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TERESA FLAÑO
Miércoles, 10 de junio 2015, 07:56
Uno de los cuadros estrella de los fondos de la Fundación Kutxa es el 'Retrato de Doña Catalina de Erauso, la Monja Alférez', pintado en 1625. Se trata de una obra con una historia casi tan curiosa como la de su protagonista. Ha sido atribuido a varios autores -incluso se ha llegado a comentar que Velázquez podía haber dado alguna pincelada en él-; Lope de Vega dijo que la Monja Alférez tenía cara de pedo en esta imagen; fue regalado a un estudioso que buscaba otro retrato de la soldado donostiarra; se vendió durante la República, sobrevivió a un incendio, ha viajado al Meadows Museum de Dallas (EE UU), es una imagen difundida en numerosas publicaciones e incluso apareció en uno de los programas de 'Saber y ganar'.
El retrato debió realizarse en España en el momento en que Catalina de Erauso regresó de su primer periplo y antes de partir de nuevo a tierras americanas. La imagen muestra una mujer ya entrada en años, vestida de soldado, de aspecto viril y mirada adusta. En los años en los que se fecha el óleo, el papa Urbano VIII la dispensó para andar con hábito de varón y el rey le confirmó el título de alférez, con el que embarcó de nuevo para Nueva España.
Rafael López Pascual, responsable de patrimonio de la Fundación Kutxa, comenta que «la azarosa vida de esta mujer debió ser motivo más que suficiente para que los pintores de la época quisieran inmortalizarla».
Catalina de Erauso nació en San Sebastián hacia 1592, fue novicia en un convento de dominicas, que abandonó tras una reyerta, momento en el que decide marcharse a las Indias en busca de fortuna. Disfrazada de varón y ocultando su personalidad, ejerció diversos oficios y menesteres en varios países del continente americano, entre los cuales destacan sus aventuras como soldado. Finalmente se vió obligada a entregarse al obispo de Guamanga, Fray Agustín de Carvajal, para escapar de la cárcel y la muerte. A partir de ese momento se convirtió en monja en distintos conventos hasta que las autoridades propiciaron su regreso a España.
En 1970 Nicolás Lasarte, que había sido alcalde de San Sebastián y que en esos momentos era director general de la Caja de Ahorros Municipal, adquirió el óleo sobre lienzo para la entidad donostiarra al marqués de Gracia Real por 400.000 pesetas. Entonces se pensaba que su autor era Francisco Pacheco (Sanlúcar de Barrameda, 1564 - Sevilla, 1644), en cuyo taller entró de aprendiz Diego Velázquez -por eso se contempló que podría haber dado alguna pincelada en el retrato- y que posteriormente se casaría con una hija de su maestro. Pero en el año 2000 apareció una nueva teoría que lo atribuía al pintor madrileño Juan van der Hamen y León (1596-1631). En los últimos meses ha sido restaurado en el Museo Bellas Artes de Bilbao por José Luis Merino y será una de las piezas que se exhibirán en la sala de exposiciones de Tabakalera, que albergará una amplia muestra sobre el patrimonio de Kutxa.
Este lienzo con el retrato de la donostiarra no está firmado y su autoría no ha sido autentificada del todo hasta hace relativamente poco tiempo. Hace dos siglos los estudios apuntaban a que había sido Francisco Pacheco quien había retratado a Catalina de Erauso. En 1829 apareció una publicación en París a cargo de Julio Didot donde afirmaba que el jerezano era su autor. Dos libros de la Caja de Ahorros Municipal, escritos por José Berruezo en 1975 y Juan Ignacio Tellechea Idígoras en 1992, recogen esta teoría. En julio de 2000, Antonie Morel D'Arleuz, catedrática de la Universidad París 8 Vincennes-Saint Dennis, examinó la obra y afirmó sin dudas que era de Pacheco. Tres años después, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones del Ministerio de Cultura publicó el catálogo de la exposición 'España y América, un océano de negocios' donde se mantenía la misma tesis.
A finales del siglo pasado surgió otra corriente que atribuía el retrato al pintor madrileño Juan van der Hamen y que estaba encabezada por el profesor William B. Jordan, especialista en la obra de este artista y comisario de la doble exposición antológica del Palacio Real de Madrid y el Meadwos Museum de Dallas 'Juan van der Hame y León y la corte de Madrid'. En el año 2000 examinó el cuadro al mismo tiempo que aportaba documentación que avalaba su teoría, como el estudio crítico de Juan Luis Blanco Mozo 'El retrato de doña Catalina de Erauso, la Monja Alférez obra de Juan van der Hamen'.
El año pasado, para despejar las dudas, los responsables del patrimonio de la Fundación Kutxa, solicitaron la opinión de los especialistas del Museo del Prado que determinaron la autoría de Van der Hamen.
El recorrido hasta Donostia
En el libro sobre Catalina de Erauso de Tellechea Idígoras se relata cómo el historiador Joaquín María Ferrer, que estaba escribiendo una obra sobre la Monja Alférez, hizo gestiones por descubrir un retrato sobre la donostiarra realizado por el pintor italiano Crescenzi, pero le resultó imposible localizarlo.
La casualidad quiso que por motivos de salud acudiera a los baños de aguas minerales de Aquisgran (Alemania). Allí conoció al coronel Bertholdo Shepeler, que sirvió en España durante la Guerra de la Independencia, que le invitó a ver su colección de pinturas. En ella se encontraba el retrato que ahora está en la planta noble del edificio de la calle Garibai. El militar le relató que lo había comprado en Madrid a un comisario sevillano por muy poco dinero. Al ver el entusiasmo de Ferrer decidió regalárselo. Las hijas del historiador vendieron el cuadro durante la República y en 1940 lo adquirió Ignacio Arenillas de Chaves, marqués de Gracia Real, que lo prestó para la exposición que se realizó en el Museo San Telmo en 1963 con motivo del centenario del derribo de las murallas de la ciudad. Ahí lo conoció Nicolás Lasarte.
El cuadro estuvo a punto de desaparecer en un incendio en la Caja de Ahorros Municipal de la calle Getaria en 1971. Afortunadamente el electricista Josetxo Quintana logró rescatarlo in extremis cuando ya la madera del marco comenzaba a arder.
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