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Iker Irribarria y OinatzBengoetxea mantienen unpulso en las calles de Bilbao.El de hoy se trasladará alfrontón Bizkaia de la capitalvizcaína.
Finalistas con los deberes hechos
PELOTA | manomanista

Finalistas con los deberes hechos

Irribarria y Bengoetxea VI llegan a Bilbao con un título bajo el brazo ganado esta temporada

J.L.

Domingo, 28 de mayo 2017, 09:44

Iker Irribarria y Oinatz Bengoetxea afrontan una final del Manomanista sin urgencias esta tarde en el Bizkaia de Bilbao (ETB1, 17.00). La derrota no compromete la trayectoria de ninguno de los dos a lo largo de la presente temporada.

El zurdo de Arama, que defiende la txapela, viene de proclamarse campeón de Parejas hace mes y medio en compañía de Beñat Rezusta. A finales de noviembre, el de Leitza se impuso en el Campeonato del Cuatro y Medio para adjudicarse el título de la única modalidad que faltaba en su palmarés. Además, alcanzó la final del Parejas junto al debutante Mikel Larunbe. Está ante su tercera final en tres competiciones oficiales consecutivas después de un verano en el que Asegarce parecía relegarle a un segundo plano.

Desde ese punto de vista, la presión no agobia ni a Irribarria, que tiene toda una carrera por delante, ni a Bengoetxea VI, que en las filas de su empresa ha tomado la delantera a compañeros mejor colocados en el escalafón en las tres disciplinas.

Tampoco les apremia entrar en el palmarés más preciado de la pelota. Ya figuran en él. Oinatz Bengoetxea, desde 2008, cuando se desembarazó de Abel Barriola en el Atano III de Donostia. Irribarria sorprendió a todos el año pasado con una irrupción meteórica, temprana, consumada contra Mikel Urrutikoetxea en el Bizkaia de Bilbao. Conocen, por lo tanto, lo que se cuece en compromisos de este calibre.

Ahora bien, la presión entra sin llamar, sin tocar las puertas de los deportistas. El inicio de la final de hoy puede invitar al nerviosismo a cualquiera de los dos. Una tacada en contra, un par de errores consecutivos o tres restos de saque defectuosos minan a cualquiera, por mucho desparpajo o experiencia que posea. Media docena de tantos consecutivos y tres pelotazos bien gozados refuerzan, sin embargo, una confianza indudable en el juego de uno y otro.

Su adaptación a la nueva concepción del mano a mano en toda la cancha es uno de los contados puntos en común entre dos finalistas de características diametralmente opuestos. Les separan doce años de edad -Irribarria tiene 20 y Bengoetxea, 32- y diez centímetros de estatura -1,88 el guipuzcoano y 1,78 el navarro-. El joven es zurdo y el veterano, diestro. El propio Oinatz reconoce que su adversario posee el doble de pegada. Los movimientos en corto del de Arama no tienen nada que ver con los del delantero de Leitza, intuitivo y felino en los primeros cuadros.

Instinto ganador

Comparten carácter ganador, incipiente todavía en el caso de Irribarria y confirmado durante casi quince temporadas de profesional por Bengoetxea VI, subido a una de esas largas olas de las que no acabas de caerte pese a la cercanía de la orilla. Lleva meses de navegación con el rumbo correcto.

También Irribarria llega en racha positiva de resultados. Ha ganado dieciocho de los veinte partidos disputados entre el Campeonato de Parejas y el Manomanista de Primera, competición en la que no conoce todavía la derrota en sus dos participaciones. En 2016 venció en cinco comparecencias sin contar la previa de Aspe contra Merino II. En 2017 lleva dos triunfos. Oinatz Bengoetxea es el primero de los adversarios que se cruza por segunda vez en su camino. En la semifinal del año pasado le batió 22-10 en el Astelena.

Iker Irribarria encuentra retos insospechados cada vez que dobla una esquina. Campeón más joven de la historia del Manomanista a sus 19 años, huelga decir que nadie ha ganado dos txapelas con 20. Lo tiene a su alcance. Puso fin a veintiséis años sin que un guipuzcoano inscribiera su nombre en el palmarés del Manomanista. También es el ganador más precoz del Campeonato de Parejas desde el 9 de abril.

Esta tarde puede poner en entredicho otra tendencia instalada en la competición reina. Una victoria le permitiría incorporarse a la lista de pelotaris capaces de retener la txapela, compuesta de momento por doce campeones: en ocho ocasiones Retegi II (1981, 1982, 1983, 1984, 1985, 1986, 1987 y 1988); en cuatro Retegi I (1970, 1973, 1974 y 1975); en tres Atano III (1942, 1944 y 1946) y Azkarate (1961, 1962 y 1965); y en una Arriaran II (1956), Ogueta (1959), Bengoetxea III (1979), Galarza III (1992), Beloki (1999), Martínez de Irujo (2010) y Olaizola II (2013).

Beloki, Irujo y Olaizola II

La dificultad de este objetivo ha crecido a finales del siglo XX y en lo que llevamos del XXI, debido posiblemente a sistemas de competición que obligan al campeón a disputar más encuentros que la final. En las veinticuatro últimas ediciones solo tres pelotaris han vencido en dos ocasiones consecutivas: Rubén Beloki en 1998 y 1999, ayudado porque en la segunda de ellas Asegarce y Aspe organizaron torneos independientes y hubo dos campeones; Irujo en 2009 y 2010; y Olaizola II, en 2012 y 2013. Si el de Ibero y el de Goizueta, autores de records de todos los colores, lo han conseguido una sola vez cada uno, no debe ser nada fácil emularles.

Veintisiete años después del cuarto y último Retegi II-Tolosa, el de 1990, un guipuzcoano y un navarro vuelven a verse las caras en la final de un Manomanista que parece entrar en una nueva era. Retirado Martínez de Irujo y eliminado en cuartos de final Olaizola II por segunda vez consecutiva, la aparición de los jóvenes aporta aire fresco a la competición. Pero pelotaris curtidos como Oinatz Bengoetxea no dan el brazo a torcer. Es la ley del deporte, la eterna pugna entre quienes ansían conservar su posición y quienes sueñan con arrebatársela.

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