Rubén salta de la puerta 20 al césped de Anoeta

Rubén ha dejado su banco habitual de la plaza de Irun de Donostia. Por motivos de trabajo, algo con lo que ni siquiera soñaba hace unos días. La historia de sus tres años en la calle llegó a aquellos vecinos que ya le conocían y llamó la atención también de quienes regentan el estadio en el que vive, los mandatarios de la Real Sociedad.

El mismo día en el que se publicó el reportaje en DV, el jueves de la semana pasada, Rubén y su perro Mundo, pasaban la mañana en el banco aunque con la sorpresa de verse en portada de un medio de comunicación. Una vecina les había acercado un ejemplar del periódico y otros le visitaban en el banco. Algunos llevaban alguna chuchería para su perro Mundo, siempre más alegre que su dueño y bien cuidado.

Un hombre apareció para ofrecerle un trabajo, pintar un portal. El sábado ya estaba con la brocha y los botes en el local, dispuesto a ganar unos euros. Se acercó un momento al banco, a su banco, con una nueva sorpresa que confesó a su amigo José Luis, el responsable de la perfumería Equivalenza. Llevaba pintura en la ropa y una sonrisa poco habitual en la cara.

«Me han ofrecido una oportunidad como jardinero de la Real Sociedad», le dijo. Lo contaba el propio José Luis. «Me ha dicho que le van a hacer un contrato de dos meses para ver cómo trabaja, un contrato que luego se puede prorrogar si ellos ven que funciona bien. Yo creo que todavía no puede creer lo que le está pasando ¡Ya era hora de que le dieran buenas noticias!».

En la Real Sociedad, además, le han dicho, según ha contado a sus amigos, que busque una habitación, una tarea en la que se encontraba ayer, después de culminar el pintado del portal, se supone que a satisfacción de los vecinos. Porque aquellos que le han dado algún trabajo dicen que es 'un máquina', que puede con todo, que los días en los que le emplearon en la poda en vertical sus jefes estaban encantados.

Con Mundo

Esa habitación, además de un sueño para esta joven que vive en un soportal del estadio, es indispensable para su vida y para conseguir un empadronamiento que le aporte cierta estabilidad.

La compartirá con Mundo, el perrazo negro que mueve su cola de cachorro enorme mientras camina junto a su dueño. No lo cambia por nada, «no hay dinero para pagar esta compañía», así que su búsqueda exige un lugar que admita animales.

Rubén ya tenía amigos en el barrio de Amara Berri, gente que la ayudaba y, sobre todo, personas a las que no les era indiferente. Ser alguien ignorado es para este chico vitoriano de 35 años un agravante más que añadir al frío de las noches en el soportal de la puerta 20 del estadio de Anoeta, al hambre, a lo que él llama «haber caído a lo más bajo» o a los recuerdos dolorosos de un pasado que no quiere contar.

Su historia, más allá de esas ofertas de trabajo que todavía ni puede creer, hizo que su amigo José Luis recibiera en su tienda distintos regalos para el vitoriano. Algo de dinero, un par de abrigos e interés por él. Por la calle más de un paseante le saludaba con un «te conozco por el periódico» y acariciaba a Mundo.

¿Habrá cambiado la vida de Rubén para siempre? Todo apunta a que así será al menos durante los próximos dos meses. La Real Sociedad, de momento, guarda silencio sobre este nuevo 'fichaje' que no tiene que ver con el fútbol sino con la jardinería.

En su entorno están encantados con las buenas noticias. Él las ha compartido con ellos, aunque ahora el banco en el que estaba siempre parece vacío. «¿Ya no viene Rubén?», preguntan a José Luis. «Está trabajando», contesta él. «Es que le ha salido algún trabajo», aclara. «Estoy seguro de que le durará. Tiene muchas ganas de trabajar y llevar una vida normal».