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SAN SEBASTIÁN , EFE
Martes, 6 de marzo 2012, 18:07
El centro Koldo Mitxelena de San Sebastián expone desde mañana los proyectos que nunca llegaron a realizarse de dos de los arquitectos vascos más relevantes y referentes indiscutibles del racionalismo español, José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen.
Ambos firmaron el edificio del Club Náutico de San Sebastián, su trabajo más representativo y obra maestra del racionalismo europeo, pero fueron autores también de un prolijo trabajo que nunca llegó a tomar forma y que ahora se ha reunido en la Ganbara del Koldo Mitxelena bajo el título «¿Cuándo habrá arquitectura?».
El comisario de la exposición, Santos Bregaña, el arquitecto e investigador José Ángel Medina y la directora de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa, Garazi López de Etxezarreta, han presentado hoy la muestra, que permanecerá abierta hasta el 21 de abril.
Comparación con la situación actual
Su título toma el nombre de un artículo que Aizpurua publicó en 'La Gaceta Literaria' el 1 de marzo de 1930, todo un manifiesto en el que dejó patentes sus ideas radicales sobre una arquitectura al servicio de la sociedad y no la de los «pasteleros» de la España de entonces, donde aseguraba que no había arquitectos.
Medina ha destacado la gran analogía entre la época en que Aizpurua y Labayen desarrollaron su labor, tras el Crack del 29 y la crisis que se extendió a Europa, y la situación actual, donde muchas personas no pueden acceder a una vivienda digna, lo que otorga una gran vigencia al legado de estos dos arquitectos.
El donostiarra José Antonio Aizpurua (1902-1936) y el tolosarra Joaquín Labayen (1900-1996) acabaron sus estudios en 1927 y trabajaron juntos desde ese año hasta 1936, en que el primero, miembro de la Falange, fue fusilado en la cárcel de Ondarreta de su ciudad natal.
Gran cantidad de proyectos
Durante esos nueve años desplegaron una actividad ingente que les llevó a presentar proyectos en numerosos concursos que no ganaron, a realizar encargos que no vieron la luz y también a diseñar muebles.
Una buena parte de esas obras han sido cedidas por los hijos de Labayen y los sobrinos de Aizpurua para esta exposición, en la que también se exhiben reproducciones de maquetas de otros proyectos menos conocidos de estos arquitectos que llegaron a la profesión con "hambre de modernidad", según ha señalado Medina.
Proyectos para un restaurante en Ulía, un hospital en San Sebastián, un instituto de Segunda Enseñanza en Cartagena (Murcia), el stand de la Asociación Papelera en la Exposición Universal de Sevilla de 1929, una casa-tipo económica de 1932 y un magnífico edificio pensado para el Museo de Arte Moderno de Madrid son algunos de los trabajos que se pueden contemplar en el Koldo Mitxelena.
Medina ha subrayado "la alegría y la frescura impresionantes" de estos trabajos, entre los que se encuentran también algunos que sí fructificaron, como la gasolinera de la donostiarra calle Matia, de 1933, y la pastelería y salón de degustación Sacha, de 1930.
Aizpurua y Labayen, ha señalado Medina, reivindicaron «la arquitectura de la sensatez, se enfrentaron a ese problema y lo hicieron de manera ejemplar».
Y mientras buscaban esa «vuelta a lo razonable», cuando aún no se había acuñado el término de racionalismo, estuvieron en contacto con sus colegas europeos más vanguardistas, incluido Le Corbusier, e inmersos en la intelectualidad más avanzada de su tiempo.
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