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Protagonista. José Antonio Azpiazu, con su último libro.
Azpiazu: «Las playas son un invento moderno, antes en los arenales se construían barcos»

Azpiazu: «Las playas son un invento moderno, antes en los arenales se construían barcos»

Asegura que «los oñatiarras miraban el mar como una vía para salir al mundo, como una puerta abierta al mercado de los productos locales»

MARIAN GONZALEZ

Miércoles, 18 de noviembre 2015, 00:09

Hablar sobre la relación de los oñatiarras con el mar suena extraño, pero el historiador y antropólogo José Antonio Azpiazu muestra en su nuevo libro 'Y los vascos se echaron al mar' que aunque apenas ha quedado constancia escrita, la faceta marítima tuvo su peso en la historia económica y social. Ayer, en el salón de plenos, compartió las andanzas de marinos, mercaderes, armadores y cuantos en general ejercían oficios relacionados con el comercio marítimo. Desde Juan de Yarza, a Francisco de Larrinaga, Isabel de Lazarraga o el pirata Pedro de Oñate, pasando por claveteros, herreros, o los campesinos que cultivaban fresnos para venderlos a la armada real. Azpiazu ha investigado en los archivos múltiples casos que dan una idea de la profunda relación de los vascos con el mar, y Oñati no es ajena a esta realidad.

-¿Han sido los oñatiarras, y en general la gente de interior, ajenos a la historia marítima?

-Actualmente, los oñatiarras miramos al mar como algo que nada tiene que ver con nuestra historia, ni con nuestros intereses, aparte del veraneo, compras, etc. Los oñatiarras de antaño lo veían como una vía para salir al mundo, como una puerta abierta al mercado de los productos que producían. Los grandes bosques locales estaban relacionados con la fabricación de barcos, que necesitaban una enorme cantidad de madera, y a su vez los barcos eran los instrumentos de transporte para exportar las herramientas que se producían en la villa, como armas, clavazón, rejas de arar, herrajes...

-Explica que la pobreza de la tierra empujaba al mar, que era una ventana abierta a la aventura y supervivencia. ¿Era tan grande la barrera en el interior y la costa?

-La necesidad de recabar alimentos a través del comercio marítimo era clara. Oñati había crecido tanto durante la Edad Media que, a pesar de tener bastante tierra cultivable, no podía producir ni la mitad de cereales, el alimento básico de la época, que necesitaba una población que era la segunda de Gipuzkoa tras Donostia, aunque jurídicamente no pertenecía a la Provincia. Exportar hierro se convirtió en una necesidad para poder alimentarse, aunque la cercanía de la llanada alavesa mitigaba en buena parte esta necesidad. Pero el pescado, o la grasa de ballena tan utilizada para la iluminación de casas y talleres, provenía del mar, y recurrir a la costa se hacía tan necesario que en la práctica no existía la «distancia psicológica» que todavía nos mantiene alejados de los pueblos de la orilla del mar, como si los puertos y el mar fueran elementos extraños para los oñatiarras y en general para la población del interior.

-También dice que las playas son un invento moderno, que los reyes pusieron de moda, como los balnearios y los baños (Urrejola...), y que entonces se utilizaban para trabajar, para construir barcos...

-El concepto de playa, tal como lo entendemos actualmente, es una idea moderna, de finales del siglo XIX, cuando por razones de salud se establecieron los baños tanto en los balnearios como en las playas. Anteriormente, éstas eran el espacio donde se construían barcos, se establecían cabañas o almacenes para guardar el bacalao que se traía de Terranova y los instrumentos de pesca, y era en medio de los 'arenales', como se denominaban en aquella época, donde las mujeres freían, en grandes calderas de cobre, el besugo que se convertiría en escabeche para el consumo de pescado durante la cuaresma, cuando no se podía comer carne.

-Clavos, sartenes, herraje, armas de Oñati, casi todo iba a destinado a la mar...

-Todo este instrumental estaba mayoritariamente destinado al mercado exterior, que se servía de los barcos para su transporte. Pero los propios oñatiarras se convertían en mercaderes que viajaban con sus propias mercancías a Galicia, Lisboa o Sevilla, incluso a las Indias, permaneciendo temporadas fuera de casa y convirtiéndose, al principio por fuerza y más tarde por vocación, en representantes o embajadores de los productos de la villa.

-Recoge, entre otras, las historias de Juan de Yarza y Juan Ibañez. ¿Qué personaje de los que ha investigado le ha cautivado más?

-Juan de Yarza o Igartza, casado con Isabel de Lazárraga, es un ejemplo de la vocación marítima de los oñatiarras. Una hija suya casó con el alcalde de Donostia, lo que indica que los matrimonios con gente de la costa no era una rareza. Yarza disponía de varios barcos en compañía de marinos de Deba como Sorasu, barcos que empleaba para el transporte de lana a Europa, para comerciar con Sevilla, o para enviarlos a las pesquerías de Terranova. No podemos decir que el mar era un elemento ajeno a los oñatiarras. Su mujer, Isabel, dirigía una empresa de fabricación de tijeras, que también estaban destinadas al comercio exterior.

-Habla también de las picas de fresno fabricadas por caseros oñatiarras que Francisco de Larrinaga exportaba a Portugal, y de la beatilla o piezas de lienzo de lino que se fabricaban en Oñati para el mercado ultramarino.

-Lo mismo que Isabel de Lazárraga, otras mujeres oñatiarras trabajaban el lino, cuyos lienzos se destinaban asimismo al mercado exterior. Sabemos que parte de esta producción estaba destinada a Francia y a las Indias, además de al mercado ibérico. Si las mujeres no eran ajenas al mar como medio de exportación comercial, tampoco los campesinos quedaban al margen. Las armas disponían de elementos de madera, y en particular las picas, lanzas de más de cinco metros, destinadas a frenar a la caballería en las guerras, que eran fabricadas por campesinos que cultivaban fresnos para venderlos a los representantes de la armada real.

-¿Qué nos puede contar sobre el pirata Pedro de Oñate?

-Aparece en la documentación como autor de algunas fechorías piráticas. Actuaba en el Cantábrico, y era uno de tantos entre los que se dedicaban, en tiempo de guerra, a actuar en el mar contra los barcos enemigos, y en tiempo de paz fuera de la ley, costumbre que se convirtió en bastante habitual sobre todo en tiempo de crisis. La denominación de Oñate le proviene, naturalmente, de su pueblo, costumbre que era muy corriente en la época.

-Recoge también la presencia de oñatiarras en las pescaderías de Terranova a mediados del siglo XX.

-Probablemente muchos oñatiarras desconocen que varios paisanos suyos trabajaron en Terranova con los barcos de la compañía Pysbe. Lo hicieron a mediados del siglo pasado, y por lo menos dos de ellos, todavía están dispuestos a contarnos las aventuras en las que fueron protagonistas en las costas de Canadá. Por lo visto, nuestra curiosidad es muy limitada, y estos hechos pasan desapercibidos incluso entre la gente de cierta edad.

-Desde que se jubiló no para. ¿En qué proyecto está enfrascado en la actualidad?

-He disfrutado mucho trabajando este tema, pero había acumulado tanto material que he dejado parte del mismo para una próxima publicación. En la misma se abordarán temas que nos llevan a la presencia vasca en Europa, en América, y en las pesquerías transatlánticas, donde todavía quedan temas desconocidos. Otro capítulo tratará de un tema que últimamente ha suscitado atención, debido a que este mismo año se cumplen los 400 años de un desgraciado percance ocurrido en Islandia, con la muerte de 32 balleneros. También incluiré un relato sobre un personaje hijo de oñatiarras, que en 1903 ocupó los titulares de la prensa mundial por haber dirigido la operación de rescate de una expedición del norte de Europa que se desplazó a la Antártida y quedó bloqueada por los hielos. El héroe de sangre oñatiarra nacido en Argentina consiguió que el mayor barco rompehielos de la armada argentina llevara un apellido oñatiarra, Hablamos del almirante Julián Irizar, con raíces en el caserío 'Marteskua' de Zubillaga.

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