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BENITO URRABURU
Jueves, 4 de diciembre 2014, 08:58
¡Vuelven la Seis Horas de Euskadi! Ese sería el titular que a uno le gustaría poner, pero no sería cierto, porque serán cuatro horas de espectáculo las que se celebrarán el sábado 21 de marzo, en el velódromo de Anoeta, con la temporada de pista ya terminada y muchas novedades con respecto a uno de esos acontecimientos que se quedó grabado en la retina de un buen número de aficionados que durante muchos años fueron fieles de a la cita con el anillo de Anoeta cuando se celebraba aquel evento.
Se pasará de seis horas a cuatro, entre las 5 y las 9 de la noche, con lo que se da un margen de tiempo importante para que quienes estén interesados en acudir al velódromo Antonio Elorza puedan desplazarse o comer. Además, se aligera el programa de forma importante y se hace más ameno para quienes acudan al velódromo.
Después de muchos meses de trabajo, se puede decir que la pista a nivel internacional volverá a Euskadi después de 31 años de ver pasar a los mejores especialistas del mundo, junto a grandes nombres de la carretera. En 2008 se disputaron por última vez las Seis Horas de Euskadi en Anoeta.
Con los Campeonatos del Mundo de pista ya celebrados para esas fechas y las pruebas de carretera en plena ebullición, las Cuatro Horas de Euskadi reunirán a un selecto grupo de especialistas con un buen número de ciclistas vascos, hombres y mujeres, además de corredores españoles y extranjeros.
El apartado deportivo irá unido, igual que entonces, a otra serie de espectáculos, entre los que podrían estar el corte de coches con hachas, sin faltar los bertsolaris, entre otras opciones que se barajan. El programa que se presentará a los aficionados tiene una base muy sólida y hay ya comprometidos unos cuántos ciclistas y otras actividades. Si la base será el mundo de la pista tampoco es descartable la presencia de algunos nombres de carretera.
El velódromo de Anoeta está reservado para esa fecha, el 21 de marzo, puesto que el 7 y el 14 de marzo hay atletismo en el mismo escenario, por lo que los organizadores tenían que delimitar el día y dejar sellado el acuerdo de utilización del recinto. La noticia de que vuelven las Seis Horas, quedándose en cuatro, ya es una inmensa alegría para los aficionados al ciclismo.
Algunos repetirán
Para remontarnos a las Seis Horas de Euskadi hay que retroceder en el tiempo hasta el 23 de febrero de 2008, en la que sería la última edición de la prueba. Entonces no se sabía que fueran las últimas, que contaron con una nómina de nombres realmente llamativos.
Hablamos de Bruno Risi y Franco Marvulli, que resultarían finalmente ganadores; Joan Llaneras y Carlos Torrent o Juan Curuchet y Walter Pérez, que serían campeones olímpicos de americana en los Juegos de Pekín meses después. En aquella edición también participaron Asier Maeztu-Sergi Escobar, Marco Villa-Mikel Astarloza, Mikel Gaztañaga-Unai Elorriaga, Blázquez-Agirrezabala, Anzizar-Margalef o Kappes-Dörich.
Algunos de esos participantes de hace seis años como Maeztu y Elorriaga podrán volver a correr en Anoeta, al igual que Leire Olaberria, que cubrió el kilómetro lanzado. Bruno Risi se despidió de Anoeta con 40 años. Marvulli siguió corriendo durante un tiempo pero también lo dejó. También se despidieron en aquellas Seis Horas Llaneras, Kappes y Dörich. El reloj biológico tampoco perdona a los grandes.
Durante los años que no ha habido Seis Horas de Euskadi, el mundo de la pista, el de los Seis Días, ha cambiado mucho, con la aparición de nuevos nombres y la desaparición de las figuras que durante décadas poblaron los velódromos de Europa sobre todo en los Seis Días, que fue el modelo en el que se basaron los organizadores de las Seis Horas de Euskadi para poner en marcha un espectáculo que llegó a reunir en sus mejores momentos a diez mil personas en el velódromo y se convirtió en todo un acontecimiento social.
Por eso decimos que se retoma la idea original, la de las Seis Horas, acomodada a los tiempos que rigen hoy en día no sólo en la pista sino en muchos espectáculos. Las 31 ediciones que se celebró la competición acabaron resintiéndose por el parón que hubo debido a las goteras que había en el velódromo, lo que desinfló un poco a los aficionados.
Ese parón, entre otras cuestiones, acabaría dejando en el baúl de los recuerdos un espectáculo único, que sorprendía a los corredores extranjeros que aterrizaban por primera vez en Donostia. Recordar el nombre de las Seis Horas de Euskadi es ver desfilar a cientos de ciclistas que se dejaron ver en el velódromo, algunos dando sus últimas pedaladas.
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