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La resonancia magnética confirmó la existencia de una rotura de fibras en el dorsal ancho derecho de Jaka. Es de grado II y los médicos son precavidos a la hora de establecer un tiempo para la posible vuelta a las canchas del pelotari. ... No hay plazos.
La experiencia de otros casos invita a pensar en un periodo de un par de meses de baja, si bien hay pelotaris que han necesitado más tiempo por culpa de recaídas. El propio Jaka y sus cuidadores son conscientes de ello y trabajarán para evitarlas. «Es una zona delicada», insisten desde Aspe. Exige mucho cuidado y una curación concienzuda para no tener que volver a empezar con la recuperación.
El de Lizartza, que sufrió la lesión el domingo en el Astelena de Eibar durante la eliminatoria del Torneo San Fermín del cuatro y medio que le enfrentaba a Jokin Altuna, inicia un tratamiento con el fin de cerrar primero la rotura muscular y, a continuación, poner a punto de nuevo el dorsal ancho, fundamental en los movimientos de brazo de los manistas.
Por desgracia, los médicos de las dos empresas de mano profesional se han familiarizado con las roturas de fibras en el dorsal o en músculos próximos al sobaco. Erik Jaka es el último de una larga lista de pelotaris damnificados por esta lesión.
Aunque hasta el momento la plantilla de Asegarce se ha visto más afectada, tampoco Aspe es inmune a esta dolencia muscular. Los doctores Íñigo Simón, integrante del servicio médico de la empresa bilbaína, y José María Urrutia, encargado de la salud de los manistas de la promotora eibartarra, conocen las consecuencias y las dificultades que entraña su recuperación.
Aimar Olaizola fue uno de los primeros damnificados. Su lesión de dorsal es posiblemente la más conocida de todas, además de una de las primeras. Y también una de las de mayor gravedad. «Estuve parado unos cinco meses», recuerda el de Goizueta. «Sufrí la lesión en el Manomanista de 2003, en Eibar contra Beloki. Era un partido de la liguilla de semifinales y acabé como pude. Jugué de nuevo a las tres semanas contra Patxi Ruiz en Vitoria, en la última jornada de la liguilla, y me resentí. Estaba clasificado para la final y me dieron un aplazamiento».
Lo peor estaba por llegar. «Durante la semana previa a la final, que se disputaba en el Atano III, hice un entrenamiento. Terminé bien, sin ningún problema. El día del partido calenté con normalidad. Me tocó el primer saque en el sorteo. Fui a ejecutarlo, solté el brazo derecho y zas. Roto de nuevo».
Siguió sobre la cancha y cayó derrotado frente a Patxi Ruiz. Era el 20 de julio. No volvió a jugar hasta el 13 de diciembre, día de Santa Lucía, en el Ederrena de Urretxu. «Se me abrió un boquete de 16 centímetros. Desde entonces tengo el músculo caído». ¡Quién lo diría viéndole jugar hoy en día, quince años después!
«Hay que dejar cerrar la rotura y a continuación empezar la rehabilitación», evalúa el de Goizueta. Las recaídas suponen uno de los mayores riesgos de esta lesión.
Aimar Olaizola no ha sido el único en padecerlas. Más reciente es el caso de Andoni Aretxabaleta, víctima de una rotura de ese músculo en el último Campeonato de Parejas. «Estuve parado entre finales de diciembre y primeros de mayo. Algo más de cuatro meses. A los dos meses del desgarro, estaba bien y fui a pelotear al frontón. Me rompí un tendón próximo al dorsal. El peligro de volver a lesionarse es alto».
Más rápida le resultó la rehabilitación a José Javier Zabaleta tras sufrir una distensión en el dorsal, en este caso «en una eliminatoria del Manomanista de 2014. También fue al sacar, como le ha ocurrido a Jaka». Requirió menos tiempo que otros para regresar a las canchas. «Volví a jugar el 26 de junio en Barañain» tras caer al dique seco el 17 de mayo en el Labrit de Pamplona. Prácticamente mes y medio de ausencia.
Tampoco Oinatz Bengoetxea estuvo a salvo de ese tipo de lesión. «En mi caso fue una microrrotura. Ocurrió hace mucho tiempo, yo diría que más de diez años, aunque no puedo darte una fecha exacta. Si no estoy equivocado, tardé un par de meses en reponerme».
Hay casos como el de Juan Martínez de Irujo, cuya lesión no se produjo exactamente en el dorsal, sino en el músculo redondo menor, también cercano a la axila. Fue en un partido del Torneo San Fermín del cuatro y medio correspondiente a 2007 que le enfrentaba a Barriola en el Aritzbatalde de Zarautz. Paró cuando iba 9-8 por detrás. Sintió molestias al ejecutar el saque del penúltimo tanto. Al poner de nuevo en juego la pelota notó un pinchazo intenso y entró al vestuario. No volvió a salir.
Los médicos le pronosticaron un mes de baja. Sin embargo, a finales de julio una recaída retrasó su reaparición. Hubo que esperar hasta el 14 de septiembre en Altsasu para volver a verle en acción. Dos meses y medio de baja.
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