada en el centro de Irun ampliará sus funciones, acogiendo al TAV, Renfe, Topo y autobuses.
Santano destacó el atractivo de una operación metropolitana de estas dimensiones situada en el mismo centro de la localidad. «Estamos ante un proyecto estratégico de dimensión guipuzcoana. La regeneración se llevará a cabo en el corazón de la segunda ciudad de Gipuzkoa y de la bahía de Txingudi, en el centro del eje conformado por la Eurociudad San Sebastián-Biarritz-Baiona».
El alcalde indicó que con esta iniciativa «Irun se sigue reinventando», una obligación desde que el cierre de las aduanas dejara a la ciudad ante un futuro incierto.
Barcelona
Santano pone como ejemplo de regeneración trasladable a su ciudad la realizada en el conocido como distrito 22@Barcelona. Este proyecto transforma 200 hectáreas de suelo industrial de Poblenou en un distrito innovador que ofrece espacios modernos para la concentración de actividades intensivas en conocimiento. Esta iniciativa es a su vez un proyecto de renovación urbana y un modelo que quiere dar respuesta a los retos de la sociedad del conocimiento. «El planteamiento es similar, salvando las evidentes diferencias de escala. Se trata -señala Santano- de conjugar educación, innovación, tecnología, movilidad... Tenemos que ser capaces de ofrecer nuevas actividades en el lugar que ahora ocupa un inmenso río de vías que estrangula Irun».
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