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Rezusta e Irribarria, con la txapela de campeones
Irribarria y Rezusta, campeones del Parejas

Irribarria y Rezusta, campeones del Parejas

La pareja guipuzcoana ha superado a Bengoetxea VI y Larunbe (22-14) y devuelven la txapela del Parejas a Gipuzkoa 19 años después

JOSEBA LEZETA

Domingo, 9 de abril 2017, 17:57

Iker Irribarria y Beñat Rezusta confirmaron el regreso de los guipuzcoanos al primerísimo plano de la pelota a mano al recuperar un título, el de Parejas, que no ganaban juntos dos representantes de este territorio desde la victoria de Mikel Unanue y Jokin Errasti en 1998, hace diecinueve años. Cierran el círculo en una final demasiado rota como para agradar a los pelotazales que no emborrona un campeonato en el que han ganado dieciséis de sus dieciocho partidos. El 22-14 en el Bizkaia de Bilbao hace justicia a la superioridad y al buen juego, a la par que serio, exhibido en los cuatro últimos meses.

Iker Irribarria, el campeón manomanista más joven de la historia al ganar la txapela con 19 años en 2016, pasa a ser también el vencedor del Campeonato de Parejas de menor edad, 20 años, uno menos que Rubén Beloki en 1996. Lleva dos temporadas en el campo profesional y ha batido registros de precocidad reservados a las figuras de este deporte. Habla sobre la cancha, donde se comporta como un veterano, donde no pierde los papeles por mandar fuera dos ganchos. Si eso no le funciona, cambia de registro y se pone el mono de trabajo. Posee tal repertorio que también le vale.

Beñat Rezusta, designado mejor pelotari del campeonato al terminar con mayor número de puntos que nadie en la clasificación patrocinada por Codere, ha aprovechado su segunda final para ganar este título. La lesión de Irujo le impidió acabar la del año pasado. Repetía por segunda edición consecutiva y no va a necesitar una tercera oportunidad. Aprovechó la segunda y pocos ponen en duda su condición de mejor zaguero del momento.

Son también la quinta pareja guipuzcoana vencedora del Campeonato de Parejas tras Txikito de Iraeta-Lazkano en 1945, Arriaran hermanos -Pako y Joxe- en 1962, Beristain-Tolosa en 1982 y los citados Unanue-Errasti en 1998. Historia.

Irribarria y Rezusta impusieron de nuevo la ley de su pegada. Ningún zaguero contrario ha podido contrarrestar su poder. En lugar de sumar, multiplican. El de Arama, además, ha exhibido capacidad rematadora en muchos partidos. Esta vez no le hizo falta recurrir a ella. Lo vio claro desde el principio, desde que Mikel Larunbe comenzó a fallar más de la cuenta. El de Galdakao había perdido ya seis pelotas, incluido un resto de saque, para el 10-6. Fue la principal fuente de tantos para los dos guipuzcoanos, que le atacaron hasta hundirle.

Por si le quedaba alguna duda a Irribarria, la despejó en cuanto se le escaparon fuera un par de ganchos de esos que le habían entrado perfectos en la liguilla de semifinales. «Para que me voy a complicar si tenemos el partido atrás», debió pensar. Con razón. Seguro que su botillero Jon Apezetxea le animó a ello.

Esta vez ni siquiera necesitaron madurar el encuentro, desgastar el físico del zaguero oponente. El de Galdakao empezó fallón, continuó en la misma línea y no llevó a buena la pelota en cinco de los últimos seis tantos de la pareja de Aspe. Dio trece tantos a sus oponentes, más de la mitad del trabajo para llegar a 22. Y eso sin sumar el resto defectuoso del 3-3, nada más empezar.Comenzó frío Rezusta, con dos errores claros para el 4-4. Acababa de empezar la final y el zaguero zurdo de Bergara había cubierto el cupo negativo al que nos tiene acostumbrados. Le bastó entonarse y gozar cinco o seis pelotazos consecutivos para recuperar la seguridad y el mando que le caracterizan. Paralelamente, Larunbe no acababa de levantar el vuelo. No le funcionaron ni la derecha ni la izquierda. Erró sobre todo con la mano diestra. Su inseguridad creció con el paso de los minutos, víctima de la irregularidad que ha caracterizado su primera participación en el Campeonato de Parejas.

Oinatz Bengoetxea le prestó ayuda en todo momento. Tanto a la hora de restar saques, algunos complicados, como cuando recurrió al sotamano y se lanzó al remate a la mínima oportunidad. Conocida la solvencia defensiva de Irribarria con la derecha, el leitzarra buscó sobre todo parar en el txoko, donde dejó muertas un par de pelotas. Al principio pudo coger algunas mal empalmadas por Rezusta con un porcentaje de acierto máximo. Pero esas oportunidades se diluyeron con el paso de los tantos. Oinatz no paró nunca de animar a Larunbe. En cada error suyo, en cada oportunidad, en cada minuto... En vano.

Material adecuado

Los cinco abrazos en el marcador registrados hasta el 6-6 dieron paso al primer estirón de los favoritos. Abrieron cinco tantos de brecha en el 11-6 y en el 12-7. Bengoetxea VI barruntaba la idea de enredar con el saque en cuanto lo recuperara. Se fue a la pared izquierda tras el 12-8. Sumó el 12-9 y cometió falta -su disparo botó detrás de la raya del siete- en la acción siguiente: 13-9.Insistió el delantero de Leitza y redujo la desventaja a un tanto con el 13-12. Desde ese momento y hasta el final los de Asegarce sumaron únicamente dos tantos más.Y eso que seguía sin aparecer ese material demasiado vivo que el propio Bengoetxea VI anunció el día de la elección de material. Ningún rebote. Una sola pelota, producto de un sotamano de Irribarria, rebasó ligeramente la raya del siete sin llegar al cristal de atrás ya que Larunbe dispuso de espacio suficiente para armar la zurda. Estaba equivocado.Irribarria y Rezusta son campeones por derecho propio. Nunca porque les haya favorecido el material.

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