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JOANA OCHOTECO
IRUN.
Sábado, 21 de octubre 2017, 00:29
Las Jornadas Ciudades Creativas que ha acogido Irun estos días han supuesto una oportunidad para compartir, comparar y debatir experiencias de éxito. Ayer, en el cierre de la iniciativa, todo el trabajo realizado el miércoles y sobre todo el jueves, durante un extenso programa que acogió Ficoba, se reinterpretó en clave local.
El objetivo era aportar el conocimiento y visión de cada uno para encarar el reto de recuperar el espacio ferroviario que afronta Irun. En torno a cuarenta personas se reunieron en Irun Factory con esta finalidad; entre ellos, el delegado de Impulso de Ciudad, Miguel Ángel Páez; el delegado de Urbanismo, Xabier Iridoy; representantes de la Red de Rutas Singulares, ponentes de las Jornadas Ciudades Creativas, emprendedores, estudiantes y miembros del tejido asociativo local, como el Foro Ciudadano o la AVV San Miguel.
El 'Laboratorio Irun Ciudad Creativa', como se denominó a la sesión, se dividió en tres partes: arrancó con una «tormenta de ideas», explicó Félix Manito, de Fundación Kreanta, que condujo la jornada. Los asistentes pudieron plantear los conceptos que consideran que debería reflejar el futuro barrio que se dibujará en el espacio ferroviario. «Se trata de interpretar lo que recibimos en las conferencias de Ficoba, y transmitirlo a Irun. Por ejemplo, la necesidad de construir una identidad y un alma», citó Félix Manito.
Importancia de la identidad
Los representantes de Sant Just Desvern, ciudad catalana incluida en la Red de Rutas Singulares, coincidían con esa «importancia» de la identidad, «que viene dada por la participación, la conexión con las personas. Debe ser un proyecto innovador pero no excluyente, que todos se sientan partícipes». Agustín González, del Foro Ciudadano Irunés, apuntaba también a que «la participación es fundamental, hay que ilusionar a los ciudadanos con el proyecto». Desde la AVV San Miguel recordaron también las tres patas sobre las que debe sustentarse la reordenación del espacio ferroviario: «instituciones, creativos y ciudadanos».
La Fundación Kreanta se refirió a la necesidad de «ponerle nombre al proyecto», algo que ya se ha hecho. Vía Irun es la denominación bajo la que se englobará la renovación del espacio ferroviario. Representantes del Ayuntamiento de Barakaldo apuntaron al concepto de «ciudadano arquitecto», y lanzaron la propuesta de que el futuro barrio «sea un espacio con osadía, atrevimiento, con cierta locura».
La segunda parte de la jornada abordó conceptos más tangibles: «Vamos a plantear ideas concretas», con el único requisito de que Vía Irun debe ser «un espacio mixto, residencial pero donde también tengan cabida otras actividades», señaló Félix Manito. Él mismo apostó por «construir una singularidad en clave europea». Damien Silès, director general del Barrio de la Innovación de Montreal, apuntó a que debe ser «un barrio que la gente pueda utilizar para crear experiencias».
El tren y el pasado romano
La concejal de Sant Just Desvern partió de la base de que «hay que seguir la línea de lo que a Irun le gustaría» y sugirió que el futuro espacio debería tener «algún elemento o edificio singular, algo de lo que se hable fuera de la ciudad». María Teresa Lacave, del Foro Ciudadano, coincidía en el aspecto de singularidad, pero «huyendo de macroproyectos». Desde la AVV San Miguel apostaban por «sintetizar todo en un elemento: el tren. En forma de edificio, escultura...». Mª José Barral proponía que la futura estación de tren que se ubicará en este entorno «sea algo vivo, diferente a una estación habitual». Agustín González se refirió al «pasado romano» de Irun: «tenemos ruinas, un museo... Es algo singular de la ciudad que se podría introducir en el proyecto».
La participación ciudadana y la necesidad de implicar a los irundarras en el proyecto Vía Irun había sido un tema recurrente durante el encuentro, y fue precisamente el asunto con el que concluyó la sesión: los asistentes debatieron en torno a cómo canalizar la participación ciudadana en esta iniciativa. Como bien saben las entidades y asociaciones de Irun, no es algo fácil de conseguir. Mª José Barral sugería «organizar algo festivo para informar y que, al mismo tiempo, la gente opine. Hay que crear curiosidad».
A modo de conclusión del encuentro, Miguel Ángel Páez resumió que el proyecto Vía Irun «es un reto» y, como tal, lleva aparejada «la ilusión. No tenemos una idea preconcebida» acerca de ese futuro barrio en el corazón de Irun, «y eso nos da mucha libertad». No obstante, no será «un barrio al uso, sino que tendrá un valor añadido. Y debe ser un espacio competitivo para que la ciudad salga ganando».
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