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Enrique Mingo
Domingo, 24 de enero 2010, 11:36
SAN SEBASTIÁN. Hace 30 años Donostia vivía los ruidosos inicios de una particular ebullición cultural. Las corrientes musicales que se gestaban en la siempre vanguardista Inglaterra llegaban en ráfagas huracanadas y la juventud se dedicaba con fervor a asimilarlas y, sobre todo, disfrutarlas. El pop de la nueva ola inglesa compartía escena con grupos que revisaban el punk y también los que se mantenían fieles al rock más clásico... todo aquello, y mucho más, sonaba sin descanso en los pubs que, con urgencia, nacían en la ciudad.
En aquella San Sebastián de finales de los 70, La Orquesta Mondragón era la única banda guipuzcoana reconocida en el mercado de la música pop-rock estatal. Santi Ugarte, personaje popular en la ciudad por sus labores de promotor de conciertos y gestor de sus tiendas de discos, se empeñó en la idea de exportar parte de esa energía creativa que se estaba gestando, y competir, de alguna forma, con los grupos madrileños, que más tarde fueron englobados en la famosa movida madrileña.
Para llevar a cabo su idea, Ugarte escogió a tres bandas de la ciudad: Puskarra, Mogollón y UHF, que se ajustaban a una línea musical cercana al pop y, con ellas, inventó el Donosti Sound.
«Lo que hizo Santi, con su promotora Tiburon Concerts fue concebir una marca de exportación mirando a lo que se hacía con la nueva ola inglesa, con grupos cercanos al pop», comenta el que fuera guitarrista de Puskarra, José Luis Lanzagorta. «Él propuso darle un marchamo, ponerle un nombre y aglutinar a los tres grupos bajo una bandera para que fuera más fácil salir, ya que las cosas se movían sobre todo en Madrid y aquí la cosa había que empaquetarla un poco. Eso fue el Donosti Sound».
«Ugarte quería sacar el nombre de Donosti a pasear por ahí», asegura Adrián Pérez, ex guitarrista de Mogollón, «de esa manera daba una alternativa provinciana a lo que se estaba dando en Madrid», argumenta. El paraguas del Donosti Sound «arropó en aquel momento a tres de los grupos punteros de la ciudad que, aún con diferencias entre nosotros, estábamos dentro de una línea equiparable a la nueva ola inglesa», comenta José Luis Argomaniz, ex vocalista de Puskarra.
La idea inicial de Ugarte tiene matices entre los protagonistas de aquella historia. Mientras que para Santi Gasca, ex cantante de Mogollón, «Ugarte tenía una relación bastante cercana tanto con Puskarra como con UHF, pero se le quedaba corto y contó con nosotros, que en ese momento hacíamos un pop con ritmos ska», el ex cantante de UHF, Rafa Berrio, matiza aquellos orígenes del proyecto afirmando que «Ugarte añadió dos grupos al que él tenía claro desde un principio promocionar, que era Puskarra».
«El único interés compartido que teníamos entre los tres grupos es que hacíamos música en Donosti», señala Adrián Pérez de Vicente, ex guitarrista de Mogollón, «ni pensabamos igual ni teníamos las mismas costumbres. En aquellos momentos se hacía música sin demasiadas etiquetas, las etiquetas se acuñaron después, y ahí es donde Santi tuvo éxito acuñando la etiqueta del Donosti Sound».
Disco y gira por Euskadi
La idea del Donosti Sound comenzó a tomar forma cuando, ya en 1981, bajo el sello discográfico Shanti Records, Ugarte hizo grabar en el estudio donostiarra IZ un maxisingle compartido a Mogollón y UHF, al mismo tiempo que grababa a Puskarra un E.P. de cuatro canciones. «Representaba la oportunidad de grabar discos y poder tocar junto a bandas que, hasta entonces, habían sido nuestro referente musical», comenta Iñaki de Lucas, ex batería de UHF.
Con los discos en la calle y sonando las canciones por la radio, Ugarte puso en marcha, a finales de 1981, una gira con las tres formaciones, «de una manera bastante autónoma puesto que no había un circuito instaurado», por las principales localidades del País Vasco. Dicha gira se cerraría en el mítico bar Rockola de Madrid, en marzo de 1982. «Santi Ugarte era un tío muy impulsivo», comenta su tocallo Gasca, «decía hay que tocar aquí o allá y se ponía las pilas, involucraba a quien fuera necesario y lo hacía. Él estaba al tanto de todo lo que hubiera que moverse. Hablaba lo mismo con el alcalde del pueblo al que ibamos a tocar que con el chispas responsable de conseguirnos la potencia electrica. Hay que reconocer que era una auténtica máquina».
«Era fantástico poder tocar en público nuestras canciones», asegura Argomániz, quien, sobre todos los recuerdos de aquella aventura, tiene la sensación de haber sido «pionero» de aquella movida musical. «Creo que nosotros fuimos los que rompimos la monotonía de una ciudad en ese ámbito musical».
Mientras que los componentes de UHF y Mogollón recuerdan aquella gira con la sensación de haberla disfrutado intensamente, «no sabiamos a donde ibamos pero tampoco nos importaba demasiado, lo importante era moverse», asegura de Lucas, el ex cantante de Puskarra mantiene la sensación de que ellos tenían «el handicap de ser un grupo muy serio», que trabajaban mucho las canciones, y llegaban al escenario «con los temas un poco quemados». Además, recuerda Argomániz, «aunque llevábamos un buen equipo de sonido, era una época de hacerlo tu mismo. Tenías que ayudar para montar y desmontar el mismo día de la actuación, no había apoyos suficiente y creo que eso al final quema bastante».
Para el ex guitarrista de Mogollón aquella gira, con sus alrededor de veinte conciertos, «fue alucinante. Nosotros eramos un grupo de instituto que apenas habíamos tocado en cuatro garitos y, de repente, nos encontramos en una gira con equipo, luces, un autobús para nosotros que nos llevaba a escenarios grandes, incluso demasiado grandes para las expectativas que levantábamos».
Rockola como colofón
A las diez de la noche del viernes y sábado, 11 y 12 de marzo de 1982, el pequeño escenario del madrileño bar Rockola, que «en aquel tiempo era el templo de la modernidad», recuerda Berrio, puso el colofón, con un doble directo, a la gira que había llevado a los tres grupos donostiarras por todo el País Vasco. En unas pocas horas iba a terminar aquel invento de Santi Ugarte llamado Donosti Sound puesto que, después de aquellos conciertos, cada grupo tomo su camino.
«Creo que, inconscientemente, todos pensábamos que con los conciertos de Rockola llegaba el fin de aquel proyecto», reflexiona Gasca cuando piensa en el final del Donosti Sound. El ambiente y la relación entre los grupos «era muy buena», afirman unánimemente todos los músicos protagonistas de aquella aventura, «incluso nos dejábamos los instrumentos o el material unos a otros» recuerda de Lucas, pero «todo termina. Fue muy divertido y acabó», resume Berrio.
«Entre los grupos nunca hubo un mal rollo, aunque desde fuera hubo un interés, no se por quién dirigido ni con qué intención, de que pareciese que había un cierto pique», asegura Pérez de Vicente. «Creo que al primer planteamiento, que podía poner a Puskarra como el grupo fuerte y a nosotros y UHF como teloneros, se le dio la vuelta desde el primer concierto de la gira y no existió un grupo a promocionar y otros gregarios. Cada grupo llevaba su público y ese mismo público exigía que hubiera agilidad en los cambios de banda en el escenario. Con ese público no cabían teloneros sino que era todo el paquete lo que interesaba».
Santi Gasca considera que «el Donosti Sound no tuvo más recorrido, primero por inexperiencia y luego porque había muchos egos, empezando por nosotros, cada uno quería cosas distintas».
«Aquel carácter de ser pioneros tenía eso de bueno y también eso de malo», piensa Argomániz, «pagas la inexperiencia y no te jamas una rosca. Lo que sí haces, de alguna manera, es facilitar el camino para los que vienen detrás. De hecho, el trío Duncan Dhu, que llegó poco después, tuvo un gran éxito comercial».
«Visto con perspectiva», dice Lanzargorta, «creo que en ese momento había muchos grupos haciendo cosas parecidas en Madrid, donde tenían las casas de discos, la crítica que dominaba los medios, los escenarios importantes... Nosotros no hicimos suficiente rido y supongo que para ellos resultaba más fácil que para tres grupos de provincias que aterrizaron un día en Rockola, dieron un par de conciertos y adiós, porque esa fue toda la exportación en Madrid».
Algo más caústico se muestra Rafa Berrio, quien considera que tras los conciertos de Rockola, «con seguimiento de RTVE y la prensa especializada haciéndose eco de la nueva ola de la periferia», el Donosti Sound «se muere de éxito y se desvanece» y continúa diciendo que «en realidad fuimos un tonto en mitad de un camino. Un entreacto. Un paréntesis entre la generación precedente de cantautores protesta y las nuevas hornadas del rock radical vasco que vendrían inmediatamente después».
Cada uno por su lado
Tras acabar la gira, los grupos la emprendieron cada uno por su cuenta y Ugarte no volvió a grabar más discos bajo el sello Shanti Records, aunque siguió en su labor de promotor de conciertos «y aún le dio tiempo de abrir la sala Autódromo de Lasarte, otro fetiche cultural de la historia del rock de estos contornos», asegura Berrio.
«Es posible que tuvieramos las expectativas más altas de lo que íbamos a conseguir y por eso lo intentamos de forma individual», comenta Lanzargorta. «Puskarra concretamente grabamos un LP para EMIque fue una decepción total en cuanto a la promoción y las expectativas. Como resultado, en el 83 lo dejamos como grupo y de todos sus miembros, tan sólo yo he seguido ligado a la música ininterrumpidamente con grupos como Amor a traición, Sanchís y Jocano o La Buena Vida.
Tras el concierto de Rockola, Mogollón fichó por Dro. «Se lo dijimos a Santi inmediatamente. Él nos respondió algo así como que dejar el Donosti Sound no era dejar nada, de hecho nosotros no teníamos ningún tipo de contrato que nos ligase a él», recuerda Gasca. «Creo que la gira tenía un diseño y no cubrió las expectativas de Ugarte. Aquello se desmontó sin mucho ruido y sin sensación de frustración», opina López de Vicente, guitarrista que, tras la disolución de Mogollón poco tiempo después, lideró el grupo rumbero Mal de ojo.
Por su parte, UHF se retiró al local de ensayo hasta formar la banda Amor a Traición manteniendo un contacto continuo con Ugarte, quien les llegó a producir una grabación con la nueva banda «que no llegó a ver la luz porque la contabilidad le descalabró la empresa», asegura Berrio, actual alma mater del grupo Deriva.
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