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ALBERTO MOYANO
Jueves, 8 de junio 2017, 07:31
En 'Oriente Medio, Oriente roto' (Ed. Península), Mikel Ayestaran (Beasain, 1975) repasa los últimos catorce años de historia de la zona, que es también la suya propia. En un relato en el que se mezclan el vendaval de la Historia que sacude la zona con las vidas de las personas que lo padece, el corresponsal de Vocento en Jerusalén ofrece una visión alejada de los estereotipos de la región, a la vez que un retrato de la evolución de la profesión periodística en los últimos años. Ayestaran presenta hoy su libro en el Aula de Cultura DV a las 19:30 horas en el Aquarium, que podrá seguirse en directo también desde Diariovasco.com.
- No es una guía bélica, ni una autobiografía, ni un relato bélico, sino que mezcla géneros. ¿Qué es 'Oriente Medio, Oriente roto'?
- La verdad es que me ha costado mucho porque el libro está escrito en presente y en primera persona, justo lo que no hago nunca en el periódico. Normalmente lo hacemos en tercera persona y en pasado, con lo cual, ahí rompes con tu estilo y con el género en el que más cómodo te sientes. Sin embargo, tenía esto pendiente desde hace mucho, recoger mi trayectoria en Oriente Medio, país por país, y a partir de una cobertura concreta, analizar la situación, también metiendo mucho de lo que no sale en el periódico: las dificultades de viajar, la importancia de nuestros 'fixers' y traductores, las dificultades logísticas...
- ¿Sin incurrir en las 'batallitas'?
- He intentado huir de ellas, es un género que no me interesa, yo no soy muy peliculero, pero sí es verdad que nos pasan cosas en las que la realidad supera con mucho a la ficción. Tenemos vidas y afrontamos situaciones en muchas ocasiones límite.
- ¿Cuánto hay de la leyenda que les señala como adictos a la adrenalina? En su caso, parece que le estimula el propio trabajo porque le gusta.
- Yo soy una persona muy segurola. En el libro, el aspecto temporal es muy importante: salimos de Irán y vamos a Jerusalén, que es mi viaje personal y profesional. Y el género tampoco es el mismo porque he incluido muchísimas anotaciones que guardaba desde el año 2004. Los capítulos de Irán y de Líbano tienen un ritmo mucho más lento que en los capítulos finales. En cuanto a lo de la adrenalina, yo creo que Mikel Ayestaran ha roto un poco con el prototipo de 'war correspondent' que le gusta estar en los bares hasta las mil... Es todo lo contrario: yo tengo una vida súperfamiliar, soy muy regular y, sobre todo, tengo que trabajar como una bestia para el periódico, para la tele, para las redes... Y ahora encima tenemos que escribir libros. Yo creo que rompo un poco con esa figura tan mitificada del corresponsal de guerra.
- ¿Cuánto ha cambiado desde aquel improvisado viaje al terremoto de Bam con el que inauguró sus coberturas periodísticas en zonas conflictivas?
- Para empezar, siento muchísima nostalgia por aquellos tiempos porque, como en todos los trabajos, cuando empiezas tienes ese punto de inocencia y de descubrir cosas que muchas veces es también inconsciencia. Con el paso del tiempo, lo que te da la experiencia te lo quita en frescura. Eso me da un poco de pena. Ahora las coberturas son mucho más calculadas y más medidas. Nunca me iría así, a lo loco. Imagínese, un tipo de El Diario Vasco que se va a Irán a cubrir un terremoto, no tiene ni pies, ni cabeza. Lo mismo me pasa en Beirut, cuando estoy haciendo un programa sobre la violencia en Euskadi y de repente, estalla la guerra. No sabía lo que era un suní o un chií. Al final optas por quedarte y ese tipo de decisiones son las que te marcan. La verdad es que estoy muy orgulloso de haberlas tomado porque me han llevado por el camino que quería seguir.
- ¿Qué importancia tiene el trabajo sobre el terreno en un mundo lleno de 'expertos' sentados al ordenador?
- Sea en 300 páginas o en 140 caracteres, lo importante es el contenido, el fondo. No es lo mismo un libro o un tuit, pero a éstos últimos también les doy muchísima importancia y al final, lo que valora la gente es ese poso, esa capacidad que puedas tener de explicarle conflictos que le puedan parecer extraños y lejanos. Ahora mismo, el formato que más se mueve es el de los 140 caracteres, pero eso no significa que no haya vida más allá. Creo que libros como 'Oriente Medio, Oriente roto' pueden servir para contextualizar mejor lo que sucede en regiones como ésta, que yo sigo sin entender en muchas de las cosas que pasan.
- ¿Hace falta precisamente más gente que no lo entienda absolutamente todo?
- Este género que se ha instalado en España de los tertulianos no me interesa demasiado, prefiero los especialistas.
- Comenta en el libro que hay muchos cooperantes que compaginan sus trabajos con el de periodistas y no se muestra muy partidario...
- Eso me lo he encontrado un muchas ocasiones, periodistas profesionales que para vivir tiran de lo que es la red de ONG's. A mí me parece muy peligroso y más después de lo que han hecho los americanos con USAID en Afganistán, en donde utilizaron la ayuda humanitaria como una herramienta más de guerra para ganarse favores. Me parece peligrosísimo. Con los periodistas no llega a ese extremo y además en el caso español yo creo que es un tema de supervivencia.
- Tras el grave incidente que vivió en Siria con el convoy de la ONU, que fue tiroteado, me comentó que no volvería a ese país porque en esas condiciones no podía trabajar. Sin embargo, ha vuelto.
- Al final, tienes que volver, es muy importante volver a los sitios porque trabajas de forma diferente. En estos años he conocido a muchos colegas que tienen una forma de trabajar al estilo 'clínex': llegan a un conflicto, hacen el 'breaking news' y se van. Punto. Tú forma de tratar a la gente, de hacer las entrevistas y tu forma de contar historias a las que puedas dar continuidad más adelante es muy diferente cuando sabes que vas a volver. En el caso de Siria, me parece clave volver, aunque claro, según te vas acercando a la boca del lobo, vas tomando más precauciones o limitas más tus movimientos.
- Al lobo, ¿se le ve mejor de cerca o de lejos?
- Siria es uno de los grandes fracasos informativos de nuestra era, con toda la cantidad de medios y de redes que existen. En diciembre estábamos en Alepo ocho periodistas occidentales, todos en el lado del Gobierno porque desde 2014 no hay nadie trabajando en el otro lado, y sin embargo, el 80% de la información que circulaba procedía del bando de la oposición -en donde insisto, no había un solo periodista independiente- y un 20%, del otro lado. Sigo sin explicármelo. Creo que en el caso de Siria había una agenda muy clara desde el principio en torno a quién era el bueno, quién el mal, qué está bien y qué está mal, y eso se ha seguido a rajatabla hasta hoy en día.
- Pero no responde a la realidad...
- Yo creo que no. Tampoco se les ha preguntado a los sirios en ningún momento. No voy a ejercer de abogado del diablo, pero viendo la división que hay en Siria y la forma en la que se vive en cada uno de los dos lados, prefiero vivir bajo Bashar al-Ásad que bajo el Estado Islámico.
- ¿Qué ha sucedido en Oriente Medio para que conflictos que hace unas décadas eran laicos se hayan vuelto religiosos?
- La explicación que más convence sobre este fenómeno es la que recuerda que todos estos grupos se mueven por dinero. Durante muchos años, la pasta vino desde la URSS y de pronto, a partir de los 90, son Irán y los países del Golfo los que empiezan a 'invertir' en lucha armada irregular en estos países. Y al final, eso ha generado este monstruo que tenemos ahora.
- También Israel es ahora más religioso que hace veinticinco años...
- Exacto. Nadie es ajeno a este fenómeno. Hoy en día, el nacionalismo y la religión son las dos grandes plagas que están acabando con la coexistencia entre diferentes y Oriente Medio es el mejor ejemplo porque aquí tenemos los dos.
- ¿Se parte Oriente Medio en pedazos cada vez más pequeños?
- Sí. En el caso de Siria, desde fuera vemos el lado del Gobierno, pero es que en ese mismo lado están: los rusos, los iraníes, los libaneses, las milicias prácticamente cristianas, los drusos, los chiíes... Es el esquema libanés de la guerra civil perfectamente trasplantado a Siria. En Irak pasa tres cuartas partes de lo mismo. Cada vez son pedacitos más pequeños y si antes teníamos un Sadam Husein en Irak, ahora tenemos veinte.
- Una curiosidad: ¿por qué ha titulado cada capítulo con el nombre de un país, excepto en el caso de Israel, que se titula 'Jerusalén'?
- Porque me parece que Jerusalén está muy por encima de Israel o de Palestina. Tiene entidad suficiente para merecer un capítulo y es la madre del cordero en muchos conflictos en la región. Esta ciudad para mí lo ha sido todo y de hecho, me la jugué trayendo aquí a toda mi familia.
- Pese a su visión crítica respecto a la política israelí, ¿hubiera podido ejercer su profesión desde cualquier otro país del entorno? Recuerdo que Irán le impidió dos años trabajar en el país por un tema menor.
- En Israel tienes una presión muy fuerte por parte de los grupos vinculados a las embajadas y demás, pero para trabajar en Oriente Medio no hay ningún país así. Una vez que cuentas con tu acreditación, trabajas sin ningún problema. Tienes otras serie de obstáculos en cuanto a movilidad por los países que no aceptan el sello israelí en el pasaporte, lo que te obliga a tener dos. Yo estoy contento con la decisión que tomé de venir a vivir aquí y de tener una residencia israelí en el pasaporte. Yo admiro a este país. Para entender la ruptura de Oriente Medio, los años 1948 -en el que se creó el estado judío- y 1979 -en el que se creó la república islámica de Irán- me parecen dos hitos fundamentales para entender la región.
- ¿Se va a quedar mucho más tiempo en Jerusalén?
- Mi intención es quedarme todo el tiempo que pueda, lo que no sé es cuánto será.
- Todo español que que haya viajado por la zona sabe que tarde o temprano debe enfrentarse a una pregunta: ¿del Real Madrid o del Barça?
- Yo les explico que soy de la Real, practico la pedagogía activa del realsocialismo. Eso sí que es predicar en el desierto. Es impresionante cómo ha entrado aquí el fútbol. En Israel o en los territorios palestinos, yo creo que hay más fricción Madrid-Barça que entre Fatah-Hamas, fíjese lo que le estoy diciendo... Pero sí, yo predico el buen nombre de la Real Sociedad.
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