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FÉLIX MORQUECHO
EIBAR.
Viernes, 16 de febrero 2018, 00:18
«Que llegues a mi edad» deseaba Isabel Barambio a quien le felicitaba, y la verdad es que la idea de alcanzar los 105 años con su vitalidad no es poca cosa. El Centro social Untzaga anunciaba esta semana un homenaje nada habitual. Se trataba de dar un reconocimiento a la socia más longeva, una mujer que se mostró agradecida y sonriente con todos los que quisieron trasladarle su cariño.
Isabel Barambio nació en la localidad conquense de Buenache de Alarcón, el día de Reyes Magos de 1913. La búsqueda de un lugar donde trabajar y sacar adelante a su familia le llevó a recalar en Eibar en 1946. «A mi marido le dijeron 'no vayas a Valencia, vete a Eibar que allí no te va a faltar trabajo'» recuerda. A pesar de que le habían advertido que en su lugar de destino siempre estaba lloviendo Isabel no se lo pensó dos veces. «Era donde estaba mi marido y aquí me vine» sonríe. Así comenzó una nueva vida como la de tantas familias que buscaron un futuro mejor. Ella también conoció la pujante industria eibarresa de mediados del siglo XX. «Entré a hacer machos en Aurrera, metíamos las piezas en el horno» recuerda.
Por si el hecho de encontrarse a una mujer de 105 años no fuera suficientemente sorprendente, Isabel Barambio puede presumir además de una salud de hierro. «En el hospital no tendrán ni su historial» apunta su hija Angelines. La centenaria apenas toma paracetamol para evitar males mayores, y además vive en su casa con la ventaja de tener a una de sus dos hijas en el mismo piso. «Vivimos puerta con puerta y yo le ayudo, pero le gusta hacer las cosas de casa, elegir la fruta al hacer la compra, poner la lavadora...» relata la hija. La buena salud de Isabel no es nueva, pero ella no encuentra secretos para su longevidad. «No lo sé, como de todo», señala mientras se encoge de hombros.
La relación de Isabel Barambio con el Centro social Untzaga no es nueva. Hasta hace unos años iba diariamente, pero las compañías de entonces ya no están. Sin embargo el pasado martes acudió encantada para recibir el calor de los mayores, todos jóvenes a su lado. Recibió besos, abrazos y felicitaciones constantes desde que entró por la puerta, y respondió a todos con una amplia sonrisa.
Félix Elcoroiribe tomó la palabra en nombre del Centro Untzaga para agradecer la sencillez de Isabel. «Gracias por venir aquí con 105 años» le trasladó. Un ramo de rosas y un reloj con una inscripción alusiva al homenaje sirvieron para agasajar a una mujer contenta por la cercanía de los presentes. Como escuderas estuvieron sus hijas Angelines y Luci, esta última llegada de Santander para la ocasión. Es una saga de mujeres la de la centenaria, ya que además cuenta con dos nietas y dos biznietas.
Con la ilusión de vivir un día especial, la centenaria no tuvo reparos en bailar un pasodoble. «El año pasado celebramos su cumpleaños en Bilbao», recordaba Angelines, «y nos dijo que todo muy bien, que había comido fenomenal, pero que no había habido música». Quién sabe si no estará ahí el elixir de la longevidad. Isabel no lo asegura, «pero cuando todavía no habían hecho este centro íbamos a la residencia de Legarre, y allí hacíamos unos bailes que para qué» recordaba esta centenaria, la vecina con más años de todo Eibar.
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