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J.L.
Domingo, 8 de enero 2017, 09:19
Urriza y Endika brindaron ayer con ocasión de la final del Masters de remonte el mejor partido individual que se ha visto en Galarreta en muchos años. El 30-24 favorable al campeón individual no refleja con suficiente fidelidad el equilibrio ni la resistencia presentada por el de Saldias, magnífico. Le faltó aguante en la última decena ante un pelotari que volvió a ejercer de martillo pilón. El expalista de Pamplona no para de golpear, de insistir.
Asistimos a un despliegue físico de primer orden de los dos protagonistas, acompañado de unas facultades defensivas e incluso técnicas fuera de lo común. El botecorrido salvó de apuros a ambos, lo mismo en el centro de la cancha que en la pared izquierda. Devolvieron pelotas imposibles desde las tablas de la contracancha.
Endika corrió hacia el rebote y, de espaldas al frontis, pasó al ataque. No llevó a buena el último, el del 30-24, porque era imposible. Además, convierte un recurso como el revés en arma ofensiva a base de coger altura en el frontis. Cobró trece tantos de dos paredes, cifra propia de delantero exquisito. Ocupó esa posición en sus primeras temporadas de profesional.
Ausente en el campeonato individual de agosto por culpa de una inoportuna fisura en la costilla, el zaguero de Saldias es a sus 26 años alguien a tener muy en cuenta en la modalidad, una alternativa seria al cuatro veces campeón Urriza. Al menos, si juega con regularidad tan bien como en la final de ayer.
Dos tantos consecutivos dentro de la última decena, el 26-23, de dieciocho pelotazos, y el 27-23, de doce, significaron el punto culminante del choque. Alternaron acciones formidables de ataque y defensa. Endika terminó tumbado en el suelo y Urriza, inclinado hacia delante en busca de aire para sus pulmones.
Si bien cada tanto cayó a un lado, los dos juntos supusieron la puntilla para Endika, cuyo rendimiento bajó en los últimos compases mientras Urriza mantenía el ritmo. Tenaz como pocos, no se dejó intimidar por la desventaja de cuatro tantos del 9-13. Tampoco por una posterior de dos en el 16-18 y el 19-21 después de llegar a adelantarse por dos veces, 14-13 y 15-14.
Endika asume riesgos
Endika, consciente de la inconveniencia de entrar al peloteo con Javier Urriza, asumió riesgos desde el inicio y buscó el remate con decisión y mucho tino. No le importó perder tres o cuatro pelotas. Había que buscar la chapa y la línea. Era el peaje necesario para aspirar a la victoria.
En el debe de ambos cabe apuntar que apenas acertaron con el saque. Ni uno ni otro. Endika lo pagó al final ante un Urriza al que sentaron de maravilla un par de rachas basadas en su primer disparo. Con la primera pasó del 9-13 en contra al 14-13 a favor. La segunda, ya cerca de la conclusión, provocó restos apurados del rival para resolver con el segundo pelotazo.
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