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ENRIQUE ECHAVARREN
Viernes, 7 de abril 2017, 07:46
Después de 17 años de espera, la final del Campeonato de Parejas, que se disputa el domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao, volverá a tener doble presencia guipuzcoana en la lucha por las txapelas. Los inseparables Mikel Unanue y Jokin Errasti fueron los últimos en conseguirlo, en 2000. Su testigo lo han recogido Iker Irribarria y Beñat Rezusta, que parten como claros favoritos para subirse a lo más alto del cajón. EL DIARIO VASCO reunió en torno a una mesa a los cuatro protagonistas. Un almuerzo informal, salpicado de anécdotas, batallitas y buenos deseos. No hay un guion preestablecido. Los temas surgen con naturalidad y los protagonistas se expresan con total libertad, sin cortapisas. A calzón quitado. La cita tuvo lugar en el restaurante Eme Be Garrote, del barrio donostiarra de Igara.
«Ya podéis ganar la final para que nos dejen en paz de una santa vez», les espetó Unanue nada más cruzar la puerta del establecimiento hostelero mientras se estrechaban las manos. «No hacen más que llamarnos en los últimos días para entrevistarnos. Parece que somos nosotros los que jugamos la final», bromea el expelotari de Añorga. Irribarria y Rezusta se dejan llevar abrumados por las tablas de los veteranos. El zaguero bergararra rompió el hielo al interesarse por Noah, el hijo mayor de Unanue, que juega de zaguero en categoría juvenil. «Primero tuvo un problema en el hombro y luego en la mano. No se recuperaba del todo y ha tenido que pasar por el quirófano», desvela el zurdo donostiarra.
Según llegaban los platos a la mesa, desaparecían. «Somos de buen comer», apuntan a coro Irribarria y Rezusta. Eso lo dejaron muy claro, como el agua que bebieron. Y también que la cocina de vanguardia no acaba de convencerles. «Donde esté un menú de sidrería, que se quite todo lo demás. Es lo mejor para la dieta», apostilla el delantero de Arama. La primera txuleta de Luismi, volatilizada. La segunda siguió el mismo camino. ¿Ya les ganaríais a estos?, le preguntamos a los ilustres veteranos. «Al mus, fácil», responde Unanue socarrón. «Ahora sería imposible. Con la velocidad a la que juegan, es complicadísimo meterles mano», añade.
Errasti, en cambio, deja una puerta abierta a la esperanza. «En el Municipal de Bergara, con una pelota que no pase del cinco, igual no lo tienen tan fácil». El zaguero azkoitiarra, de 50 años, abandonó la práctica de la pelota en 2006 después de veintiún temporadas y media como profesional en Empresas Unidas y Asegarce. En la actualidad se dedica a la construcción. Unanue es dos años más joven y se retiró en el Beotibar de Tolosa, al igual que su inseparable amigo, en 2007 tras dos décadas en Empresas Unidas, Alti, Asegarce y Besagain. Es propietario de la ortopedia '60 +' y mata el gusanillo jugando a paleta.
Su experiencia, adquirida por todos los frontones de la península -citan localidades recónditas de Castilla y León y Aragón, donde han jugado a pelota- les faculta para aconsejar a los noveles. «Está claro que van a ganar, han demostrado ser los mejores a lo largo del campeonato, pero cuidado con Bengoetxea que es muy competitivo», proclama el zaguero azkoitiarra. Unanue considera que «tienen que jugar tranquilos e intentar disfrutar. Si logran ponerse por delante, mejor que mejor. La presión la lleva dentro cada uno, pero es en estos partidos cuando se demuestra de qué estás hecho. Bueno, yo precisamente no soy un buen ejemplo. He disputado cuatro finales de parejas y solo he ganado una».
«Tampoco yo he disputado muchas. Al contrario, más bien pocas -añade Errasti-. Solo dos a parejas y otra en el cuatro y medio, pero cómo han cambiado las cosas con el paso del tiempo. En la final de 1998 que ganamos por la mínima a Etxaniz y Elkoro dimos 1.086 pelotazos a buena. Eso a día de hoy sería impensable. Ahora se juega mucho más rápido, es otro concepto de pelota».
Irribarria entra en calor. «He visto esa final por televisión y me pareció aburrida. Jugabais a cuarenta por hora. La pelota botaba hacia adelante y para arriba». Errasti incide en que «además del material, ha evolucionado el tipo de juego. Se ha visto cada cosa últimamente... El público de nuestra época no les hubiera dejado terminar el partido a algunos pelotaris. Menudos silbidos se escuchaban en Bergara y en Eibar».
«Titín revolucionó el Parejas y Martínez de Irujo el mano a mano. Ahora es imposible jugar si no entras de aire», proclama Unanue. La evolución de la pelota también ha afectado al vestuario. «Se echa de menos la educación que había antes. Cuando entrabas en el vestuario nada más debutar ni se te ocurría abrir la boca. El respeto hacia los veteranos era tremendo. Hoy en día no existe esa figura del veterano que te enseñe», puntualiza Unanue. Irribarria le da la razón. «Yo he aprendido mucho con Barriola. Me corregía en la cancha y siempre me ha dado buenos consejos». Errasti pone la puntilla «a mí Luis Benito Nalda jamás me dirigió la palabra en el vestuario» y critica que «ahora a los jóvenes no se les da tiempo para demostrar si son válidos para jugar a pelota o no. En tres o cuatro años o sirves o a casa. Yo he llegado a jugar contra rivales de cuarenta años y ahora resulta que el más veterano de ambos cuadros es Barriola, que tiene 38 años».
Viejos hábitos
No solo se ha producido una transformación evidente en la forma de jugar a pelota, también en la preparación de los propios pelotaris. «En nuestros tiempos cada uno hacía lo que quería, no había un seguimiento exhaustivo como ahora. Unos íbamos a andar al monte, otros hacían otras cosas, pero, eso sí, tocábamos pelota todos los días. El contacto con el frontón era básico. En mi caso daba igual cualquier sitio, en el kontzejupe de Azkoitia, en cualquier pared. Al principio no pisábamos un gimnasio para nada. Luego, a partir de los 34 años, sí. El comienzo de la preparación física comenzó con nuestra generación», rememora Errasti.
«La empresa te exigía que jugases bien el día del partido. Lo que hicieses durante la semana era cosa tuya -añade-. Eso sí, después de jugar te duchabas y tenías que pasar por la oficina. Para cobrar o para recibir una bronca. He visto a muchos pelotaris irse a casa directamente sin cobrar para evitarse ese mal trajo. Alberto Vidarte sí que imponía...».
Inmediatamente tercia Irribarria. «Nosotros no estamos siempre en el frontón, más que todo para desconectar, pero sí que es verdad que no conviene dejar el contacto con la pelota más de dos o tres días, aunque sea con la goxua». Rezusta, en cambio, es más tajante. «A mí no me gusta tanto frontón, prefiero darle descanso a la mano entre partido y partido». Lo dice porque solo utiliza la izquierda -la derecha solo la usa para saludar-. A lo largo del campeonato, en 17 partidos, el zaguero bergararra no habrá dado más de una veintena de pelotazos con su diestra. Es normal que trate de proteger con mimo su principal herramienta de trabajo.
Tanto Unanue como Irribarria y Rezusta son zurdos. El delantero de Añorga tuvo que competir en su día contra Gonzalez o Xala, los zurdos de Iparralde. «Cuando comencé a jugar a pelota no pasaba del cuatro con la derecha. De chaval ni me ponía los tacos, para qué. Ansola solía buscarme siempre las cosquillas. Me sacaba siempre al ancho y no daba una». Irribarria comparte su opinión y señala que «a mí lo que más me cuesta es defender con la derecha».
La polémica del material
Inevitable en toda buena tertulia pelotazale es hablar del material, fuente de polémica desde que comenzó este deporte. «En nuestra época se jugaba con pelotas vivas. Eran las que utilizaban casi siempre Lajos, Martinikorena... Recuerdo que incluso tuvieron que rebajar el frontis del Ogueta porque se pegaban muchos rebotes. Esas sí que eran pelotas vivas, no las de ahora», dice Errasti. Pero también hubo años en el que prevaleció la motela. «Si sacan ahora las pelotas con las que se jugaba antes...», añade Inaxio Errandonea, quien se incorporó más tarde a la conversación. El exzaguero de Bera, de 52 años, estuvo dos décadas en activo. Militó en Eskulari, Pilotaberri y Asegarce y colgó el gerriko en 1982. Lleva casi diez años como director comercial de Aspe y ha visto las dos caras de la pelota. «Si en Bergara alguno llegaba al rebote era un logro», proclama.
Irribarria está conforme con el material que se ha utilizado hasta el momento en el campeonato. «Quitando alguna elección que otra, creo que ha habido buen material hasta ahora. Un par de pelotas de Aimar Olaizola han estado por debajo de lo que se debe exigir en profesionales, pero el resto han sido buenas pelotas». Errasti le interrumpe. «A ti debería darte igual el tipo de material con el que se juegue. Con una pelota exigente para el contrario vas a hacer el mismo daño que con la viva».
Como inevitable es entrar en comparaciones entre diversas épocas de la pelota. Y surge a colación el nombre de José Javier Zabaleta, el zaguero que más poder tiene a juicio del campeón manomanista. «Su derecha es comparable a la de Rubén Beloki en sus mejores tiempos. Patxi Ruiz también tenía una derecha eléctrica en sus inicios», afirma Unanue antes de dejar paso al experto, Errasti. «Vosotros no habéis visto jugar a Ladis Galarza, menuda zurda más elegante tenía. Aunque era diestro, tenía mejor zurda que los propios zurdos. No ganó muchos títulos, pero jugaba muchísimo a pelota. Una barbaridad. Fue capaz de ganarle dos veces la revancha del Manomanista a Julián Retegi y eso, en aquellos años, no estaba al alcance de cualquiera», dice Irribarria y Rezusta no conocían en persona a Mikel Unanue. En cambio, a Jokin Errasti le ven cada sábado. En el frontón o por televisión. El exzaguero azkoitiarra comenta junto a Josetxo Lizartza los partidos de pelota en el programa Frontón. A los jóvenes no le gustan algunos de los comentarios que se dicen en antena. Errasti se defiende. «Si dijera todo lo que pienso...», soltó de salida mientras Unanue sonreía. «Hay días en que es muy complicado disimular cuando ves a un pelotari que está haciendo el ridículo. Intento ser lo más neutral posible, aunque hay gustos para todos». Irribarria no se oculta. «Hay algunos comentarios que son difíciles de explicar y se nota una gran diferencia entre quién comenta los partidos los fines de semana».
Y Errasti se defiende. «Hablamos principalmente para la gente que no sabe de pelota, para que conozcan más este deporte. Ese es nuestro único objetivo». Cómo no, Unanue tercia para evitar malentendidos. «Antes, todos los palos se los dabais al francés y ahora resulta que el que los está dando es él». La referencia al contencioso que Xala mantiene en los tribunales con Aspe y Fernando Vidarte es evidente.
Veranos intensivos
A Errasti le sorprende que los pelotaris tengan desde el año pasado dos semanas de vacaciones. «Nosotros no queríamos, en verano era cuando más jugabas y, por lo tanto, cuando más cobrabas. Yo he llegado a jugar más de ochenta partidos al año y sin suspender nunca». Unanue lo corrobora. «Ha habido años en los que hemos llegado a jugar en agosto catorce o quince partidos. Todo el mundo quería vernos. Y después de jugar nos quedábamos de juerga a pesar de que tenías que volver a vestirte de blanco al día siguiente. En eso también han cambiado mucho las cosas de un tiempo a esta parte». Irribarria desvela que el año pasado disputó 70 partidos y Rezusta no llegó a 60. Eso sí, el bergararra lleva año y medio sin suspender un partido. El año que más ha jugado fue 2014, con 64. Pocos si los comparamos con los de Titín. El delantero de Tricio llegó a superar el centenar varios años consecutivos.
Errasti es una fuente inagotable de anécdotas. Ésta no tiene desperdicio. «En mi primer partido como profesional me pagaron 15.000 pesetas, que en aquellos tiempos era un dinero - se comentaba que la minuta de Ladis Galarza era de 35.000 pesetas por partido-. Ahora la diferencia es abismal». Recuerda el exzaguero azkoitiarra que «una vez en Pamplona, el día de San Fermín, fuimos a comer al Europa después de jugar al mediodía en el Labrit. Tenía 23 años y no había probado champán en mi vida. Pidieron Moët&Chandon. No sabía ni lo que era. Y comimos pochas. Ese día había cobrado 35.000 pesetas. Invité a dos amigos y la cuenta era de 36.000. Tuve que pedir mil pesetas prestadas para pagarla. ¡¡¡Pero si eran unas alubias blancas y cava!!! Lo peor es que estaba en San Fermín y no tenía un duro en el bolsillo. Salí del paso como pude».
La pelota no es ajena a la realidad y, según Unanue, va recuperándose poco a poco tras soportar la crisis económica. «Hace cuatro años la crisis era bestial. Sacudió a todos los estamentos de la sociedad, pero la pelota ha podido salir hacia delante. Las entradas registradas en el Campeonato de Parejas así lo confirman, pero aún así la crisis se sigue notando». No tarda mucho Errasti en rebatirle. «Fíjate en el Labrit, da igual lo que pongas. Se han registrado llenos todos los días que se han programado partidos del campeonato de parejas».
El azkoitiarra mantiene una cruzada contra los botilleros. «No deberían existir cuando se juega a parejas. Si no eres capaz de entenderte con tu compañero. En cambio, en el mano a mano si lo veo eficaz». Irribarria le responde y discrepa. «Creo que después de debutar sí es necesario a parejas. Luego, no».
Errasti pone punto y final al almuerzo con un consejo a Irribarria y Rezusta. «Yo que vosotros, al día siguiente de la final iría a tocar la puerta del empresario incluso con la txapela puesta...». Sobran las palabras. Más sabe el diablo por viejo que por diablo...
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