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KEPA OLIDEN
Domingo, 28 de agosto 2016, 00:25
Treinta años no pasan en balde y donde ahora ya no circulan ni automóviles antes había un surtidor de gasolina. En el mismísimo Portalón. Y es que en un tiempo la carretera general a Vitoria y Bilbao discurría por Erdiko kale. Más tarde se abriría una 'variante' por la calle Olarte y Zarugalde. Así que un emprendedor Julián Ceciaga, hijo del caserío Osiña y propietario de la histórica tienda Casa Ceciaga, olió el negocio que florecía frente a su casa de Maalako Errabala. Corrían los años 20 del siglo pasado y el avispado Ceciaga, antiguo conductor de diligencias, observó que comenzaban a proliferar los vehículos a motor e instaló un surtidor justo delante de donde paraban los autobuses.
Alfonso Donnay
El recuerdo de aquel desaparecido surtidor lo desempolvaba Alfonso Donnay con la fotografía que ilustra este información. Una instantánea que este miembro de Arrasate Zientzia Elkartea ha rescatado en el marco de la admirable labor que realiza para recuperar fondos fotográficos pertenecientes a colecciones públicas y privadas.
La gasolinera que inauguró Ceciaga cambiaría de dueño en la inmediata posguerra. Claudio García Criado, un burgalés de Castrillo de la Vega, se hizo cargo del negocio por su condición de 'caballero mutilado' en la contienda española (1936-1939). García Criado llegaba a Mondragón en 1940 recién casado con su paisana Juanita Muñoz Perosanz. El mutilado de guerra regentaría la gasolinera hasta su fallecimiento en 1964. Fue entonces cuando su viuda tomó el relevo al frente del surtidor, convirtiéndose en adelante en Juanita 'la gasolinera'. Un personaje popular y entrañable para varias generaciones de mondragoneses.
Hasta su jubilación en diciembre de 1985, el surtidor del Portalón formó parte del paisaje urbano de la villa. Pero tras el retiro de Juanita, esta gasolinera enclavada en pleno centro urbano fue suprimida por razones de seguridad. Pero hasta entonces, Juanita 'la gasolinera' tuvo tiempo sobrado para ganarse el aprecio y el cariño de los arrasatearras. Algunos automovilistas veteranos recordaban años atrás en esta crónica local los «viejos tiempos» en que, «si Juanita se ausentaba del surtidor por alguna razón, uno mismo se servía la gasolina y se iba, y volvía cualquier otro día para decirle a Juanita cuánta gasolina había cogido y pagar la cuenta».
Lloviera o nevara, helando o bajo un sol de justicia, Juanita se mantuvo al frente del céntrico surtidor durante 41 largos años, con una sencilla caseta por todo refugio. Gran parte de ellos sirviendo la gasolina mediante el empleo de una bomba manual. Sólo durante los últimos años disfrutó Juanita del progreso tecnológico: fue cuando le instalaron la bomba eléctrica.
A comienzos de 1985 el ayuntamiento comunicaba a Juanita su resolución de clausurar el surtidor.
La medida se haría efectiva en marzo de aquel año. La instalación, no obstante, permanecería en su sitio hasta diciembre, fecha en que se procedió a retirar el surtidor, la caseta y el depósito subterráneo.
Así desaparecía, al cabo de sesenta años, una pequeña parte de la historia de la villa. Y la última titular de la vieja gasolinera comenzaba a disfrutar de una bien merecida jubilación.
Juanita Muñoz se retiró con 70 años, pero la salud no le acompañó en su jubilación. Fallecía en enero de 1988 a la edad de 72 años.
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