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El cierre de San Markos finaliza tras sellar la basura bajo un metro de tierra

El cierre de San Markos finaliza tras sellar la basura bajo un metro de tierra

Sobre la capa que cubre los residuos crecerá vegetación, pero el acceso estará prohibido

FERNANDO SEGURA

Lunes, 29 de septiembre 2014, 07:19

La basura ha 'desaparecido' de San Markos. En las diez hectáreas de superficie donde se amontonaban las bolsas de residuos ahora solo se ve tierra, sobre la que comienza a crecer la hierba. Adiós a la porquería, a los olores y a las gaviotas. El cambio es radical pero, por motivos de seguridad, esta amplia extensión de terreno no podrá tener ningún uso, al menos durante cinco años.

El sellado del vertedero ha finalizado tras diez meses de obras. Ha habido que remover ingentes cantidades de desperdicios y volcar sobre ellos decenas de miles de metros cúbicos de tierra. Los responsables de la Mancomunidad de San Markos temían que este trasiego de desperdicios provocara malos olores, con las consiguientes quejas de los vecinos. Sin embargo, las molestas, según indican, han sido mínimas.

Además, ha habido que habilitar nuevas canalizaciones, arquetas, pozos... Una compleja obra para clausurar el vertedero más grande de Gipuzkoa. En San Markos se depositaba la basura de diez municipios, más de la mitad de los habitantes del territorio, entre ellos los residentes en San Sebastián, Errenteria, Pasaia, Lasarte-Oria o Usurbil.

Tres parcelas

El proyecto ha consistido en el sellado definitivo de las zonas A (8.100 metros cuadrados) y B (19.500), y temporal del C (10 hectáreas). Las dos primeras se clausuraron hace un lustro y ahora se ha procedido al sellado definitivo.

Igor Martín, director de la obra, explica que el cierre de un vertedero requiere de plazos dilatados. «En las parcelas A y B hemos culminado el proceso iniciado hace cinco años, cuando la basura se cubrió con una primera capa de tierra».

Desde noviembre, estas dos zonas se han impermeabilizado apilando sucesivamente sobre la superficie una capa de bentonita, una lámina de polietileno de 2 milímetros de espesor, un geocompuesto drenante y, finalmente, 80 centímetros de tierra.

La zona C es la más extensa de San Markos y sobre la que ha concentrado el esfuerzo. Sus diez hectáreas estuvieron en servicio hasta que en 2008 se procedió al desvío de los residuos a los otros vertederos del territorio.

Los trabajos han consistido en remover 150.000 metros cúbicos de basura, que han quedado sepultados bajo un metro de tierra. Además, ha sido preciso construir canales de drenaje e instalar nuevos pozos y ocho kilómetros de tuberías para la extracción del gas que genera la putrefacción de la basura.

El sellado de esta parcela es temporal. Al igual que ha ocurrido con las zonas A y B, deberán transcurrir cinco años hasta que se proceda a la clausura definitiva. Para ello será preciso llevar a cabo el mismo proceso de impermeabilización.

Igor Martín se muestra satisfecho de cómo ha transcurrido la obra, aunque admite que la adjudicataria tuvo que pedir una prórroga. «Hemos padecido muchísimos días de lluvia. Esas jornadas hubo que parar los trabajos, los camiones no podían transitar», explica el director.

Martín añade que otra dificultad inherente a proyectos de estas características radica en el control sobre la calidad de los materiales geosintéticos y sobre su instalación.

Estas exigencias se deben a la obligación de minimizar el riesgo de escapes de lixiviados, es decir, de agua contaminada por basura. «Uno de los retos de este tipo de obra es garantizar que el agua de lluvia no se va a filtrar, de ahí que la impermeabilización debe estar bien hecha. De lo contrario, el agua penetra y discurre entre la basura, saliendo por donde puede».

Por esta razón, en el punto más bajo de la zona C, donde el sellado es temporal, se dispone de una depuradora para el tratamiento de los lixiviados. En cambio, en las parcelas A y B, se han construido canalizaciones en superficie para recoger el agua de lluvia, ya que esta no puede filtrarse bajo tierra, debido a los materiales drenantes.

Dentro de cinco años, tampoco será necesario disponer de una depuradora de lixiviados en la zona C. Resulta obligado esperar este tiempo antes del sellado definitivo, con el objetivo de que los residuos enterrados se asienten. «El perfil del terreno se irá moviendo a medida que la basura se recoloque. Instalaremos geosensores para seguir la evolución. Cuando no se aprecien movimientos, procederemos a rematar el proyecto, pero como mínimo se necesita un lustro».

Tránsito de camiones

En San Markos se dejó de depositar basura en 2008, gracias a un complejo acuerdo interinstitucional, pero han seguido llegando camiones cargados de basura. Este trasiego se mantendrá, pese al sellado ahora finalizado. El cierre de 2008 se pudo llevar a cabo tras la firma de un convenio con las mancomunidades responsables de los vertederos de Sasieta, Lapatx y Urteta. Se acordó que la basura de la capital y de nueve municipios de su entorno se trasladase a esas instalaciones, a cambio de que Donostia aceptara ubicar la incineradora en su término municipal. La puesta en marcha de esta planta, que estaba prevista para finales de este año, supondría el cierre de todos los vertederos.

La incineradora se ha paralizado y, como efecto colateral, en San Markos seguirá en funcionamiento la planta de transferencia abierta en 2008. A ella llegan los camiones que recogen la basura en San Sebastián y su entorno, para compactarla y trasladarla acto seguido a Beasain, Azpeitia y Zarautz. La basura no se deposita en San Markos, pero decenas de camiones cargados de residuos siguen llegando cada día a sus instalaciones.

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