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Ponente. Javier Galparsoro ayer en Armeria Eskola.
«Con el acuerdo Europa-Turquía hemos vendido nuestra dignidad»

«Con el acuerdo Europa-Turquía hemos vendido nuestra dignidad»

La programación de Ikasten recibió ayer a Javier Galparsoro que se mostró «indignado» con la gestión de la crisis de los refugiados

FÉLIX MORQUECHO

Viernes, 16 de diciembre 2016, 00:44

En octubre del año pasado el presidente de CEAR Euskadi (Comisión Euskadi de Ayuda al Refugiado) se acercaba a Eibar para ofrecer una charla que llenó el salón de actos de Portalea. Su experiencia de 27 años de trabajo en una ONG dedicada a defender los derechos de las personas refugiadas le dan perspectiva sobre este problema. Algo más de un año después regresaba ayer a Armeria Eskola para participar en la programación de la asociación Ikasten con una charla titulada 'Un año después de Aylan'. La foto del niño sirio ahogado en una playa fue un shock, pero la situación ha ido a peor.

-Hay gente que piensa que los refugiados existen desde hace un año.

-Mucha gente ha sabido que existen a partir de Aylan Kurdi. Ante el cadáver de ese niño mucha gente de buena fe, ciudadanos e incluso algunos medios de comunicación han descubierto a los refugiados. Es un niño que representa muchas cosas. La imagen llegó en un momento muy especial, después del verano, estábamos bronceados y seguros, y nos encontramos con un niño vestido, boca abajo, no vemos sangre, parece que es blanco, probablemente de clase media... hay una especie de identificación, y se puede decir que hubo una catarsis. Yo llevo 27 años diciendo quiénes somos, lo que hacemos y qué denunciamos, pero nunca hemos tenido tanto eco como desde septiembre de 2015.

-El título de la charla es 'Un año después de Aylan'. ¿Han cambiado las cosas en este tiempo?

-¡A peor! Lo que nos encontramos todas las organizaciones en el comportamiento institucional a nivel europeo y nacional es un auténtico fiasco. Estuve en Eibar en octubre del año pasado y había mucha expectación, la gente estaba conmovida, se ofrecía de todo, pisos, tiempo, dinero... Todas esas ganas de ayudar se desinflan porque no se puede estar tanto tiempo con esta pasividad.

-Eso se respalda con cifras.

-El proceso de acogida indicaba que de septiembre de 2015 a septiembre de 2017 nos comprometíamos a acoger a 160.000 personas en 28 países de la Unión Europea. A día 9 de diciembre han llegado 8.325. A este ritmo, Europa tardaría 24 años. En septiembre de 2017, si esto no se ha cumplido ¿qué va a pasar?

-¿Y en España?

-Se había comprometido a acoger a 14.931 personas y han llegado 398. Eso quiere decir que nosotros en vez de 24 años tardaremos 46, por mi edad yo no lo voy a ver. Esto es una vergüenza.

-Se habló desde un inicio de la falta de respuesta de las instituciones y se ha visto que en los gobiernos no se ha producido esa catarsis que se dio a nivel social.

-Exactamente. Pero además esto son compromisos, no es una concesión gratuita. El derecho de asilo, la protección internacional es una figura que está prevista para 65 millones de personas. Hay 65,3 millones de refugiados en el mundo, 1 de cada 113 habitantes del planeta, y cada minuto se generan 24 nuevos refugiados. Es una cosa muy seria. Europa se escuda diciendo que son muchos, pero este compromiso es algo que está firmado, ¡que lo han aprobado por escrito! Por eso creo que si llega septiembre de 2017 y esto no se ha cumplido, las organizaciones y la ciudadanía tendremos que pensar seriamente en llevar a cabo una denuncia en toda regla. Si Europa ha firmado todo esto y no lo cumple, a ver cuál es la explicación que da. Por eso la sensación después de un año es patética.

-¿Esa sensación llega a toda la sociedad?

-Sí, creo que ha producido una cierta desmotivación.

-No se hasta dónde llegan los recursos disponibles pero seguro que dan para más gente de la que ha llegado.

-Sí. A Euskadi han llegado 27 personas. Solo en CEAR tenemos 120 plazas disponibles, y ante una emergencia se habilitan más plazas. La respuesta de la gente ha sido tan solidaria que si se hubiera producido una avalancha habríamos estado a la altura, sobre todo en Euskadi. Pero se ha ralentizado todo de una manera tremenda y se han buscado todo tipo de justificaciones. Es tremendo que nos pretendan convencer del porqué, se ha llegado a decir que se negaban a identificarse, que solo querían ir a determinados países... Esto es mentira. Oímos ahora hablar de la evacuación que se quiere llevar a cabo en Alepo, es tan aterrador que la gente no piensa en elegir, quiere que le lleven a un sitio seguro.

-Y luego está el acuerdo entre Europa y Turquía.

-Eso ha alcanzado el techo de la indignidad. Hemos vendido nuestra dignidad, así de claro. A Turquía, un país que no podemos considerar seguro con un dirigente como Erdogan, un país que sabemos que a un porcentaje muy alto de la gente que está recibiendo de Grecia la está trasladando de nuevo a las fronteras de Siria. Este es el acuerdo de la indecencia, Europa ha dejado de cumplir su compromiso de una forma pavorosa.

-Hablamos de unas personas que reclaman su derecho de asilo.

-El derecho de asilo consiste en que una persona que está perseguida o que viene de una guerra, pueda pedir una protección. Pero si tú no le permites que lo pida porque le cierras la puerta, eso se ha acabado. Si en este momento las personas que llegan a Grecia no pueden pedir su derecho de asilo porque están prácticamente encarceladas en estos campos de acogida que se han convertido en campos de detención, y lo único que se va a producir es la deportación a Turquía, se ha acabado el derecho de asilo. El acuerdo viene a decir que todas las personas que llegan desde la costa turca hasta Grecia van a ser inmediatamente devueltas a Turquía.

-No se llega a negar el derecho, porque se les impide solicitarlo.

-Exactamente, no es que no se reconozca el derecho sino que es mucho más grave, no lo puedes pedir. ¿Por qué vienen así? La travesía en ferry de la costa turca a la griega cuesta 12 euros. ¿Por qué tiene que pagar esta gente 1.500 euros, y además para jugarse la vida?

-¿Por qué?

-Porque no tienen otra forma. Es fácil hablar de corredores humanitarios, pasajes seguros, y eso implicaría que estas personas puedan venir de otra forma, documentados, con un pasaporte, con un visado... pero el refugiado no puede viajar de otra manera porque no puede salir de su país con el salvoconducto que le permita entrar en Europa.

-A los que llamamos refugiados, en realidad no lo son.

-Eso es. Son personas candidatas a la obtención del estatuto de refugiada. Es algo que tienes que solicitar, tiene unos trámites y al final del camino si se demuestra lo que relatas entonces se concede el estatuto de refugiado. Aspiran a ser refugiados. Cuando llegó el primer contingente al Estado el 25% llegó a Euskadi, ¿sabes cuántos eran? 3 personas. Esta situación hace que como ciudadano me sienta estafado.

-¿Qué le diría a esa gente que en su momento se ha implicado con este problema y se ha quedado con una sensación de decepción?

-Por eso estoy aquí, con ciudadanos que estarán igual de indignados que yo. Vengo a decir que no podéis desfallecer, aunque una vez más nos hayan fallado los políticos. Si no conseguimos mantener esta presión, este interés, esta denuncia, esto está perdido. Cada uno, en su trabajo, en su familia, en su ciudad, tiene que seguir denunciando, esto es una auténtica estafa. Ante este escenario es fundamental seguir creando una conciencia porque pase lo que pase con este programa el problema de los refugiados no va a terminar. Que me de alguien una razón para decirle a esa persona que no puede salir de su país. Por eso hay que mantener un espíritu crítico y tener este tema en nuestra tabla de prioridades.

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