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ENRIQUE ECHAVARREN
Domingo, 1 de octubre 2017, 10:04
Altuna III y Albisu inauguraron ayer en Pamplona el palmarés del torneo Master Codere, que reunía a los mejores pelotaris de la temporada en base a un ránking de puntuación, tras imponerse en una competida final a Urrutikoetxea y Untoria. La pareja guipuzcoana se embolsa ... los 6.000 euros destinados al ganador, mientras que los subcampeones se repartirán otros 4.000. Un buen aguinaldo para concluir el verano.
Fue un partido de verdad, jugado de poder a poder por los cuatro protagonistas. Largo, duro, peloteado, de los de ponerse el mono de trabajo. No quedaba otra. Altuna III y Albisu habían jugado la víspera. Sus rivales tuvieron un día más de descanso, pero todos se dejaron el alma en cada pelotazo. Los guipuzcoanos jugaban juntos a pesar de pertenecer a empresas distintas, pero ayer tomaron buena nota de lo que es sufrir en la cancha. Y no por separado. Desde el principio. Su triunfo se cimentó en la constancia, en la fe. Urrutikoetxea y Untoria no les pusieron las cosas fáciles. Al contrario, fueron unos rivales incómodos, de esos a los que sabes que si quieres ganarles ha de ser a base de trabajo.
A pesar de llevar siempre la batuta del juego y del marcador, Altuna y Albisu no encontraban la fórmula para establecer tierra de por medio y sentenciar el partido a su favor. Sus ventajas nunca fueron superiores a cinco tantos. Se les veía faltos de chispa. Esperaban que Untoria acabaría tirando la toalla merced a su castigo, pero el zaguero najerino, claramente inferior en pegada al ataundarra, les salió respondón. Más que respondón. Por momentos llevó incluso el bastón de mando para sorpresa general. Solo cometió un error en todo el partido, cubrió cancha y tuteó a Albisu. Eso no lo pueden decir muchos zagueros hoy en día. Y más después del gran verano que ha protagonizado el ataundarra.
Urrutikoetxea también mantuvo un gran duelo con Altuna III en los cuadros delanteros. Un toma y daca constante a base de ganchos, paradas al txoko, dos paredes, cortadas en busca de los pies del contrario. Tuya, mía. Así una y otra vez, sin descanso, sin tregua. Arriesgando, no quedaba otra. El amezketarra hizo sonar la chismosa hasta en cinco ocasiones. No le importó. Todos sus envíos llevaron intención. Es su estilo de juego, para qué va a cambiarlo a estas alturas de la película si le ha dado réditos hasta ahora.
Albisu tuvo que echar mano de su defensa de aire para frenar las acometidas de sus rivales, que no se dejaron amedrentar pese a ir siempre a remolque en el marcador (0-2, 1-4, 4-9, 6-11 y 11-15). Es más, fueron capaces de igualar el partido a 16 -el único abrazo-, pero su reacción quedó varada como un barco tras el paso de un huracán. Sus opciones desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos a pesar de dominar el duelo a partir del ecuador. Urrutikoetxea se lo jugó todo a una carta, pero la jugada no le salió como quería. Arriesgó, también lo hizo Altuna III, pero el amezketarra fue más certero. Todos acabaron fundidos. El sufrimiento fue generalizado.
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