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MARIAN GONZALEZ
Jueves, 2 de abril 2015, 00:13
Veintiún familias oñatiarras se están beneficienado en este momento de un programa educativo y social impulsado por el ayuntamiento para ayudar a la educación de hijos en situaciones conflictivas o con problemas. Se trata de la iniciativa 'Denok bat' que aunque pudiera recordar a 'Supernanny' o 'Hermano Mayor', es un servicio de integración familiar cuyo objetivo es cubrir las necesidades de los menores en situación de riesgo social.
Servicio de intervención familiar.
Forma parte de las prestaciones de los servicios sociales y de los planes de apoyo a la familia. Se concibe como un tipo de intervención cuya base es una valoración integral, realizada por un equipo formado por trabajadores sociales, psicólogos y educadores, que incorporan información procedente de profesionales de otros servicios y de otros sistemas. Puede intervenir por voluntad de las familias que requieren el servicio o de oficio por mandato de intervención de otras entidades.
Destinatarios.
Unidades familiares, con menores de edad a su cargo, que estén envueltos en dinámicas familiares que inciden negativamente en el desarrollo integral de los menores, o que estén poniendo en riesgo su integridad física, psicológica o emocional.
Actuaciones.
Estudio y valoración. Tratamiento terapéutico individual y/o grupal. Movilización, tramitación y gestión de recursos
Coordinación con entidades y/o servicios.
Amaia Apraiz, Egoitz Larrañaga e Irati Kondearena realizan intervenciones a nivel individual-familiar con los menores y sus padres, coordinados por la técnico municipal de igualdad y prevención, Ainhoa Moiua. Los tres educadores conviven con ellos realizando tareas de educación familiar en situaciones cotidianas. Desde tareas domésticas y de limpieza o el sentido de la responsabilidad, pero incidiendo sobre todo en las relaciones.
«Tratamos con aquellas familias que tienen menores con sintomatología (física, emocional, comportamental...) que perdura en el tiempo y que tiene su origen o parte de él, en la propia dinámica familiar y que de no intervenir puede que provoque problemas en el desarrollo personal del menor» explica Moiua.
La técnico aclara que desde hace ya unos años «por ley el ayuntamiento tiene la obligación de proteger a los menores de edad del municipio que por diferentes circunstancias no reciben esa protección de un modo correcto dentro de sus propias familias».
Estudio y valoración
También cree que ha llegado el momento de desterrar tópicos como que «tratamos a familias marginales, no es verdad. Trabajamos con núcleos de convivencia que atraviesan o están atravesando por situaciones de desestructuración familiar, ausencia de hábitos de conducta o de habilidades básicas. La crisis económica actual, la muerte de un familiar, una situación de acoso escolar, los divorcios, o problemas de relación (agresividad, carencia de habilidad sociales...) pueden afectar seriamente a la convivencia familiar. De lo que se trata es de intervenir a tiempo para que los casos detectados se superen. Hacemos un estudio y valoración de cada caso, programamos un tratamiento terapéutico individual y/o grupal, y movilizamos, tramitamos y gestionamos los recursos. Actualmente se está trabajando con 21 casos, pero en el último año hemos llegado a tener 31. Son tratamientos gratuitos de hasta un máximo 24 meses».
El tipo de problemáticas sobre las que intervienen son variadas. En relación a los menores se abordan desde sintomatologías de presión ansiedad, autoestima baja y malestar psicológico del menor (18,5%), o dificultades para relacionarse con otras personas ( 13,9%) a conductas violentas, impulsividad y agresividad(9%) . También son preocupantes las dificultades para mantener la atención (12,5%) o la asunción de roles y responsabilidades indebidos para la edad, desmotivación o ausencia de autonomía en los más pequeños.
En relación a los padres los profesionales se encuentran, en ocasiones, con situaciones de especial dificultad, como estrategias educativas autoritarias y/o permisivas, castigo físico como herramienta educativa, déficit en las muestras de afecto hacia los menores o sobreprotección, problemas de convivencia, dificultades en la organización doméstica, ausencia de rutinas, de normas y de control sobre los menores, entre otras. Llama la atención el hecho de que en un 46,42% de los casos, los padres están separados.
Capacidades, motivación...
El balance hecho público tras cumplirse tres años del servicio, recoge que un 39,5% de los padres tienen dificultades para poner en marcha su capacidades parentales; un 18,6% no tienen motivación para el cambio; y un 9,3% no resuelven bien su déficits como progenitores y/o con la pareja y utilizan la agresividad. Otro indicadores con los que trabajan son «déficit de habilidades comunicativas, ambiente familiar poco estimulativo, problemas con el alcohol y/o las drogas, violencia entre padres e hijos, e incluso problemas físicos».
Las maneras de acceder al servicios son variadas. «Hay gente que llega por su propia iniciativa, padres que no pueden con sus hijos, necesitan ayuda, conocen el servicio y vienen -explica la técnico de prevención Ainhoa Moiua-. Son el mejor perfil porque tienen motivación para el cambio y conciencia de problema. Los otros tres canales habituales son principalmente los centros escolares, el servicio de pediatría del ambulatorio, y salud mental infantil».
A Ainhoa le gustaría que la gente olvidase la idea de que «a los servicios sociales vienen colectivos marginales. El 71,5% de las personas que se atienden en el servicio de intervención familiar son oriundos de Oñati. No hay que tener vergüenza en solicitar ayuda si se necesita». Destaca además que de los casos tratados en estos años «el 57,2% de las familias tiene vivienda en propiedad, frente a un 28% en alquiler. En cuanto al nivel de estudios, un 54,3% los tiene de segundo grado o FP, y el 17% son universitarios. Respecto a la situación laboral un 44,9% tiene trabajo fijo».
Más casos de 13 a 18 años
Los menores son el eje de este servicio y según las estadísticas , la edad más problemática es entre los 13 y 18 años (44,2%), entre los 7 y los 12 años el porcentaje es de 32,5%, y de 1 a 6 del 23,25%. Entre los más txikis el porcentaje es menor, «pero suelen ser casos más graves, porque no tienen mecanismos de auto-defensa». La diferencia en cuanto a sexos es ínfima (49% chicos y 51% chicas) «y el hecho de que afloren los casos femeninos es un indicador positivo porque suelen tener conductas más internalizadas (tristeza, aislamientos, dolores...) que pasan más inadvertidas» explica Moiua.
Lo importante es que gracias a la intervención educativa, terapeútica o mixta, se resuelven situaciones complicadas. «Eso es lo más enriquecedor, aunque también hay casos que se agravan y que tienen que ser derivados a la Diputación» concluye.
Denok Bat tiene ya una sólida trayectoria y quiere aprovechar el balance de estos tres primeros años,para hacer más visible el servicio de intervención y proclamar que tiene abiertas sus puertas a distintas problemáticas y necesidades en la sede que comparten con otros colectivos en Bidebarrieta, ya que la mayoría de las intervenciones se dan en el seno familiar.
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