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IÑAKI IZQUIERDO
Lunes, 16 de junio 2014, 07:43
Francia no tiene dudas. El Tour es su mejor escaparate para mostrar el país al mundo y lo explotan a fondo. En julio, Francia exhibe sus mejores galas. Los helicópteros y los realizadores de la televisión gala son auténticos maestros enseñando con todo detalle las numerosas riquezas de su geografía. El valor de esas retransmisiones es incalculabe.
Los organizadores de la Clásica de San Sebastián saben que tienen un tesoro entre manos: Donostia. Que cada verano Europa se queda con la boca abierta con las imágenes de la carrera. Y que a esa belleza se le puede sacar más partido.
Por eso, Organizaciones Ciclistas Euskadi plantea introducir un cambio en el recorrido de este año (el 2 de agosto) para dotar de más espectacularidad al final de la carrera y para vender más ciudad. La clave de esta idea es conducir la Clásica, después de un primer paso por meta, hacia el Monte Igeldo pasando por La Concha y regresar por el centro de la ciudad a la llegada del Boulevard.
De esta forma, la Clásica haría 15-16 kilómetros por los parajes más característicos de Donostia, unos 20 minutos de televisión para toda Europa con lo mejor de lo mejor de la ciudad en pantalla. Las personas implicadas en el cambio no tienen dudas. José Luis Arrieta, presidente de Organizaciones Ciclistas Euskadi, destaca que «serían más minutos de televisión encima de San Sebastián. Podríamos ofrecer a muchos países la imagen que corresponde a esta ciudad en un día de alta competición».
Más espectacular
El realizador de ETB Fernando Lopetegi es una voz más que autorizada para opinar de este asunto y su visión es esclarecedora. «Lo más importante es que a nivel deportivo el final tenga otro predicamento, que no sea el clásico de siempre: selección en Jaizkibel y lo demás ya conocido. Arrieta ha realizado distintos intentos de dar más emoción a la Clásica en los últimos años y meter la prueba por Igeldo, una subida sin mucho porcentaje pero estrecha, sinuosa y cerca de meta puede darle ese punto de emoción y competitividad».
Parece un análisis estrictamente deportivo -muy certero, por cierto-, pero no se queda en eso. «Estoy completamente de acuerdo con esta idea. Si una carrera es aburrida por mucha ciudad que quieras vender no vendes nada. Hay que conseguir que sea vistosa, atractiva y espectacular. A partir de ahí yo me puedo centrar en vender los paisajes de San Sebastián. La gente se va a quedar con eso, con que ha visto una gran carrera y va a ligar espectáculo con Donostia. Se trata de hacerlo de una forma más subliminal, que a la gente le entre casi sin querer lo que le estamos enseñando. El cambio me parece un acierto total».
E insiste: «Si no das espectáculo no vendes nada. Va unido. Lo que interesa son carreras en las que haya mucho dinamismo en los últimos kilómetros. Si además enseñamos la ciudad al pasar, perfecto».
«Un escaparate»
El exciclista y exdirectivo de la Unión Ciclista Internacional Ramón Mendiburu coincide en dar el visto bueno al cambio. «Me parece estupenda la idea, es todo un escaparate para la ciudad y puede resultar un buen apoyo ahora que con el 2016 parece que andan un poco justos. Eso es indudable. Sería conveniente y muy positivo, porque sería un tramo que se vería en un montón de países. Lo encuentro positivo».
Los ciclistas actuales también respaldan la idea. El usurbildarra Haimar Zubeldia (Trek) conoce de primera mano la intención de los organizadores, que hace tiempo le consultaron su opinión. «Desde el punto de vista del espectáculo no hay dudas, se va a mostrar Donostia al mundo entero. Vamos a pasar por la bahía en las dos direcciones, la subida a Igeldo... Va a ser espectacular. Se va a poder vender la imagen de la ciudad y va a ser un espectáculo precioso».
Desde el punto de vista deportivo, Zubeldia cree que la modificación puede incluso hacer la carrera «más interesante. Incluso gana algo de dureza porque las dos subidas a Jaizkibel no serán tan decisivas y se mantendrá la tensión hasta el final. La subida a Igeldo no es dura, pero llega después del kilómetro 200 y va a hacer daño».
Arrieta explica que la idea del cambio es fruto de la propia evolución que ha tenido la carrera a lo largo de los años. «Al principio, camino de Jaizkibel, la carrera pasaba por Donostia, pero se generaba algo de lío y decidimos ir por Hernani y Ventas de Astigarraga, fuera de la ciudad. Después introdujimos la segunda subida a Jaizkibel, donde el público ha respondido, y Arkale. En esa línea, este año nos planteamos reducir los kilómetros en el territorio y acercarnos a Donostia, cuyo primer paso estaría en el kilómetro 203, 25 antes que ahora, y nos permitiría dar la vuelta de Igeldo».
Ahora, explica, «los mejores minutos de televisión son el paso por Lezo, Pasaia, la aproximación a Donostia y las imágenes de televisión tras el final de la carrera. Así centraríamos más los momentos claves sobre la ciudad».
Ramón Mendiburu ve una magnífica oportunidad en esta modificación del final de la Clásica, pero avisa de que hay que acertar con todos los detalles. «Se hará bien, porque la carrera está totalmente consolidada. El único problema puede ser la infraestructura de esa parte final, que sería nueva. Habría que dotar de seguridad a ese tramo porque al ser World Tour se va a ver en todo el mundo y cualquier inconveniente también tendría mucha trascendencia. Si todo se hace bien, como estoy seguro de que se hará, sucederá todo lo contrario: que el impacto será muy favorable».
Txomin Perurena fue una de las primeras voces autorizadas que consultaron los organizadores. Junto al primer ganador de la historia de la Clásica, Marino Lejarreta, el oiar-tzuarra recorrió el que sería el nuevo final. «La idea era acercar más la carrera a la gente y a Donostia, recortar tramos del interior de Gipuzkoa donde no suele haber público y darle más vistosidad. Si se consigue subir a Igeldo por el faro sería un puntazo».
Según Perurena, «a nada que acompañase el tiempo se vería una panorámica espectacular de Donostia y del mismo parque de atracciones. A ver si consiguen llegar a un acuerdo con los propietarios porque sería bueno para todos».
En lo deportivo, Perurena cree «no es una subida dura pero llega tras muchos kilómetros y será nerviosa, bonita para el público. Recuerdo haber subido a Igeldo en una contrarreloj en la Vuelta a España y también en aficionados, así que no sería la primera vez que se sube».
Cortes de tráfico
Los organizadores consideran que las molestias a la ciudad por los cortes de tráfico serían mínimos. Arrieta explica que «el horario del primer paso por meta son las 16.49 horas, y el de la llegada, las 17.02». Aunque la carrera tarde un poco más, en todo caso sería un cuarto de hora largo. Eso significa que, como mucho, la afección al tráfico sería de una hora en total. Ya está decidido que los ciclistas con más de 12 minutos de retraso en el primer paso por meta serían retirados de la carrera.
Ramón Mendiburu coincide con Arrieta en que el cambio de recorrido no debe suponer un problema para Donostia ese 2 de agosto. «Una carrera ciclista no es como un maratón, que obliga a cerrar toda la ciudad durante cinco horas. Un pelotón profesional, con todas las medidas de seguridad por delante y por detrás de la carrera, sólo tarda en pasar unos minutos. Merece la pena, porque la contrapartida es importante».
La principal dificultad para que se ejecute el cambio es la posición de la propiedad del parque de atracciones de Igeldo, que vería cortados sus accesos a primera hora de la tarde el sábado 2 de agosto. Mañana se producirá una reunión entre los Organizadores y la propiedad de la instalación para buscar una solución al problema que le generaría el paso de la carrera al parque de atracciones.
El presidente de Organizaciones Ciclistas Euskadi confía en poder llegar a un acuerdo. «Sería un corte de tiempo limitado y además nunca cerraríamos el acceso al funicular. Mucha gente subiría en funicular a Igeldo, que podría ser a la Clásica lo que es el Poggio a la Milán-San Remo».
No estaría mal que esta comparación de José Luis Arrieta se hiciera realidad y la Clásica de San Sebastián encontrase su lugar mítico, como lo son en las grandes clásicas el bosque de Arenberg, la Redoutte, la Madonna del Ghisallo, el muro de Grammont o el propio Poggio de San Remo.
¿Quién conocería el desolador norte francés si no fuera por la París-Roubaix? ¿Y las Ardenas si no tuviera clásicas? Sin la 'Classicissima' San Remo no sabría con qué desligar su nombre de su indescriptible festival de la canción. El Lago de Como, ciertamente, sobreviviría sin el Giro de Lombardía. También Donostia sin la Clásica, pero el escaparate que para una ciudad de semejante belleza supone la difusión de una clásica del máximo nivel mundial no tiene precio. Con este cambio de recorrido es justamente eso lo que se quiere aprovechar.
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