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ANE ROTAECHE
Miércoles, 29 de febrero 2012, 18:16
El aspecto de estas personas engaña. Sus canas y arrugas no delatan su edad. Muchos de los que se han dado cita en San Sebastián cumplen hoy la mayoría de edad. Pero no todos los años tienen la oportunidad de celebrar su gran día en la misma fecha que nacieron. Su cumpleaños se celebran solo cada cuatro años, son bisiestos. Muchos, se sienten especiales y aprovechan la inciativa de José Manuel Ubarretxena, fundador del club mundial de bisiestos, para cumplir años rodeados de otros como ellos. Y los hay quien vienen de lejos.
Como el catalán Miguel Rabadan que hoy cumple dos décadas. «Todos los años les digo a mis amigos que en mi cumpleaños les invito a algo. Me felicitaban el 28 de febrero o el 1 de marzo y les decía que ese no era el día de mi cumpleaños así que no podía invitarles. Luego el año de mi cumpleaños siempre me olvidaba de invitarles», cuenta entre risas demostrando su caracter catalán. Para Miguel su cumpleaños adquiere un «significado especial porque solo nosotros podemos celebrar esta fecha cada cuatro años».
Ese sentimiento de sentirse único lo tienen muchos con los que comparte cumpleaños: «Los bisiestos somos gente extraordinaria, yo me siento especial», decía con orgullo Angela Jimenez, que hoy alcanza la mayoría de edad. El presidente del club de los bisiestos ha anunciado que «somos extraordinarios y la gente no conoce que el 29 de febrero es un día grande», después de que todos los bisiestos reunidos se cantaran el cumpleaños feliz. Ubarretxena lleva desde 1996 organizando esta celebración, que antes se hacía en el Monte Igeldo. Este año han visitado el Aquarium donostiarra y han comido en el restaurante Ubarretxena de la parte vieja.
El ser bisiesto siempre genera anécdotas. Angela Jimenez, que ha venido desde Ciudad Real, es maestra y recuerda la extrañeza en sus alumnos cuando les decía, a sus 68 años, que ella tenía dieciséis años. «Una vez después de explicar a un grupo de alumnos que yo solo tenía dieciséis años, un alumno al día siguiente me dijo: 'Señorita, me ha dicho mi abuelo que le conoce desde hace muchos años y que usted no tiene dieciséis años...», relata entre risas.
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