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Abrazo entre Saralegi y Altuna III tras la victoria. LUIS ÁNGEL GÓMEZ
Olaizola II-Altuna III, final histórica
Pelota

Olaizola II-Altuna III, final histórica

Cuando peor pintaba con el 17-15, el de Amezketa se rehace y, ayudado por tres tantos de saque consecutivos, remonta a un poderoso Ezkurdia

JOSEBA LEZETA

BILBAO.

Lunes, 14 de mayo 2018

Atano III tenía 22 años el 1 de enero de 1927 cuando desposeyó del título manomanista a Mondragonés, de 35. Trece de diferencia. La brecha de edad era de catorce, uno más, el día que Miguel Gallastegi, de 30, destronó al propio Atano III, de 44. En 2017, Oinatz Bengoetxea, de 32, e Iker Irribarria, de 20, se les acercaron con doce.

Justo siete décadas después de la mítica final entre Gallastegi y Atano III de 1948, Aimar Olaizola y Jokin Altuna han establecido un récord antes incluso de ponerse los tacos para disputar la txapela de 2018, algo que harán el domingo 27 en el Bizkaia de Bilbao, en la misma ciudad donde comenzó su reinado Mariano Juaristi tras superar a Mondragonés en el tercer partido de la serie por el cetro de la pelota a mano.

  • Tiempo de juego 59 minutos y 1 segundo. 11:45 de juego real.

  • Pelotazos a buena 268.

  • Tantos de saque Ezkurdia, 3. Altuna III, 5.

  • Faltas de saque Ezkurdia, 0. Altuna III, 0.

  • Tantos en juego Ezkurdia, 8 (dos de sotamano, dos de dejada, uno de parada al txoko, uno atrás, uno de volea y uno de dos paredes). Altuna III, 10 (tres de parada al txoko, tres de gancho, uno atrás, uno de dos paredes, uno de cortada y uno de escapada).

  • Tantos perdidos Ezkurdia, 7 (cuatro de zurda y tres de derecha). Altuna III, 6 (cinco de zurda y uno de derecha).

  • Marcador 0-2, 2-2, 2-4, 3-4, 3-8, 6-8, 6-13, 8-13, 8-14, 13-14, 13-15, 17-15 y 17-22.

  • Momios de salida a la par. Con 8-13 favorable a Altuna III los corredores cantaron 100 a 15 a su favor. Con el 17-15 favorable a Ezkurdia cambiaron las tornas y se oyeron apuestas de 100 a 60 por el de Arbizu.

  • Botilleros Juan Martínez de Irujo con Ezkurdia y Ekaitz Saralegi con Altuna III.

  • Incidencias media entrada en el Bizkaia. 1.402 espectadores. Ezkurdia pidió tres descansos y Altuna III, dos.

La diferencia entre Olaizola II, que juega su décima final a los 38 años, y Altuna III, la primera a los 22, es de dieciséis. Una barbaridad entonces y una barbaridad ahora. Estamos ante una final histórica antes incluso de que el juez lance al aire la chapa para decidir a quién le corresponderá el primer saque.

Jokin Altuna terminó con el oído taponado: «No escuchaba el sonido de la pelota»

Se enfrentan dos generaciones. La figura que se resiste a abandonar lo que tanto trabajo le ha costado conquistar y el aspirante dispuesto a recoger el testigo cuanto antes. Altuna III es el relevo natural de Olaizola II, el joven que más se le parece por clase, por sabiduría, por buena lectura del juego, por comprensión de lo que sucede sobre la cancha, por recursos... Todavía algunos se tirarán de los pelos en Asegarce porque no supieron ver a tiempo las cualidades de este chaval de Amezketa nacido en una familia vinculada al remonte y formado en el club Zazpi Iturri ante los ojos de quienes siguen de cerca las categorías inferiores de la pelota. Se adelantó Aspe.

«Para mí, es un honor jugar la final contra Aimar Olaizola», confesó Jokin Altuna ayer después de su victoria ante Joseba Ezkurdia en la semifinal de Bilbao. «Nos habíamos enfrentado en dos semifinales del Cuatro y Medio, pero nunca en la final de un campeonato oficial». Y además, en el Manomanista, la competición más grande de todas. La de Atano III, la de Mondragonés, la de Gallastegi, la de Retegi II, la de Martínez de Irujo, la de Olaizola II... Cara a cara. Solos sobre una cancha imposible de abarcar si no eres un pelotari grande.

«Estoy todavía más contento porque he tenido que sufrir mucho», apuntó Altuna III. «No queda otra a este nivel». Joseba Ezkurdia le exprimió. Pegó atrás con el objetivo de romper su defensa, de desgastarle y de consumir su aguante. Aunque el rival pese quince kilos más y le saque un palmo de estatura, el amezketarra no se amilana. Confía en su clase y en su técnica. También en su capacidad de trabajo, exigida al máximo en sus tres compromisos de esta edición ante Julen Retegi, Urrutikoetxea y Ezkurdia, por este orden.

Volvió a salir airoso. El parcial de 9-1 con el que Ezkurdia volteó el electrónico del 8-14 al 17-15 amenazaba con agotar las reservas de Altuna III. Parecía fundido ante un pelotari que sacaba cada vez mejor y le atacaba sin tregua. Por ejemplo, con los 26 pelotazos del 7-13 y los 27 del 11-14, este en plena reacción. Siete de los nueve tantos que alcanzaron o rebasaron la decena de pelotazos habían caído a favor del delantero de Arbizu.

Pese al cansancio muscular en las piernas, en la espalda y en todo el cuerpo, Altuna III esperaba su oportunidad. Tampoco le descentró un problema en el oído. «Es la segunda vez que se me tapona. Ya me había pasado en el aterrizaje de un vuelo. Mediado el partido, he notado lo mismo. Ni siquiera oía el sonido de los pelotazos». El doctor José María Urrutia, médico de Aspe, se le acercó en el descanso del 17-21 con la intención de atenderle. No hizo falta. El final y la final estaban cerca y se jugaban sobre la cancha, no en el interior del vestuario.

La oportunidad ansiada llegó tras el 17-15. Con todo el frontón a su disposición y Altuna III sometido, Ezkurdia ejecutó un dos paredes de sotamano que salió con mayor altura de la calculada por el autor. «Mi esperanza era que botara fuera», reconoció Altuna en su comparecencia ante los medios de comunicación. «Por suerte para mí, ha sido así. Hay momentos clave en los partidos y ha sido uno de ellos». El posible 18-15 acabó en 17-16.

Cortó la racha y, más importante aún, recuperó el saque, el arma con el que cambió el decorado. Ejecutó tres perfectos -el tercero, el cuarto y el quinto de los cinco que firmó- para recuperar la delantera y cobrar una pequeña renta de dos tantos en el 17-19, ampliada por el besagain defectuoso en escapada que le valió el 17-20. Afloraba de nuevo su destreza. Hay que ser técnico para meter tres saques en los pies del rival después de tocar baja la pared izquierda cuando las fuerzas escasean y toca tirar de la reserva.

Dos descansos del contrario

Irujo, botillero de Ezkurdia, pidió en ese momento uno de esos descansos tácticos que se estilan en los partidos individuales. Lo aprovechó Altuna III para tomarse un respiro. No andaba sobrado. Tras fallar su pupilo una dejada al ancho, el de Ibero recurrió al tercero en busca de una corrección táctica inmediata. El marcador lucía el 17-21 y apenas quedaba margen. El amezketarra volvió a emplearlo para recuperar resuello y dirigirse a su último saque. Ezkurdia, inquieto, regresó a la cancha antes de cumplirse los dos minutos, agotados por su oponente hasta el último suspiro.

Tres descansos en los cinco últimos tantos (el obligatorio del 17-18 y los de Ezkurdia en 17-20 y el 17-21) le sentaron de maravilla para sufrir de nuevo en otro intercambio de trece pelotazos antes de resolver a su estilo, con magia. Parada al txoko desde lejos y estallido de alegría de sus seguidores. Contuvo la suya. No le sobraban energías y tras atender a un chaval que le pidió la muñequera de su ídolo y cruzar un saludo respetuoso con Ezkurdia, dirigió sus pasos con lentitud hacia un Ekaitz Saralegi que le recibió con un abrazo reparador. De nuevo finalista. Esta vez, del Manomanista.

El Altuna III manomanista no vive solo del saque-remate y la genialidad. Para muestra su demostración del 8-14. Resto de aire con la zurda para atropellar a Ezkurdia en el ancho y gancho con el que aprovecha la devolución de su oponente. Alguien capaz de hacer eso....

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