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MIGUEL ANGEL MATA
Domingo, 16 de noviembre 2014, 11:37
Los efectos de la reordenación del sector sanitario privado en España han aterrizado esta semana en Gipuzkoa de forma tan repentina y acelerada como sorprendente. De la noche a la mañana el panorama ha cambiado por completo. Primero, el Centro Sanitario Virgen del Pilar anunció su decisión de cerrar definitivamente sus puertas dentro de un mes, el próximo 8 de diciembre, poniendo fin a 67 años de historia. Y cuando el sector aún trataba de asimilar el impacto, dos días después Policlínica hizo público que una mayoría de sus accionistas ha aceptado una oferta de compra por parte de IDC Salud, la compañía que en julio ya se había hecho con el Grupo Quirón, incluyendo el centro de esta entidad en San Sebastián, la antigua clínica Martín Santos.
Ambas noticias, adelantadas por DV en exclusiva, han traído un giro radical en la 'foto' de la atención sanitaria privada en Gipuzkoa. De tres hospitales que durante décadas han actuado en sana competencia, el año 2015 comenzará con una única empresa que gestionará dos centros. Otras instituciones como Onkologikoa o Matía son fundaciones, en tanto que La Asunción de Tolosa es una compañía privada pero ejerce como hospital público mediante un concierto con el Gobierno Vasco.
Lo llamativo de semejante recomposición en el territorio es la celeridad con la que se han producido los acontecimientos, pero no la reestructuración en sí. De hecho, Gipuzkoa no es sino una pieza más en un puzzle que se está rediseñando desde hace un par de años en el conjunto del Estado y que se extiende a todo el ámbito europeo.
Y es que los hospitales privados se hallan inmersos en un acelerado proceso de fusiones y adquisiciones para sobrevivir. La crisis ha hecho mella en un sector que estaba extremadamente atomizado, marcado por la diseminación de clínicas de ámbito local. Unas entidades que, salvo contadas excepciones, han visto caer notablemente la cifra de pacientes atendidos y, en consecuencia, los ingresos.
En el caso de Gipuzkoa, no hay más que recordar cómo han transcurrido los últimos años en los dos centros que han sido protagonistas esta semana, los que se mantenían bajo propiedad guipuzcoana. Policlínica redujo su plantilla en un centenar de personas entre 2011 y 2012 para redimensionar su tamaño ante la caída de actividad sufrida. En el caso de El Pilar, el proceso se vivió un poco más tarde, entre 2012 y 2013, cuando el centro perdió un 30% de sus trabajadores.
Tres fuentes de ingresos
Los motivos que explican la entrada en dificultades de gran parte de los
centros sanitarios privados tienen que ver, como en la mayoría de sectores, con la crisis y el aumento del paro. Las clínicas privadas beben de tres fuentes principales: la más importante, los pacientes con seguro médico, a continuación los derivados por la red pública cuya factura se pasa a la Administración correspondiente y, en menor medida, los usuarios particulares que acuden y abonan su factura por el servicio prestado.
Como regla general, los ingresos han caído en las tres vertientes. En el caso de los particulares directos el descenso se enmarca en un contexto de retraimiento del consumo en general durante la crisis, como consecuencia del miedo que ha tenido una mayoría de la población a gastar más de lo estrictamente necesario. Y más en servicios como los sanitarios, en los que existe una alternativa pública gratuita. Respecto a los conciertos con las administraciones públicas, lo mismo. La escasez de recursos ha llevado a los servicios de sanidad de buena parte de las comunidades autónomas a recortar los flujos de pacientes a la red privada para bajar costes, aún a costa en muchas ocasiones de reducir la calidad del servicio público aumentando las listas de espera.
Por último, la atención a pacientes con seguro privado. En una situación de crisis, en la que un seguro médico es considerado un gasto superfluo por muchos ciudadanos, las compañías aseguradoras se han visto obligadas a abaratar sus primas para intentar retener a sus clientes por un lado, y captar a los de la competencia en un mercado que se ha ido haciendo cada vez más pequeño y que en muchas comunidades se ha mantenido gracias, paradójicamente, a las pólizas privadas que algunos gobiernos tienen suscritas para sus funcionarios. Y con unos precios a la baja, las aseguradoras han 'apretado' al máximo a las clínicas abaratando el coste de sus servicios.
Todo ese cóctel ha situado al sector en una situación de urgencia por reducir costes con los que compensar los menores ingresos, y ganar capacidad financiera. Y una de las mejores medicinas para ello es el aumento de tamaño. Por ello los hospitales privados viven desde 2011 un proceso imparable y aún no finalizado de fusiones y adquisiciones. La foto del sector en España ofrece en este momento una imagen clara de reestructuración. La adquisición en julio del Grupo Quirón por parte de IDC Salud ha unido a los dos grandes del sector, creando un gigante no solo a nivel estatal, sino europeo. Con 1.700 millones de euros de faturación, 40 hospitales y 30 centros sanitarios especializados gestionados, 6.200 camas y 24.500 profesionales, IDC Salud ha tomado una clara ventaja respecto al resto. Se ha hecho con la mayoría del mercado en muchas provincias y en algunas, como Gipuzkoa, se ha quedado como único actor.
Como referencia, el grupo que preside el médico con vinculación guipuzcoana Víctor Madera casi sextuplica el tamaño de su inmediato seguidor, Hospitales de Madrid. Este desarrollo obliga al resto de actores a moverse para poder competir, por lo que es previsible que en los próximos meses se produzcan nuevos movimientos.
La primera consecuencia de esa ganancia de tamaño conseguida enbreve tiempo es que el nuevo propietario de Quirón y Policlínica podrá sentarse en condiciones de igualdad a negociar las condiciones de prestación de servicios con las compañías aseguradoras, también gigantes con miles de clientes e ingresos multimillonarios. El negocio de los seguros médicos está controlado en España por cinco compañías, Adeslas, Sanitas, Asisa, Mapfre y DKV, que controlan más del 70% de un mercado que comprende a unos 10 millones de personas, en torno al 20% de la población. Además, algunas de ellas se han lanzado a gestionar también sus propias clínicas. Obvia decir que un hospital local como Policlínica, nunca logrará las mismas condiciones en una negociación por sí mismo que si acude de la mano de un gran grupo como en el que está apunto de integrarse.
El caso guipuzcoano
La venta de Policlínica a IDC Salud ha evitado una posibilidad que estaba sobre la mesa. La unión de las dos clínicas privadas con capital guipuzcoano: Policlínica y El Pilar. Sin citar esta alternativa ni otras que pudieran existir, el consejo de administración de Policlínica se ha decantado por el gran grupo estatal al entender que es el que «mejor garantiza el futuro» de la instalación y sus trabajadores, precisamente por su tamaño que le permite ser más eficiente y competitivo.
Precisamente su limitado tamaño es el que ha terminado por llevarse por delante a El Pilar. Con menos de 10 millones de facturación anual, era la más pequeña de las tres que han ejercido en Gipuzkoa. Quirón factura en torno a 15 millones y Policlínica, 40.
Como muestra de la importancia del tamaño, Policlínica fue capaz de superar el zarpazo que le supuso la decisión del Gobierno Vasco de dejar de concertarle el servicio de hemodinámica para asumirlo en Osakidetza. La clínica reaccionó y, aunque a costa de un centenar de despidos, fue capaz de superar este contratiempo. No ha corrido la misma suerte El Pilar, para la que la práctica desaparición de los servicios que tenía concertados con la red pública le ha supuesto la estocada final.
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