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Eric De Vlaeminck, en solitario con la bicicleta al hombro en plena carrera.
Cuando Yurrebaso ganó a De Vlaeminck
CICLISMO

Cuando Yurrebaso ganó a De Vlaeminck

El 2 de diciembre de 1979 el de Urretxu y Maiora dominaron en Ormaiztegi al siete veces campeón mundial

BENITO URRABURU

Jueves, 14 de enero 2016, 07:50

«Un genio». «El mejor de la historia en ciclo-cross». «Una persona difícil». Son los calificativos con los que definen quienes convivieron con él en Euskadi a Eric De Vlaeminck, fallecido a primeros de diciembre, y que consiguió siete títulos mundiales de ciclo-cross, además de arrastrar una vida de película. Parece que todo lo que se dice de él fue cierto. Lo bueno y lo malo.

El excorredor belga murió a los 70 años enfermo de parkinson y alzheimer, en un asilo de su país. Lejos y olvidado del mundo, en Gipuzkoa hay todavía mucha gente que recuerda a Eric de Vlaeminck, al que ¡José Mari Yurrebaso e Iñaki Maiora ganaron en una prueba internacional celebrada en Ormaiztegi el 2 de diciembre de 1979!

Cuando llegó era ya un ciclista de vuelta de todo que acumulaba siete títulos mundiales de ciclo-cross, seis de ellos seguidos, además de una etapa en el Tour, la Vuelta a Bélgica y la Vuelta a Luxemburgo y un segundo en la Flecha Valona. El mundial de 1967 lo perdió por una avería mecánica durante la prueba. Ganó los mundiales de forma ininterrumpida, menos ese año, desde 1966 a 1973.

Hermano de Roger, otra máquina de ganar carreras, el ciclista de Eeklo era un superdotado al que la vida le sonrió, pero también le castigo. Su hijo Geert murió en una 'kermese' de un ataque cardíaco a los 26 años con su padre viéndole. Dicen que la federación belga consiguió sacarle de la cárcel un mes antes del mundial de Londres, que ganó. También que entrenaba en el patio de la cárcel. Estuvo internado en un psiquiátrico.

Fuera de los circuitos hablaban de que llevaba una vida salvaje. Fue profesional desde 1966 a 1980. Después de curarse de una de sus muchas adicciones, las anfetaminas, le nombraron seleccionador de su país. Logró ganar en ese puesto 29 medallas en los mundiales, seis de ellas de oro con Danny De Bie (1989), Paul Herygers (1994), Mario De Clerq (1998, 1999 y 2002) y Erwin Vervecken (2001).

Su vinculación con Gipuzkoa resultó importante. En 1966, con 20 años recién cumplidos, ganó el Campeonato del Mundo que se celebró en Beasain. Le ganó a su hermano Roger, que entre otros logros venció en cuatro París-Roubaix, además de la Milán-San Remo, Vuelta a Flandes, Lieja-Bastogne-Lieja y Giro de Lombardía. En Bera, en 1974, otro compatriota suyo, Albert Van Damme, le dejó sin título.

José Mari Yurrebaso le venció 1979. El de Urretxu tiene 60 años. Anda mucho a pie por el monte. Sube media docena de montañas al año, como el Monte Perdido. Cuando le ganó a Eric De Vlaeminck en Ordizia, el belga, de vuelta de todo, tenía 34 años, «diez años más que yo. ¿Qué recuerdo de Eric De Vlaeminck? Que era muy habilidoso. Era increíble cómo dominaba la bicicleta. Era el único en aquellos tiempos que pasaba los obstáculos montado encima de la bicicleta. Siempre he seguido, y sigo haciéndolo, a los corredores de ciclo-cross y tenía un cierto parecido con Sven Nys, pero mucho más técnico, más completo. Andaba mucho en carretera y al principio corrió mucho, con buenos resultados en la ruta, aunque luego se centro en el ciclo-cross».

Cuando le preguntamos por la victoria que logró sobre él e Iñaki Maiora en Ormaiztegi, José Mari exclama: «¡Lo tengo muy fresco! Salió un día muy bueno, soleado. El circuito tenía una cuesta más larga que las que hay ahora. En la primera vuelta me vi bien y en esa cuesta larga ataqué. De Vlaeminck me miró como diciendo 'a dónde va este'. Saqué unos metros y volví a pegar otro ataque. Luego Maiora le pasó en la última vuelta. Yo tenía 24 años y él, 34. Sinceramente, ha sido el mejor corredor de ciclo-cross que he visto nunca, el mejor de todos los tiempos. He visto y he corrido con otros muy buenos como Liboton, Zweifel, Thaler o Woshfol, pero De Vlaeminck era superior a todos. Corriendo a pie el mejor ha sido Zweifel».

Yurrebaso no le vio correr el mundial de Beasain, «ni tampoco en Urnieta. Ahora los mejores son Van der Poel y Van Aert, al menos para mí». José Mari ganó tres campeonatos de España de ciclo-cross y una etapa de la Vuelta a España en 1981.

«Saltaba los obstáculos»

Iñaki Maiora también le ganó. Tiene 59 años. Ganó cuatro campeonatos de España de ciclo-cross y fue segundo en la carrera en la que él y Yurrebaso se impusieron a Eric De Vlaeminck.

«El primer recuerdo que tengo de Eric De Vlaeminck fue en el mundial de Beasain, el primero que ganó. Yo tenía once años y él, 20. También le vi el último que ganó, en Londres. Yo corría en aficionados. Cuando entrenábamos en el circuito nos dimos cuenta de que la trazada de un corredor desaparecía en los obstáculos. Dedujimos que alguno de ellos los saltaba, que entonces era algo impensable. Nos camuflamos cerca de un obstáculo para esperar a Eric De Vlaeminck, pero nos vio y no lo saltó. En la carrera, todo el mundo se bajaba seis veces de la bicicleta y él los pasaba sin problemas. Le ganó el mundial al esprint a Rolf Wolfshol. Se corrió el rumor de que había salido de la cárcel un mes antes para correr el mundial», explica Iñaki

En Ormaiztegi corrió en 1979: «Era un personaje, un genio, una persona muy, muy especial, muy solitario. Convivía con sus compañeros de selección pero no alternaba con ellos. Como corredor, el mejor que yo he visto nunca en ciclo-cross. Él en ciclo-cross y Eddy Merckx en carretera son los mejores que yo he visto. Era muy habilidoso. ¡Algo increíble!».

También era «muy rápido. Tenía muy buen esprint, con lo que si llegabas con él, adiós. Si se hubiese dedicado a la carretera habría ganado muchas cosas, como su hermano Roger». Tanto le impactó Eric De Vlaeminck a Iñaki Maiora que «a uno de mis hijos le llamé Eric. Se ponía muy rápido en forma. Por eso la leyenda de que cuando estaba en la cárcel le dejaban entrenar allí y luego en un mes era capaz de ganar carreras nos lo creíamos».

La persona que contactaba con Eric De Vlaeminck para traerle a correr a Euskadi era José Mari Eceiza, que llevó y contrató a muchos ciclistas. A los 67 años recuerda muy bien al corredor belga: «Le traje aquí para que corriese varias pruebas, en Ormaiztegi, Urnieta, Aretxabaleta y Llodio. En Urnieta ganó un día de Año Nuevo. Para entonces ya había sido siete veces campeón del mundo. Era una persona de trato difícil, muy caprichoso. Cuando venía aquí se alojaba en el restaurante Mateo, de Oiartzun. En Urnieta cuando se iba a dar la salida no aparecía y llegó justo para poder correr. Para mí ha sido el mejor corredor que he visto nunca en ciclo-cross. Era muy habilidoso. Un tablón sobre un riachuelo lo pasaba a toda velocidad, sin inmutarse. Era capaz de bajar una cuesta pronunciada a tope, llegaba abajo, se tiraba hacia el monte, se giraba y enderezaba la trayectoria».

Recuerda Eceiza que «en la prueba que corrió en Llodio le pagaron la mitad de lo acordado (iba a cobrar 45.000 pesetas) por pasar de la carrera. Fue un 31 de diciembre de 1974. Al día siguiente ganó en Urnieta. Cobraba 45.000 pesetas por carrera. El único que le plantaba cara era Albert Van Damme. Cuando corrían juntos era un espectáculo, pero no les gustaba hacerlo porque se picaban y casi acababan pegándose. La gente se ponía loca. Llenaban los circuitos allí donde iban. En Bélgica podía llegar a cobrar 60.000 pesetas. Era una persona muy especial, mucho».

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