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IÑAKI IZQUIERDO
SENPERE.
Domingo, 19 de noviembre 2017, 09:05
Hace frío en Senpere. Cyril Barthe, ciclista de la Fundación Euskadi que la próxima campaña correrá como neoprofesional en el Euskadi-Murias, aparece con una sonrisa que no le abandonará en todo el recorrido de la contrarreloj del Tour de Francia, que podría ser decisiva en la próxima edición.
Serán 31 kilómetros en la penúltima etapa por algunos de los paisajes vascos más pintorescos. Entre Senpere y Ezpeleta, una crono ideal para los mejores de la general pero con muchos recovecos que conviene descubrir. Y quién mejor que Cyril Barthe, de 21 años y natural de Sauveterre-de-Béarn, para hacer de guía. Conoce esos caminos como la palma de su mano.
La carrera saldrá del frontón de Senpere. «La rampa se montará en mitad de la cancha», explica Barthe, que prefiere acometer el recorrido en culote corto. Tras atravesar el casco urbano, la etapa tomará la carretera de Baiona y se encontrará el primer repecho, de un kilómetro, antes de girar a la derecha camino a Ustaritz.
«El repecho no tiene mayor problema y después se entra en una zona de toboganes bastante rápida. Es una zona muy bonita porque se gira hacia Ustaritz y se atraviesa el bosque. El recorrido de la etapa es precioso. Estuvimos haciéndolo con el director general del Tour, Christian Prudhomme, que se quedó encantado, y con las autoridades de la zona. En esta primera parte no hay dificultades, solo el repecho de Senpere. Es fácil». El tramo del bosque de Ustaritz es el único que presenta un asfalto en mal estado, muy parcheado, aunque perfectamente transitable.
Hacia el ecuador de la etapa empezarán las dificultades para los ciclistas. «Lo más duro es al final», admite Barthe. «A partir de Zuraide el recorrido es engañoso, porque es más duro de lo que parece, pero lo complicado empieza un poco antes, a la salida de Ustaritz».
No se llega a entrar en el pueblo, sino que se gira bruscamente a la derecha. «Hay dos repechos consecutivos que, sin ser duros, obligarán a acertar con los desarrollos. En mi opinión, los primeros de la general no encontrarán dificultades para rodar muy rápido, pero a más de uno se le pueden atragantar. No hay que olvidar que será la penúltima etapa, con tres semanas de carrera en las piernas».
Y esa puede ser una de las claves del recorrido, según el neoprofesional de origen baionarra. «Es un recorrido muy rompepiernas. Obliga a rodar a ritmos muy diferentes todo el tiempo, a jugar con los desarrollos. Es un sube y baja que va de menos a más dureza, con el remate final en Pinodieta, donde se pueden hacer segundos de diferencia».
Pero antes hay que alcanzar Zuraide y hacer un bucle de unos cinco kilómetros engañosos. No parece gran cosa. «Ojo», avisa Barthe. «Es duro. La carretera es estrecha, va entre casas y puede parecer que no tiene dificultad, pero es dura. A partir de aquí la crono se complica bastante».
Zuraide (Souraïde, en francés) es un pueblo minúsculo. La carrera llegará a la rotonda de la entrada y allí se introducirá en el casco urbano por la calle principal, dejando a la derecha el hotel Galzagorry y a la izquierda el frontón, como la mayoría en Iparralde, de plaza libre y una sola pared.
Tras ese bucle que Barthe considera peligroso, la carrera descenderá de nuevo a Zuraide para acometer los últimos cinco kilómetros de la etapa, los más duros. Saliendo del pueblo dirección Senpere, en 500 metros la crono girará a la izquierda en mitad de una recta hacia un camino particular. No está señalizado y no es sencillo encontrarlo si no se conoce. Hay un cartel anunciando una granja: 'Ferme Garako Etchea'. Como pista, es una recta larga con una zona central con el asfalto pintado de amarillo. Se gira hacia una carretera estrecha, cuyo primer tramo es en bajada. Y allí aparece el punto culminante de la contrarreloj: Pinodieta.
Es una subida en tres tramos, el primero y el último, dos auténticos muros y en medio, un falso llano. Cada tramo tiene unos 300 metros. «Son dos rampas con porcentajes que rondan el 20%», explica Barthe, que las supera con envidiable soltura. Pese a lo empinado de la cuesta, no requerirá cambio de bicicleta. «No. Es muy corta para eso. Aquí lo que toca es agarrar fuerte el manillar y tirar con la cabra para arriba. Con la cabra de contrarreloj normal. Es apenas un kilómetro».
Cyril Barthe, un excelente compañero de viaje, explica que él «conocía todo el recorrido pero la subida a Pinodieta, no. Es una carretera por donde no pasa tráfico habitualmente y no la había recorrido nunca, y eso que paso mucho por aquí porque me gusta ir a entrenar por Lizuniaga».
El corredor de la Fundación Euskadi opina que «puede ser un final muy bonito para el Tour, ojalá se decida en esta etapa. Por lo que veo, hay mucho ambiente por la llegada del Tour. La gente te comenta cosas -en el frontón de Senpere se le acerca uno de los organizadores locales para intercambiar impresiones- y está contenta. El recorrido y el paisaje que atraviesa es muy bonito. Va a ser un día especial». Barthe es natural de Sauveterre-de-Béarn, en la muga con la Baja Navarra, pero vive a caballo entre su pueblo natal y Baiona. Su madre es de Maule, la capital de Zuberoa y su padre también es de Iparralde.
Desde la cima de Pinodieta, la carrera enfilará hacia la llegada en Ezpeleta. «Es una bajada corta por buena carretera. Es un poco técnica, porque hay varias curvas que hay que trazar bien, pero no debería de ser peligrosa».
A la hora de hacer un pronóstico, Barthe opina que «no es una crono para especialistas, para grandes rodadores, sino para hombres explosivos, de tipo Valverde o Alaphilippe. También le puede ir bien a alguien como Richie Porte. Y, por supuesto, para los hombres de la general».
En ese sentido, el fichaje del Euskadi-Murias no duda de que la etapa es un traje a medida para Chris Froome, si el británico está bien. «A Froome le va perfecta. De todas formas, a Froome le van perfectos todos los recorridos. Ha ganado el Tour subiendo, bajando, en contrarreloj...».
La llegada de la etapa será en la zona peatonal de Ezpeleta, que el día que Cyril Barthe reconoció el trazado era un hervidero de gente. Mucho turista atraído por el producto estrella de la localidad, el pimiento, un condimento muy apreciado. La llegada del Tour a esta zona del país será un éxito de público garantizado. A menos de media hora de la muga, lo que significa un evento como el Tour supondrá asimismo un reto logístico para los organizadores, ya que las carreteras de acceso están diseñadas para soportar un tráfico modesto.
Será, sin duda, un caramelo para la legión de cicloturistas guipuzcoanos y navarros que podrán acercarse a la carrera en bici, tanto desde la costa por Urruña y Azkaine como desde Bera, Etxalar o Dantxarinea, a los diferentes puntos del recorrido.
La impresión de un profesional como Cyril Barthe es que la etapa resultará espectacular y que hay suficientes trampas como para que si alguien se confía pueda sufrir un susto. «Ojalá el Tour se decida aquí», asegura ante una taza de café a cincuenta metros de la salida. Un anfitrión excelente.
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