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: MARIAN GONZALEZ
Domingo, 7 de junio 2015, 01:41
Se le ilumina la cara cuando habla del Corpus, y no es para menos. Paulina Kernstock es junto a Jesús Irizar 'Txutxin', el fallecido Gregorio Lizarra 'Etxatxo', o Joxe Errasti, una de esas personas que cualquier oñatiarra identifica sin pensárselo dos veces con el Corpus. Lleva vistiendo a San Miguel 46 años, fue la primera mujer en salir en la procesión con la comitiva del apostolado ( lo hizo con la enseña de la virgen) y durante años fue la única fémina existente en la Cofradía.
Origen.
Fue una modesta fiesta medieval que a partir del siglo XVI se convirtió en una de las más importantes de la liturgia católica. La procesión, en Oñati como en otros lugares, se componía, además de los pasos de las imágenes, de escenificaciones, músicos, bailarines, cofradías, gremios, autoridades civiles y religiosas... y todo ello sazonado del sentido de la coreografía tan característico del barroco. No es, pues, según los especialistas, el Corpus una exposición inerte de temas, sino una representación teatral. Los historiadores destacan que Oñati es una de las pocas localidades que mantienen una versión algo depurada de toda aquella tramoya. Los intentos de suprimir los elementos no estrictamente religiosos no prosperaron, y la Cofradía del Santísimo Sacramento y los dantzaris mantuvieron la singularidad del desfile oñatiarra, reconocido por su interés etnográfico.
La procesión.
Al filo del mediodía la comitiva precedida de la cruz parroquial y la virgen de Arantzazu se abrirá camino por las calles alfombradas con 'ixaak' ante el tañido de las campanas. Imágenes de las quince cofradías, miembros de la Adoración Nocturna, del Apostolado, angelitos portando pétalos de rosa, los niños que han hecho la comunión este año, la custodia del Santísimo Sacramento bajo palio rodeada del clero conformarán la procesión con los apóstoles personificados, Cristo y San Miguel paseando sus máscaras, vestimentas y atributos. Alrededor de ellos los dantzaris, tañiendo las castañuelas al son de la banda de txistularis. Tras el habitual recorrido la procesión recalará en la Plaza, donde el párroco procederá a la bendición de los fieles. Los dantzaris bailarán el Banako y a continuación San Miguel honrará al Santísimo poniendo punto final a un autosacramental con casi ciclo siglos de tradición. El concierto de la banda y el alarde vespertino de danzas de Oñatz cerrarán la jornada.
Paulina no necesita presentación, porque «la hija del alemán», «la viuda del temprana y trágicamente fallecido músico y compositor Joxe Mari Arzuaga», ha logrado lo que muchas mujeres de su generación no consiguieron, que se le conozca por si misma, por su trabajo y sus acciones. Andereño jubilada, madre de cuatro hijos y abuela, siempre ha sabido lidiar con las adversidades de la vida, y ese temple, su interés por la cultura y un carácter conciliador, abierto y reflexivo le convirtieron en una de las personas de confianza de 'Etxatxo' cuando éste decidió echarse la Cofradía a la espalda, y dar un empujón a una tradición que amenazaba con perderse.
Conoce bien los entresijos del Corpus, lo vive a flor de piel, y hoy no faltará al debut del nuevo arcángel Ibai González. El patrón de Oñati le tiene desde hace más de cuatro décadas como mano derecha, y mientras la salud se lo permita seguirá pie del cañón, aunque tenga el relevo garantizado.
Solo ha faltado dos años a su cita con el Corpus, por hallarse en el extranjero, y esa lejanía precisamente le unió más si cabe a la fiesta. Le resulta difícil explicar el sentimiento de orfandad que sentía lejos de las campanas, las castañuelas y las máscaras. Por eso, pese a que la edad no perdona y siente que ya no es la de antes, hoy se levantará con la ilusión y los nervios de un niño en Navidad a « disfrutar del día más bonito que tiene Oñati».
Tiene claro que el Corpus es «sobre todo un sentimiento, para mi son silencios y sobre todo sonidos». El principal el de las campanas, que volverán a ponerle el corazón en un puño, y las castañuelas. Recuerda como si fuera ayer el silencio que embargaba el antiguo convento de Santa Ana cuando empezaba la caracterización de San Miguel, «era algo íntimo que Joxe Errasti (que durante 38 años dio vida al patrón de Oñati) vivía tan intensamente como su transformación.
Al principio cuando se abrió Santa Ana al público, nos costó acostumbrarnos al 'jaleo' y las miradas, pero al ver el interés que despertaba la fiesta y la fortaleza que estaba cogiendo en el pueblo, se acabó asumiendo el cambio con naturalidad» relata.
La caracterización sigue paso a paso las pautas establecidas por la tradición. San Miguel comienza a vestirse un cuarto de hora antes que los apóstoles y Cristo. El patrón oñatiarra es el personaje más espectacular de la procesión, tanto por su vistosa y profusa indumentaria como por su corte marcial, y su transformación es cuidada al detalle. La correcta colocación de la pesada armadura, ocupa la primera parte del ritual, luego hay que completar la vestimenta, ponerle la máscara y tras ella el áureo casco guerrero. Los apóstoles cumplen su parte del ceremonial con la ayuda de sus vestidoras y los aspirantes de la Cofradía.
Paulina estuvo acompañada muchos años en su labor de preparación de San Miguel por la fallecida Bittori Urtaza, ahora es Arantzazu Lizarralde quien lo hace, y nunca faltan manos si hace falta ayuda. La hija de la propia Paulina, Monika, ha mamado el ritual desde la infancia, y suele acompañar siempre que puede a su madre en un día tan especial. «La ama siempre se ha preocupado mucho por la persona que daba vida a San Miguel, por ayudarle a hacer más intensa y plena la experiencia de transformarse en el patrón de Oñati»· señala.
La impronta de 'Etxatxo'
El pasaje de la procesión más especial para Paulina es la salida de Santa Ana hacia la parroquia. «El incesante volteo de las campanas, el tañido de las castañuelas y el encuentro de la cofradía y los dantzaris me llega muy dentro. Es una jornada de recuerdos, vivencias... Suelo tener muy presente a Gregorio Lizarra , que fue el soporte de la procesión durante décadas. Vivió años difíciles y supo transmitir a la gente la importancia de preservar una tradición tan oñatiarra. Logró atraer a la gente joven, que inició un relevo generacional que ha permitido fortalecer el Corpus, pese a la secularización de la sociedad. Para muchos cofrades, el sentimiento religioso era muy fuerte y no todo el mundo veía bien la folclorización de la fiesta, pero está claro que en Oñati el Corpus trasciende al sentimiento religioso y eso es lo que ha hecho no solo que se mantenga, sino que fortalezca» explica.
Paulina pone en valor la importante labor de restauración de todas las imágenes, estandartes, pelucas, capas que participan en la comitiva procesional. «La cofradía supo transmitir al ayuntamiento el importante patrimonio no sólo artístico, también socio-cultural que corría el riesgo de perderse, y el consistorio respondió. Había mucho trabajo y se habilitó un partida anual para ir restaurando poco a poco los distintos elementos. Ese compromiso por el Corpus, iba dando año tras año sus frutos, y la ilusión de las hermandades y cofrades al ver la mejora que sufrían las imágenes, estandartes y demás símbolos de la procesión, se fue contagiando al pueblo».
Paulina, que como ella dice nació « circunstancialmente en Nuremberg (Alemania), fui la única de los cuatro hermanos que nací allí», se crío desde los dos años en San Juan Kale, y esa cercanía con el convento de Santa Ana , custodio desde hace siglos los 'tesoros' del Corpus, le unieron desde niña a la fiesta. «Nos gustaba andar por allí desde críos, mi marido José Mari Arzuaga y su familia, también estaban muy ligados al Corpus, mi suegra solía tejer las medias de San Miguel en casa y una cuñada monja (Arantza ) fue quien hizo el faldellín de San Miguel, así que cuando murió Jose Mari, el entonces párroco José Mari Agirrebalzategi y 'Etxatxo' me dijeron que si podía echarles una mano, y empecé a ayudar a San Miguel como vestidora, así como en la consolidación de la Cofradía.
Recuerda con emoción también la procesión de 1999, aquella en la que por primera vez formó parte de la comitiva del Apostolado. A partir de ese año, la enseña de la Virgen, la que precede al arcángel San Miguel, ha sido siempre portada por una mujer en el desfile por las calles.
«Surgió como algo natural, había que elegir a alguien nuevo para llevar el símbolo de la Virgen, y decidieron que fuera yo. Me hizo ilusión, fue una experiencia bonita, pero enseguida pasé el relevo para que otras también la vivieran. Desde 2008 también hay mujeres desfilando con la cofradía con sus capas negras, la mujer ha ocupado naturalmente su espacio, y eso también es de destacar.
Gracias al esfuerzo de mucha gente hoy el Corpus es patrimonio de los oñatiarras y eso es algo de lo que Gregorio se sentiría muy orgulloso» concluye, mientras cuenta las horas que quedan para que las campanas, las máscaras y castañuelas le inunden un año más de recuerdos y sensaciones.
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