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amaia chico
Viernes, 2 de febrero 2018, 06:18
A 50 metros bajo tierra. El primer capítulo que acaba de estrenar la obra de la pasante ferroviaria del Metro en San Sebastián tiene como final previsto llegar a esa profundidad para enlazar a esa cota con el túnel principal de la trama, el que enlazará desde Lugaritz hasta Easo un recorrido de menos de cinco kilómetros que costará, si no se interponen imprevistos por el camino, cuatro años en ejecutarse. La excavación, una de las partes principales del proyecto, ha comenzado. Y lo ha hecho por la parte más alta desde la que se acometerá la obra, dividida en tres escenarios y varios actos que se irán solapando en el tiempo conforme avancen las máquinas.
La primera de ellas, una micropilotadora, ya es visible desde el lunes en el área acotada junto al polideportivo Pío Baroja. Su objetivo es claro. Armar un muro formado por 65 micropilotes de 11 metros de largo que, reforzados después con más anclajes transversales, permita sujetar y estabilizar el terreno lo suficiente como para abrir la «puerta» de entrada al túnel de 500 metros que se irá excavando hacia abajo, hasta el «túnel de línea» por el que transitarán los trenes. A 50 metros bajo tierra de ese punto.
500 metros es la longitud del túnel de la rampa de ataque que se abre desde Pío Baroja. La excavación bajará unos 50 metros hasta llegar a la cota en la que se situará el túnel de línea, o el principal por el que transitarán los trenes en la pasante ferroviaria. La excavación se hará desde tres puntos hasta el calado del túnel.
Valentín Gómez, el coordinador de la obra civil de los dos tramos en que se ha dividido el trazado, Lugaritz-Miraconcha y Miraconcha-Easo, explica desde esa primera boca o rampa de ataque en Pío Baroja los detalles técnicos y las fases de unos trabajos en los que «tenemos experiencia, muchos kilómetros de túnel hechos». Altza, Intxaurrondo, la línea 3 de Metro de Bilbao, los túneles del TAV... constan en su currículum. Y aunque reconoce que «las obras en entorno urbano» siempre conllevan más riesgos, sobre todo por las molestias que generan, confía en que el «flysch donostiarra», formado de roca margocaliza, «muy rozable y que se sostiene sola», sea tan compacto como ha demostrado en otras obras.
«Hasta que no estás dentro no se sabe qué encontrarás», reconoce Gómez, quien por un lado se muestra tranquilo por la información obtenida de las catas geotécnicas, pero por otro no descarta sorpresas en forma de «fallas, más agua de la prevista o vetas de arenisca», roca mucho más abrasiva que destroza las picas de la rozadora y retarda el avance diario que tienen planificado, de 3 a 5 metros.
Una vez afianzados bajo el «paraguas» protector los primeros 20 metros de ese primer túnel auxiliar, será el momento de intensificar el trabajo, a tres turnos día y noche -excepto los fines de semana para mantenimiento-, para intentar alcanzar en otoño la cota del túnel de línea en su punto medio. «Hemos empezado por este acceso porque es común a los dos tramos, desde aquí se podrá excavar tanto el túnel hacia Lugaritz como hacia Easo; es la forma más directa de llegar antes a ambos», asegura el responsable técnico, que recuerda aún y todo que la obra se va a encarar de forma simultánea desde las tres bocas de ataque que tiene (Pío Baroja, calle Zarautz y Easo-Morlans). Después de Semana Santa, de hecho, Valentín Gómez cree que todo el trazado puede estar en obras con cuatro rozadoras en acción.
Pío Baroja Es el punto inicial desde el que se acomete la excavación para llegar al punto central de la pasante y excavar hacia Lugaritz y hacia Easo.
Calle Zarautz Es la segunda boca que se abrirá para excavar el túnel de línea en el tramo de Lugaritz.
Easo (o Morlans La tercera está en uno de los extremos de la variante.
Nada más arrancar Pío Baroja, donde aún se tardarán unas semanas en apreciar desde el exterior la puerta del túnel, en diez días el movimiento empezará también en la calle Zarautz. Allí, donde ya está acotado en la calle Eugenio Imaz el espacio para las casetas, máquinas y material, «estamos con los últimos permisos para comenzar a hacer el frente» en el que se situará la segunda ‘puerta’ de acceso al túnel principal. «Ese frente no estará junto a la carretera, sino que primero se excavará por bancadas el talud que ya se ha desbrozado, para que la boca quede más atrás», explica el técnico, intentando, ayudado con el dibujo de un pequeño esquema, que se visualice cómo va a quedar.
En abril, el movimiento de máquinas, operarios, instalaciones previas con depuradoras, sistemas de bombeo, de ventilación, talleres, equipos eléctricos y hasta lavarruedas para evitar que los camiones ensucien de barro las carreteras, se extenderá a Easo, al tercer punto de ataque de la obra. Desde los tres vértices se abrirá el túnel de 59 metros cuadrados de sección por el que circulará el Topo, y «las cavernas de 180 metros cuadrados» que cobijarán las tres nuevas estaciones contempladas en el recorrido, Benta Berri, Centro-Miraconcha y Easo.
Esa última parte, asume Gómez, es la que más se prolongará -ocho o nueve meses- y la que puede causar más molestias a los vecinos que se ubiquen en el entorno más próximo a esas estaciones. «La rozadora en sí no hace ruido, es eléctrica, y a la profundidad a la que vamos, pensamos que no se escuchará nada ni se notará vibración, aunque de noche es verdad que cualquier cosa, una simple conversación, se oye. No obstante, durante el avance del túnel, alguien puede notar ruido un día y al siguiente nada, como nos ha pasado alguna vez», indica Gómez, quien asegura que «se va a hacer un control sistemático» de las vibraciones y de sus efectos y que «de inicio, ninguna vivienda» ha dado síntomas de riesgo alguno.
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Javier Bienzobas (Texto y Gráficos) | San Sebastián
Iñigo Puerta e Iñigo Puerta
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
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