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Amparo Saldaña posa en el Centro de Salud de Lezo donde trabaja como enfermera de Atención Primaria.
En guardia contra las agresiones

En guardia contra las agresiones

En los centros de Atención Primaria se favorecen algunos aspectos como la confidencialidad hacia las víctimas

IRAITZ VÁZQUEZ

Sábado, 16 de mayo 2015, 08:46

En el propósito de detectar el maltrato hacia las mujeres, todas las piezas del puzzle deben estar bien encajadas. Para conseguir erradicar uno de los males endémicos de nuestra sociedad, las enfermeras de atención primaria son un eslabón primordial de una cadena que la componen jueces, médicos, agentes de policía y trabajadoras sociales, entre otros profesionales. Una labor imprescindible que las sanitarias guipuzcoanas pretenden visibilizar ante la sociedad.

En un centro cualquiera como puede ser un ambulatorio, las enfermeras de Atención Primaria favorecen algunos aspectos como la cercanía o la confidencialidad hacia las víctimas y así ayudar a detectar de manera precoz la violencia machista. «Cualquier miembro del equipo médico de un ambulatorio puede localizar o sospechar situaciones de malos tratos», explica Amparo Saldaña, enfermera del Centro de Salud de Lezo.

Los indicadores del maltrato hacia las mujeres, la mayoría de veces, suelen ser imperceptibles. Un pequeño golpe en la cara o incluso gestos en la comunicación no verbal pueden hacer saltar las alarmas de los profesionales sanitarios: «Muchas veces suele ser algo sutil lo que percibes por el aspecto físico o por antecedentes que nosotros tenemos apuntados en nuestro historial clínico. Ante una sospecha de este tipo solemos hacer un rastreo de antecedentes personales y de hábitos de vida», confirma la enfermera.

La comunicación no verbal

El siguiente paso que deben dar los profesionales de la medicina después de sospechar cualquier tipo de maltrato en una mujer es conseguir una cita con ella en el centro de salud correspondiente, lo que muchas veces es una labor nada sencilla. La vergüenza o el estar atemorizadas hacen que la primera reunión no sirva para recibir la información necesaria: «Cuando consigues la primera cita en la consulta, con calma e intimidad, pueden sobresalir otros factores como el modo de comportarse de manera verbal y no verbal. Su actitud suele ser fundamental para detectar si está siendo víctima del maltrato. El temor y el miedo también son dos aspectos importantes», añade Saldaña.

En este tipo de reuniones los profesionales sanitarios pretenden que las mujeres suelten todo lo que llevan dentro, un trabajo nada sencillo, ya que la mayoría siente impotencia ante la situación que está viviendo. El 60,71%, según se desprende de los datos de la macroencuesta de violencia contra la mujer 2015 publicada por el Ministerio del Interior. Además de esta causa, la rabia, el miedo o la angustia son otros factores que dificultan sacar a la luz los sentimientos de esta mujeres.

Por ello, dependiendo de la situación que esté viviendo la mujer maltratada o el tipo de violencia que haya tenido que sufrir, el protocolo que hay que llevar a cabo suele variar. «El trabajo que realizamos cambia, sobre todo si la mujer tiene lesiones físicas o no. O si reconoce que ha habido maltrato psicológico. Muchas veces esta información no la suelen dar en la cita. Por ello, hay que hacer un trabajo durante tres o cuatro reuniones», subraya. La cooperación con los servicios sociales es un punto fundamental para erradicar la situación de tensión que una maltratada pueda estar viviendo con su pareja: «Después de tener varias citas con ellas, solemos hacer una indagación con los trabajadores de servicios sociales, por si ha habido algún episodio de violencia con anterioridad», añade Saldaña.

Las enfermeras en ningún momento realizan una intervención directa de denuncia sobre un acto de violencia de género: «Si la que tenemos que atender es una situación aguda de lesiones donde es evidente que la mujer ha sido golpeada, el médico debe interponer una denuncia a en la comisaría de la Ertzain-tza o en el juzgado correspondiente», incide la enfermera.

Osakidetza ha hecho un gran esfuerzo en instruir a sus profesionales para hacer frente a este tipo de casos: «Tenemos un estándar de alerta ante situaciones de sospecha. Es muy importante que los profesionales estemos sensibilizados ante la dureza que supone la violencia contra las mujeres», comenta Saldaña.

Por su parte, la enfermera del centro de salud de Lezo no quiere hacer hincapié en que «aunque hablamos de violencia en la pareja, las estadísticas señalan que el número de denuncias es muy pequeño teniendo en cuenta la realidad. El 95% de los perjudicados siguen siendo mujeres».

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