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BORJA OLAZABAL
Domingo, 20 de julio 2014, 00:03
El Bidasoa-Irun está en el limbo. En esa sala de espera situada entre el cielo y el infierno. Los irundarras han hecho las cosas bien y se merecen lo mejor, pero el juez que determina dónde jugará el equipo de Irun no está por la labor de poner las cosas fáciles a los de amarillo. Los dirigentes del balonmano español tienen un serio problema entre manos y no saben cómo solucionarlo. El más perjudicado está siendo el Bidasoa, mientras que otros que no cumplen con lo exigido, siguen gozando de la impunidad de unos altos cargos a los que les está temblando el pulso.
Nadie entiende el enésimo plazo que ha dado la comisión de seguimiento, instada por el Consejo Superior de Deportes, a los clubes que no han entregado la documentación necesaria para jugar en la Liga Asobal. Todo este entuerto debería haber acabado el pasado 30 de junio. A lo sumo el 14 de julio con el segundo de los plazos. Pero no ha sido así. El viernes, tras una tercera prórroga, los árbitros decidieron llevar el partido a los penaltis. Y ya saben, eso es una auténtica lotería. Imposible saber lo que va a pasar.
El Bidasoa-Irun deberá esperar hasta el próximo día 25 para saber si tiene sitio en la máxima categoría. Para entonces se ha fijado el último de los plazos.
Pero lo peor de todo no es la continua demora en la toma de decisiones, es la nula credibilidad que tiene desde ahora la Federación Española de balonmano y su comisión de seguimiento, en la que también están la Asobal y la Asociación de Jugadores.
José Ángel Sodupe, presidente del Bidasoa, recibió una llamada desde la Federación a eso de las doce del mediodía del viernes. De manera extraoficial le aseguraban que su equipo iba a jugar en la Asobal. Que el Aragón, uno de los clubes con problemas, no había presentado los avales y no había pagado las deudas a los jugadores.
Un par de horas después, Sodupe recibía otra llamada que le decía todo lo contrario. Que los aragoneses habían cumplido con los jugadores y que se les daba, a ellos y a otros tres equipos a los que les faltaba documentación, una semana más de plazo. No es fácil creer que lo que no se había logrado en dieciocho días se consiguió en un par de horas.
Maltrato al Bidasoa
Luchar porque no desaparezcan más clubes de balonmano e intentar que los jugadores a los que se les debe mucho dinero puedan cobrarlo, es algo por lo que debe velar la Federación. Pero no a costa de maltratar a otras entidades que cumplen día a día con su presupuesto. Entidades como la bidasotarra, que tras estar al borde del desastre ha conseguido darle la vuelta a su situación, ser un ejemplo de gestión y contar con un sólido proyecto de futuro.
No se le puede asegurar al Bidasoa, como se ha hecho en los últimos meses, que va a jugar en la elite. Instarle a que espere paciente que le va a llegar su momento. Todo para, al final, darle con la puerta en los morros.
A la memoria viene ahora aquella foto de Paco Blázquez, presidente de la española, Iñaki Malumbres por parte de los jugadores y Miguel Cardenal, del CSD, estrechando manos y prometiendo limpieza en el balonmano. Fue otra patraña de cara a la galería.
«Ha sido muy duro»
José Ángel Sodupe, tras recibir la mala noticia y tomarse unas horas para tranquilizarse y poder hablar sin el calentón del momento, apuntaba que «estamos muy cansados de esperar y el perjuicio deportivo que se nos está haciendo es muy grande. Han sido días muy largos y teníamos muchas ganas de que llegara el viernes porque nos habían asegurado que no se iban a dar más plazos, pero no ha sido así».
El presidente explicaba que «nos dijeron que éramos de Asobal y luego que no. El disgusto fue tremendo, muy duro. No se puede jugar así con la gente. Los que lo están haciendo mal están teniendo más privilegios que nosotros, que hemos cumplido con todo».
Sodupe también aseguraba que «nos hemos sentido muy arropados y vamos a esperar al viernes que viene a ver lo que pasa. La gestión del club tiene que empezar a ser más importante que lo deportivo porque no podemos permitir las deudas que hay. Si tenemos que ser una liga de catorce, como en Francia, estaremos más limpios y saneados».
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