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ALBERTO MOYANO
Lunes, 9 de febrero 2015, 07:18
Tres años después de estrenar la multipremiada 'La casa de Emak Bakia', su director, Oskar Alegria (Pamplona, 1973), se estrena al frente del Festival Internacional de Cine Documental Punto de Vista de Pamplona, después de que el pasado año quedara reducido a un seminario. Con las islas como eje central de la programación, una plantilla de ocho personas y un presupuesto de 225.000 euros, el festival pamplonica dedica en esta novena edición, que arranca el martes, un apartado a repasar los rodajes en el País Vasco francés desde los albores del cinematógrafo hasta nuestros días.
Fechas.
Del 10 al 15 febrero. El día 9 habrá una conferencia previa, a cargo del escritor Bernardo Atxaga.
Lugar
Auditorio Baluarte de Pamplona.
Entradas
Tres euros. Hasta el próximo lunes, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00h. A partir del martes 10 de febrero, de 9.30 a 14.00 y de 16.30 a 22.30.
- ¿Qué supone esta novena edición para el festival Punto de Vista?
- La vuelta a la normalidad perdida y cargados de buenas noticias. Para empezar, estrenamos nueva sede, en el Baluarte, que es el principal auditorio de Pamplona, y que está muy bien situado y equipado. Y por otra parte, recuperamos la regularidad después de estos dos años de bache en los que hemos sido un Guadiana que aparecía y desaparecía ya que por su condición bianual, nos veíamos obligados a hacer un seminario en los años en los que no había programación. Ahora, tenemos la promesa firme de que el próximo año recuperamos el pulso, coincidiendo con la décima edición.
- ¿Qué supone el traslado a Baluarte?
- Un festival que estaba dividido en tres sedes resulta muy incómodo. Ahora entras en un gran edificio en el que todo el mundo se concentra y que sirve de punto de encuentro. Puedes improvisar en cada momento en qué sala entras, lo mismo da la 2 que la 4. Y finalmente, Baluarte tiene su propia parroquia, una gente que acude a la sala al margen de la programación. Nutrirnos de todo eso va a estar muy bien.
- ¿Cuáles son los principales ejes de la programación de este año?
- No somos un festival monográfico, pero sí nos gusta encontrar un 'leiv motiv' y si el año pasado fue la nieve, esta vez son las islas. El cartel y toda la simbología del festival están dedicados a este tema. Dedicamos la retrospectiva fuera de su país a la cineasta escocesa Margaret Tait, que filmaba muy poéticamente el paisaje de sus islas. Además, editaremos un libro con sus poemas. Y con la excusa de que era una isleña, realizamos un ciclo paralelo de dieciocho películas sobre 26 islas. Es un recorrido que muestra cómo ha tratado este tema el cine documental desde sus inicios. Nos parece que la isla es la metáfora perfecta porque es un paraíso y el refugio del artista, y a la vez, es un infierno y una cárcel. El programa muestra las distintas caras que ha tenido en el cine documental.
- También hay un programa, 'Chez Nous', dedicado al cine rodado en el País Vasco francés.
- No deja de ser una isla en la tierra. Aprovechando el centenario de Orson Welles que se celebra este año, quisimos acercarnos a su obra a través de lo más próximo, que es el documental que hizo en el País Vasco francés, en la frontera con Navarra. Para arroparlo, me apetecía mostrar todo ese legado histórico de documentales rodados en Iparralde, que constituye un acervo tremendo. Habría que ver qué esquina del mundo tiene esa constelación de cineastas.
- ¿A qué atribuye esa atracción?
- A múltiples factores, que resumen en cierta forma la historia del cine. Los hermanos Lumière vinieron a Biarritz para grabar el oleaje, Louis Delluc, por la luz, Maurice Champreux, por el sonido y Herbert Brieger, por la esvástica que vio en una vajilla vasca.
- Y la propia visita de Orson Welles.
- Yo creo que vino para buscar un paraíso personal en un pueblo anclado en el pasado, con una lengua misteriosa, y todo eso le da un relato cinematográfico tremendo.
- Y ya en los ochenta, Otar Iosseliani.
-Vino por una conexión con su Georgia natal, en donde las canciones tradicionales tienen también una importancia tremenda. Encuentra un eco en las canciones vascas. En general, hay distintas razones que llevaron a diversos cineastas a rodar en el País Vasco francés.
- ¿Y algún nexo común que las una todas?
- Que esa zona es el país del largo adiós, es un pueblo anclado en una eterna agonía que, afortunadamente, nunca culmina con su muerte. A los ojos de un foráneo, es muy interesante acercarse a un sitio en el que las cosas siguen ancladas en el pasado.
- ¿Qué imagen extraerán de ese País Vasco francés del siglo XX quienes vean el ciclo íntegramente?
- Cada cineasta buscaba una cosa distinta y lanza la mirada que quiere sobre el País Vasco. Si el retrato que ofrecen es real o no lo veremos en una charla con Bernardo Atxaga en la jornada inaugural.
- En la que también estará presente Chris Wertenbaker, el niño que sirvió de guía a Orson Welles.
- Es un lujo que pueda venir. Wertenbaker es el que toma de la mano a Orson Welles y le lleva por todos los frontones y plazas para enseñarle lo que es el País Vasco. Welles era amigo del padre de Chris, un editor de la revista 'Time', y cuando vino a visitarle en Ziburu, ya había fallecido, así que sólo pudo estar con su familia. El niño nació en EE UU pero se crió en esta localidad. Y su amigo Beñat Hoyos también vendrá a la presentación.
- ¿Hay un exceso de festivales en el calendario cinematográfico vasco?
- No lo creo. Fíjate que de producciones exclusivamente rodadas en euskera me parece que sólo hay en Lekeitio y en ... Es una cosa curiosa. Creo que hay una sobredosis de festivales en el mundo en general, no sólo aquí. El gran problema son las promociones de la industria camufladas de festivales, pero certámenes puros, en los que no hay industria, sino tan sólo público y periodistas se deben mantener.
- ¿Qué aporta Punto de Vista en el conjunto del mapa de festivales?
- Estamos alejados de estos festivales más industriales, nos gusta sentirnos como una isla o como unos náufragos. Digamos que 'Viernes' es más náufrago que Robinson Crusoe. Y a la gente le gusta venir a esta pequeña isla y contemplar otro tipo de cine.
- Han pasado tres años desde 'La casa de Emak Bakia'. ¿No echa de menos continuar con su faceta de creador?
- No te creas porque programar es hacer una película. Cuando tienes que armar un programa y poner una película antes y otra después estás editando. Una película suelta dice una cosa, pero si la acompañas de otra empieza a decir otra. Es un trabajo muy creativo y muy bonito en el que mi apetito cultural se encuentra satisfecho.
- ¿Satura ver tantas películas para seleccionar?
- Sí, ver mucho cine es muy malo. Y hacer cine y pensarlo son dos clavijas diferentes. De todas formas, tengo una malísima memoria y sólo se me queda lo bueno. Y como es poco...
- ¿Algún proyecto que mantenga congelado?
- Sí, espero que este trabajo no me acapare todo el año, sino que cuando pase el festival tenga una primavera más ligera. No quería hacer una película inmediatamente después de 'Emak Bakia', necesito tiempo y tranquilidad y esto ayuda a no desconectar dentro del cine, pero con ese 'impasse' creativo que te permite seguir haciendo cosas con calma.
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