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Ainhoa Iglesias
Martes, 22 de septiembre 2015, 14:52
1975. Dos millas al oeste de Londres, el doctor Robert Laing se muda a su nuevo apartamento buscando un desangelado anonimato, solo para descubrir que los residentes del edificio no tienen intención de dejarlo en paz. Resignado a las complejas dinámicas sociales que lo rodean, Laing afronta la situación y se convierte en un buen vecino. Trata de establecer su posición en un rascacielos futurista tan completo que sus habitantes ni necesitan salir al exterior, hasta que un día falla la electricidad y asoma el caos. Los buenos modales y la salud mental de Laing se desintegran con el edificio. Las luces se apagan y los ascensores no funcionan, pero la fiesta continúa. La gente es el problema. La bebida, la moneda de cambio. El sexo, la panacea. Este es el argumento de 'High-Rise', una adaptación de la obra de J.G Ballard 'Rascacielos', que el director de cine británico Ben Wheatley ha presentado este martes a competición en el 63 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
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«No es la primera vez que se intenta adaptar la novela para ponerla en pantalla, pero esta película no surge de un guión que va pasando de mano en mano hasta encontrar alguien que la haga», ha dejado claro el Wheatley en el Kursaal donostiarra, donde la tradicional rueda de prensa tras el pase de la película se ha convertido en una suerte de coloquio cinematográfico. «Amy Jump regresó al origen, al libro, para redactar 'High-Rise'».
Así, el cineasta, considerado uno de los más interesantes de su generación, ha podido abordar el rodaje no ambientando la película en el futuro, sino en un devenir más indeterminado imaginado en la década de los 70. «Cuando rodábamos me sentí como si robáramos la película del pasado», ha confesado Wheatley, quien considera que en las imágenes puede adivinarse la visión de Stanley Kubrick o Sydney Pollack, entre otros referentes de la época. «Están ahí como fantasmas», ha dicho, tras ser interrogado sobre si la reminiscencia al cine de hace cuatro décadas era intencionada.
El largometraje, no obstante, habla de algo completamente actual: de la encarnizada lucha de clases que azota al mundo. Al autor de cintas como 'Kill List' o 'Turistas' no le duelen prendas reconocer la crítica abierta que hace al capitalismo. «Todas mis películas son una reacción al presente», ha dicho. «Y soy pesimista. La gente cree que si se separa de los pobres y se encierra en una caja todo va a estar bien, pero no es así», apunta.
Aviso sobre la «obsesión tecnológica»
Es más, la película aborda de soslayo la «obsesión que las personas tenemos por la tecnología» y que J.G Ballard ya aceptaba a vislumbrar en su obra. «Se anticipó completamente, podía predecir y ver una realidad que podríamos vivir hoy. Y cuanto más loco parece, más acierta. Es lo aterrador», ha opinado el director de 'High-Rise', quien insiste: «esta película puede verse como un aviso sobre la obsesión tecnológica. La gente que vive en el rascacielos cree que puede prescindir de la vida y recrearla, por lo que no necesita ni siquiera salir».
Todas ellas son ideas que aglutina el personaje de Robert Laing, interpretado por Tom Hiddleston. «Tengo la sensación de que cuando mi personaje entra en el rascacielos quiere un espacio limpio y ligero en el que desaparecer: el traje es gris, el cielo es gris, el piso es gris. Es médico pero se aleja totalmente de la gente. Para preparar el personaje pasé el día con un patólogo forense y fue apasionante escucharle hablar sobre las disfunciones comportamentales», ha revelado el actor.
Para Hiddleston, a la hora de escoger un personaje pesa mucho que se trate de alguien con matices, «complejo como lo es el ser humano», y es algo que esta película le permitía. «Honestamente siempre me atrae lo desconocido. Como actor siempre he querido explorar territorios nuevos, como si fuera un corresponsal en el extranjero. Me gusta ir a otro sitio, urgar allí y luego volver a casa», ha expresado, tras considerar que la interpretación es algo que a veces «sale de las entrañas».
Durante su intervención en la rueda de prensa del Zinemaldia, Tom Hiddleston ha querido además dejar claro que para él poder estar en San Sebastián es un placer. «Me encanta este festival de cine. Vine hace cuatro años con Deep Blue See y cuando supe que iba a repetir la experiencia me puse muy contento. Es un lugar fantástico».
También «encantado» con su papel en la película se ha mostrado Luke Evans, quien ha lamentado que es un tipo de trabajo «que normalmente no me ofrecen». Según ha revelado, nada más leer el guión pensó en Oliver Reed, y es precisamente en el actor de cine británico en el que se ha basado para construir su personaje. No obstante, hay mucho más en la interpretación de Luke Evans, quien se ha implicado hasta tal punto que ha perdido la noción de lo que ha hecho. «Cuando vi la película, me soprendí viéndome en cinco o seis escenas que no recordaba haber rodado. Es la primera vez que me pasa», ha subrayado, para bromear: «No se que puso Ben en mi café pero funcionó».
Por su parte, Sienna Miller ha reflexionado sobre el papel de las actrices en el cine y ha concluído que «es difícil encontrar papeles fantásticos», aunque matiza: «Hay material bueno en todas partes... si tienes la suerte de encontrarlo».
Anécdotas de rodaje
Sobre el día a día durante el rodaje, todos los intérpretes presentes en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián han coincidido en señalar que respiraron un ambiente distendido y se han animado a contar algunos de los momentos que han marcado la película tras la cámara. Así, mientras Luke Evans ha considerado que «todos se lo pasaron en grande menos yo, que siempre andaba cubierto de sangre pero fui muy profesional y no me quejé», Sienna Miller ha confesado sentirse absurda al tener que saltar sobre una colchoneta para rodar la escena de la piscina. Por su parte, Tom Hiddleston ha recordado que, en una de las tomas, debía ponerse un aerosol en la boca y... ¡alguien dejó desodorante de verdad!
'High-Rise' compite por la Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que hoy también proyecta otras dos películas a concurso: 'The boy and the beast', de Hosoda, y 'El Apóstata' de Federico Veiroj.
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