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TERESA FLAÑO
Lunes, 15 de febrero 2016, 07:18
'La mujer del reloj' es un thriller histórico-político, una definición que también se atribuye a otros muchos títulos. Pero ya antes de abrir la tapa, este libro tiene sus propias singularidades. Su autor, Álvaro Arbina (Vitoria, 1990) pergeñó los personajes la historia cuando tenía 16 años y terminó de escribirla casi al mismo tiempo que concluía la carrera de Arquitectura. Mandó el texto de casi setecientas páginas, que transcurre durante la Guerra de la Independencia, a varias editoriales y recibió la respuesta de Ediciones B que decidió convertirlo en una de sus apuestas para este invierno. Con 25 años, Arbina ha visto cómo su primer libro se publicaba hace poco más de una semana y ya ha alcanzado las tres ediciones. De pronto se ha visto inmerso en un mundo totalmente nuevo de promociones, presentaciones, reportajes gráficos...
-¿Cómo está viviendo la experiencia?
-Es una locura inimaginable, pero fantástica. Todavía no me lo creo.
-Ahora está sucediendo todo de golpe, pero ya comenzó a trabajar en 'La mujer del reloj' hace mucho tiempo, cuando tenía 16 años.
-Siempre he sentido pasión por la lectura y siendo un adolescente comencé a escribir, sobre todo durante los veranos, y sobre todo tipo de cosas. Fue en aquella época cuando comenzaron a surgir los personajes, como el caso de Julián, el protagonista, la idea de la Guerra de la Independencia y de que transcurriera en Vitoria. Después empecé la universidad y dejé de lado todos los escritos hasta que lo retomé a los cuatro años.
-¿Qué le llevó a volver a ellos después de tanto tiempo?
-Una conversación intranscendental con mi pareja mientras tomábamos un café. Empezamos a hablar de ellos, me despertaron viejos recuerdos y los rescaté. Cuando inicié la escritura no tenía ninguna otra pretensión, fue algo muy inocente, sin intenciones de que concluyera en una novela. La historia fue creciendo y creciendo, me vi sumergido en ella. Me gustaría que el lector sintiera ese mismo enganche. Me parece muy curioso y muy fuerte que algo tan simple como una charla con un café termine en algo tan grande que ha cambiado de forma tan abrumadora mi vida, incluidos dos años de escritura. Miras al pasado y te da un poco de vértigo, pero resulta muy bonito que en una escena corriente se te planteen varios caminos, optes por uno y...
-¿Cómo fueron esos dos años de escritura?
-Han sido de mucha intensidad. Estudiaba durante el día, por la tarde me iba a correr para despejar la cabeza y después de cenar me encerraba en la habitación a escribir para misterio de mis compañeros de piso que no sabían nada y, claro, tampoco entendían nada.
-En 'La mujer del reloj' todo está minuciosamente detallado. ¿Ha sido muy compleja la labor de investigación?
-Elegí la Guerra de la Independencia porque es una época lo suficientemente cercana para sentir cierta complicidad en la actualidad, pero también es lejana para resulta inhóspita a nuestros ojos, todavía está por descubrir. Es un periodo que ha sido tratado muy pocas veces en la literatura para lo relevante que ha sido luego en el devenir de nuestra sociedad. Ahí se empezaron a crear algunas cosas que luego han repercutido en nuestra historia. Siempre he sentido interés por esos años, pero me he tenido que documentar mucho, ir mucho a textos que se escribieron entonces. Por ejemplo, para la parte que transcurre en Cádiz estuve leyendo los diarios de las sesiones sus Cortes para ver qué temas estaban tratando en otoño de 1810 como la libertad de imprenta. También recurrí a un diario de dos reclutas franceses supervivientes de las isla de Cabrera... En una novela hay que sumergirse en la época, en la ambientación y en los personajes y todos los detalles no los encuentras en los libros de historia. La investigación no solo fue de fechas sino que he profundizado en cómo iban vestidos, cómo eran los mercados o qué comían. He leído muchas novelas de esa época para hacer mi propia ambientación. Incluso he tenido que leer varios tratados de esgrima para poder relatar sin errores los combates.
-¿Le ha resultado complicado ceñirse a los hechos históricos y no dejar volar la imaginación?
-Es uno de los mayores retos de esta novela. Hay un componente histórico muy fuerte y una trama ficticia importante. Cómo hilar las dos tramas, cómo hacer el puzzle con acontecimientos reales y ficticios era uno de los puntos más complejos de superar. Al ser una combinación de géneros, porque está el tema histórico, la parte de aventuras, la trama de thriller y la historia de amor, he tenido mucho cuidado de que la parte policíaca no se quedara coja. Ha sido un como el mecanismo de un reloj. La maquinaria que sostiene un libro es invisible, pero tras cada página hay mucho trajín. Voy a hacer un símil con la arquitectura: tú puedes ver un edificio y considerar que la fachada y los espacios son muy bellos, elegantes y sobrios, pero detrás hay cálculos de estructuras o instalaciones que llevan agua al grifo, hay todo un mecanismo que hace que funcione.
-Leyendo la novela queda clara su pasión por la historia, pero también ha incluido bastante filosofía, en concreto a Platón y su mito de la caverna.
-Quería escribir un libro entretenido, nada pesado, pero que también tuviera un contenido potente y rico. Fue una época con muchos cambios en el pensamiento, el Siglo de las Luces estaba todavía reciente, lo mismo que la Revolución francesa. Introducir la alegoría de Platón es para dar a entender que la naturaleza humana es incólume, por muchos cambios que se produzcan a su alrededor permanece.
-A medida que van pasando las páginas vienen a la memoria los 'Episodios Nacionales' de Benito Pérez Galdós, Ken Follett y 'Los pilares de la tierra', Arturo Pérez -Reverte, Alejandro Dumas, Víctor Hugo. ¿Cuáles han sido sus referentes?
-Desde luego, por encima de todos, Pérez-Reverte porque ha escrito mucho sobre la época y por la trascendencia que han tenido sus novelas. También Ken Follett, pero en este caso por cómo hila y componen las tramas. Y claro, los 'Episodios Nacionales' porque son un referente de los siglo XVIII y XIX. Alejandro Dumas está pero porque siempre fue una influencia para Pérez-Reverte y de uno pasa a otro. No he bebido directamente de él.
-El protagonista Julián afirma que una de las mejores cosas que le dio su padre fue la literatura. Los libros tienen una presencia muy importante en toda la historia. ¿Ha sido también tan fundamental en su vida?
-La he vivido desde pequeño con una gran pasión. A veces la pasión te pide salir afuera y emular lo que admiras. En este caso ha sido intentar trasladar a otras personas lo que yo siento leyendo. Eso ha sido lo que ha dado la fuerza, la ilusión y la tenacidad para poder compaginar la escritura con la carrera de Arquitectura para, al final, hacer un libro de muchas páginas, con una trama compleja.
-Una vez concluida esa escritura, ¿qué pasos siguió hasta que se ha publicado?
-No he tenido padrinos. Mandé 'La mujer del reloj' a bastantes editoriales y no me respondieron. Se alargó casi un año y de pronto un día me llamaron de Ediciones B comentándome que apostaban por mí, que veían que había algo importante. Ahora todo es novedoso y tengo que ir paso a paso, sin mirar a largo plazo.
-En las redes sociales la gente comenta que les ha sorprendido el final.
-He intentado mimar ese final. Le he dado mucha importancia y a los lectores les está gustando. Quería que les pasara como a mí cuando al terminar un libro te quedas un rato en silencio porque te ha conmocionado. Quería conseguir que el rastro de ese mundo acompañe a los lectores un tiempo y que estén afectados sentimentalmente por lo que han leído.
-Va a seguir escribiendo novela histórica o se va a decantar por otro género?
-Este libro ha estado durante mucho tiempo en mi cabeza. Cuando la terminé todo se esfumó y sentí un vacío porque esos personajes me han acompañado dos años en el día a día. De alguna manera casi natural me empezaron a surgir algunas ideas sobre ellos. Quiero escribir sobre las cosas que tengo dentro.
-¿Ahora es un arquitecto que en los ratos libres escribe o un novelista que estudió la carrera de Arquitectura?
-Creo que puedo decir que soy las dos cosas: arquitecto y escritor. Me encantaría seguir escribiendo y me encantaría no dejar la arquitectura de lado.
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