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1961. El desaparecido caserío Elexalde se enclavaba junto a la iglesia de Uribarri. JUAN SAN MARTÍN
El misterioso taller de los Elejalde

El misterioso taller de los Elejalde

El historiador del arte y profesor Pedro Luis Echeverría hablará hoy en Kulturate (19.00 h.). Una conferencia desvelará la historia de estos policromadores de iglesias del s. XVI

KEPA OLIDEN

ARRASATE.

Miércoles, 8 de noviembre 2017, 00:22

Dice el refrán que nadie es profeta en su tierra, y el caso de los Elejalde es un buen ejemplo de la veracidad de la sentencia. Oriundos del desaparecido caserío Elexalde de Uribarri, que como su propio nombre indica se hallaba junto a la iglesia del barrio, Juan y su hijo Antonio fueron dos reputados policromadores de arte religioso que regentaron un famoso taller artístico en Garagartza en el siglo XVI. Pero su memoria se fue desvaneciendo con el transcurso de los siglos y su obra, en muchos casos, acabaría sucumbiendo bajo la piqueta de las sucesivas restauraciones y modas artísticas en las iglesias.

Así desaparecieron para siempre incontables frescos sacros. Porque «en aquella época todas las iglesias y ermitas estaban decoradas de arriba abajo con policromías» apunta el historiador del arte Pedro Luis Echeverría Goñi. Este investigador y profesor navarro es uno de los pocos conocedores de la obra y de la historia del taller de los Elejalde. Un taller radicado en Garagartza y en el que trabajaban «maestros de la talla, pintores y doradores así como otros oficios complementarios» explica este académico que hoy, miércoles 8, vendrá a Arrasate a pronunciar la conferencia 'El desconocido taller artístico de Garagartza durante el siglo XVI. Los Elejalde» (Kulturate, 19.00 horas).

Los Elejalde, dice el profesor Echeverría, pintaban policromías sobre tabla, lienzo, murales, imágenes, retablos... Pero paradójicamente su trabajo no se prodigó mucho por su localidad natal. Gipuzkoa y sobre todo Araba concentraron el grueso de la obra de estos policromadores que «pintaban iglesias completas, porque por entonces no había iglesias desnudas». En no pocos templos, a falta de dinero para costear la adquisición de un mueble, el retablo del altar era pintado. De hecho, el profesor Echevarría mencionaba el hallazgo hace algunos años de los frescos que decoraban originalmente el ábside de la iglesia de San Francisco, descubiertos con ocasión de una intervención para desinsectar su espléndido retablo churrigueresco. Del mismo modo, el profesor Echeverría expresa su sospecha de que la iglesia de Bedoña «podría ocultar alguna sorpresa» de estas características.

Pero el grueso de la obra pictórica de los Elejalde podría haber sucumbido bajo la piqueta. Y Echeverría ponía como ejemplo los desaparecidos frescos con que en su día los Elejalde decoraron la iglesia de Urretxu, hoy desaparecidos y que «en sí mismos podrían constituir un museo». Algunos de sus frescos, sin embargo, podrían aún perdurar en alguna de las numerosas iglesias que pintaron por los pueblos de Araba.

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