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FERNANDO SEGURA
Viernes, 15 de abril 2016, 10:11
Aventurero y empresario, Albert Bosch fue el ponente ayer en el Foro Eurogap Marketing, en el que colabora este periódico. Desarrolló la ponencia 'El liderazgo responsable'. Bosch utiliza su experiencia en situaciones extremas, como la travesía de 77 días que realizó en solitario hasta el Polo Sur, para abordar cuestiones como la gestión del riesgo, la derrota y el éxito. Dice que no quiere ser «pájaro de mal agüero», pero alerta de la llegada de un mundo donde la estabilidad «se ha acabado».
- Perdóneme, pero no sé si dirigirme a usted como aventurero, empresario, gurú, coach...
- Siempre buscamos etiquetas. Soy una persona apasionada por la vida y que persigue objetivos que aporten valor. Me dedico en parte al mundo de la empresa y en parte al mundo de la aventura.
- Acude a Donostia para hablar a profesionales del marketing sobre liderazgo. ¿No es este un concepto manido? ¿Aporta algo nuevo?
- Totalmente de acuerdo, es manido. Y sí voy a aportar una clave nueva, espero. No soy un profesor ni un teórico, hablo desde experiencias vividas en condiciones extremas. Una de la cuestiones que voy a recalcar es que ya basta de líderes, estamos hartos de líderes. Los importante es el liderazgo responsable.
- ¿...?
- Un líder, cuando persigue lícitamente los objetivos de beneficio económico y puestos de trabajo, provoca un impacto más allá de estos fines. Y esta es su gran responsabilidad. El impacto que generas, decidir si quieres estar en el lado del problema o en el de la solución. Estamos hartos de líderes que persiguiendo sus objetivos generan un lío en la sociedad, el medio ambiente y para las futuras generaciones.
- Se trata de aplicar el sentido común, pero esto no es nuevo...
- Lo nuevo es aplicarlo. Tenemos más tecnología que nunca. Este hecho nos permite ser letales para el mundo o, por el contrario, lograr una salvación masiva.
- Habla de líderes y liderazgo pero, ¿qué pasa cuando quienes nos dirigen aparecen en los 'papeles de Panamá' o están involucrados en escándalos económicos?
- Por eso me gusta hablar de liderazgo responsable. No puede ser que los dirigentes de las empresas se permitan el lujo de aplicar la ética solo cuando les va bien. La responsabilidad debe primar desde el principio. Si fuera así, habría menos corruptelas. Además, es una necesidad para las empresas, porque la que no sea responsable social y medioambientalmente no tendrá una buena reputación entre unos clientes cada vez más selectivos.
- ¿La prioridad para el cliente no es el precio?
- La diferencia entre las empresas y los productos del futuro la marcará el talento, no la competitividad o el precio. La clave será la innovación. La competitidad caduca, siempre habrá un chino o alguien con precios inferiores. Para diferenciarte necesitas a los mejores, gente de talento y este tipo de personas tiene una manía: es talentosa. Y, por tanto, elegirán trabajar en una empresa responsable y no en otra que impacta negativamente en el mundo.
- Uno de los lugares comunes en este tipo de cuestiones es que la derrota es necesaria. ¿De verdad?
- El líder tiene que asumir riesgos, porque el objetivo es crear valor. Por tanto, debes tomar decisiones comprometidas y asumir que te puedes equivocar. Y realmente pasa. Esto no es Disney. La película muchas veces acaba mal. La derrota ocurre en la montaña, en la empresa o en la vida. El líder de verdad aprende y se repone.
- Pongamos un ejemplo de batacazo vital. A una persona que lleva trabajando 20 años en una acería de la noche a la mañana le dicen que para conservar su empleo tiene que desplazarse a otra planta situada a 300 kilómetros. Esta situación está ocurriendo en Arcelor-Zumarraga. ¿Cómo se gestiona esta derrota?
- Es un caso extrapolable a todo el mundo. La gente tiene una actitud poco preparada para las situaciones que vamos a vivir. No quiero ser un pájaro de mal agüero. El futuro es apasionante, pero está lleno de obstáculos. El cambio afectará a todos, desde los trabajadores de las acerías a los taxistas... Lo que ha pasado en la acería que usted cita es lo normal. ¿Es una derrota? No. Pero hay que entender que la persona que llevaba 20 años trabajando en esa acería forma parte de un paradigma que está desapareciendo. Los afectados por el traslado pueden dedicar sus energías a quejarse y sentirse víctimas o aprovechar la situación para iniciar una nueva etapa en su vida.
- ¿Estamos abocados a vivir en la era de la incertidumbre...?
- La estabilidad nos las tenemos que crear nosotros. No duran ni los trabajos, ni los matrimonios ... Tener un empleo para toda la vida, casarte, comprarte el pisito... Eso se ha acabado.
- ¿Este panorama no nos condena a vivir en una épica permanente?
- No estamos condenados, sino que tenemos la suerte de vivir en esta época.
- Bueno, tal y como la describe, me parece agotadora...
- Claro, la vida es un deporte de aventura. No es negativo, es una realidad y, por tanto, puedes hacer dos cosas: negarla o aceptarla y buscar las oportunidades. Puedes dedicar tus energías a protegerte o a la curiosidad. ¿Por qué no podemos formar Gobierno en España? Porque la sociedad pide a los gobernantes que monten un mundo estable. Los líderes lo prometen, pero es imposible. La gente quiere que las soluciones se las proporcionen los demás y no asume su parte de responsabilidad. Viene un cambio exponencial. Se está formando la tormenta perfecta provocada por la hiperconectividad de millones de personas y de cientos de miles de millones de aparatos. Nosotros no podemos gestionar esta información, pero sí la intelegencia artificial.
- ¿Y si lo verdaderamente inteligente y revolucionario fuera salirse de esta tendencia general y ser monje cartujo?
- Bien, pero no todos podemos ser monjes cartujos. A mí me gusta más el mundo de los exploradores de un mundo apasionante.
- ¿En el mundo que usted describe tienen hueco las personas apocadas, tímidas, tranquilas...?
- Sí, siempre que sean capaces de generar una estrategia para vivir así. De lo contrario, las pasarán canutas. Los que no sean proactivos, lo tienen difícil. El otro día participé en una jornada en la que una persona de 45 años se quejaba de que había mandado centenares de currículums sin ningún resultado. ¡No se da cuenta de que el mundo ya no va así!
- ¿Qué tenía que haber hecho? ¿Montar su propia empresa?
- Entender que tiene que ser proactivo en la generación de valor. La era del esfuerzo ha caducado, a ver si nos enteramos. Estamos en la era de la generación del valor. Antes, el esfuerzo siempre tenía premio, era la base de nuestra sociedad. Un inmigrante venía al País Vasco, se esforzaba, compraba un pisito, iba de vacaciones, daba estudios a sus hijos. Su esfuerzo tenía premio. Ahora el esfuerzo sigue siendo fundamental, pero es una 'commodity', no aporta premio.
- ¿ Y cómo se recompensa el esfuerzo?
- Se debe recompensar el valor que se aporta. Aún estamos contratando a la gente por las horas que trabaja. Te pago ocho horas por apretar tantos tornillos, como al comienzo de la revolución industrial. La clave está en aportar valor, no horas.
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