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KEPA OLIDEN
Viernes, 14 de abril 2006, 02:00
ARRASATE. DV. Tal día como hoy hace 75 años el concejal socialista Bernardo Gómez daba la bienvenida a la recién proclamada II República declarando: «¿Señores! ha llegado la ansiada República. Con ella se ha acabado el imperio del oro, del sable y de la sotana».
El exilio del rey Alfonso XIII como consecuencia de la debacle de los partidos monárquicos en las elecciones municipales celebradas el 12 de abril, abría la puerta a un periodo de libertades y democracia como nunca antes se había conocido en el Estado Español. Pero las esperanzas de lograr una sociedad más justa e igualitaria no tardarían en verse defraudadas en el fuego cruzado de una imparable conflictividad social derivada del choque permanente entre las fuerzas de izquierda y de derecha. Y todo ello estallaría, cinco años más tarde, en una guerra civil iniciada a raíz de la sublevación militar del 18 de julio de 1936.
Júbilo popular
Pero en aquellos ilusionantes primeros compases de la república, los mondragoneses no se quedaron atrás a la hora de celebrar la caída de la monarquía y el advenimiento del nuevo régimen proclamado el 14 de abril de 1931. Muchos vecinos se echaron a la calle para expresar su júbilo en una manifestación que reunió a más de 600 personas (sobre un padrón de 7.700 vecinos). Los manifestantes partieron del Centro Republicano en una marcha encabezada por la banda de música y una mujer ataviada con el gorro frigio que portaba la nueva enseña republicana tricolor.
La manifestación culminaba su recorrido en el Ayuntamiento, donde tenía lugar un acto político en el que participaban 7 de los 14 corporativos mondragoneses.
Tal y como se recoge en el libro 'Arrasate 1936. Una generación cortada' (Oktubre Taldea), en el acto inaugural de la II República en Mondragón participaron los 7 ediles de republicanos, socialistas y de Acción Nacionalista Vasca. Los restantes siete, carlistas y del PNV, no tomaron parte en los festejos, y sólo acudieron a tomar posesión de sus cargos.
La nueva corporación nacida de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 estaba formada por los republicanos Eugenio Resusta Olañeta, Cecilio Garro Arriola, Luis Martínez de Ubago y Felipe Letona Múgica; los socialistas Bernardo Gómez Ochoa y Jesús Uranga Urrutia; Eustaquio Marcaide Larrañaga, de ANV; los carlistas Isidoro Echevarría Maidagán, Antonio Pagoaga Maquíbar, Robustiano Zubillaga Aguirre y José Zulueta Aranzabal; y los nacionalistas Patricio Osinaga Urrutia, Nicanor Axpe Leanizbarrutia y Nicolás Uriarte Ceberio.
La alcaldía recaería en el republicano Resusta por 13 votos contra 1 para Martínez Ubago. Entre las primeras resoluciones que adoptó la recién estrenada primera corporación republicana de Arrasate se contaron el envío, a propuesta del socialista Gómez, de un «saludo del nuevo Ayuntamiento al gobierno provisional de la república» y en la «retirada del despacho de la alcaldía de los retratos de los generales Miguel Primo de Rivera y Severiano Martínez Anido». La minoría nacionalista se mostró de acuerdo, y los tradicionalistas (carlistas) también, pero haciendo constar que ambos militares «habían cumplido como patriotas». Los cuatro corporativos carlistas, pese a su ideología monárquica y tradicionalista, se declararon respetuosos con el nuevo régimen republicano «siempre que se respeten las creencias».
Prosiguiendo con los retratos, el republicano Letona abogó por la colocación en el salón de plenos de un retrato del admirado maestro Félix Arano, que realizó una gran labor docente en las Escuelas Viteri y contribuyó a formar a toda una generación de jóvenes que sobresalieron por su excelente preparación. Arano había fallecido apenas dos años antes, y su imagen, transcurridos 75 años, perdura aún en el salón de plenos del ayuntamiento.
Los ediles del PNV, por boca de Nicanor Axpe, solicitaron que se instara al nuevo gobierno la concesión de la autonomía, propuesta que obtuvo la conformidad de todos los corporativos.
El nuevo Ayuntamiento republicano se adhirió también a la propuesta realizada por Eustaquio Marcaide, de ANV, para que se cambiase la denominación de la Plaza Alfonso XIII por Plaza de la República.
Oposición
Con su nueva configuración, el consistorio republicano arrasatearra quedaría dividido en dos bloques: el izquierdista, integrado por republicanos, socialista y ANV; y el derechista, en el que coincidían los carlistas y PNV. Estas dos formaciones políticas, pese a sus distintas obediencias (española y vasca respectivamente), coincidían en su defensa a ultranza de la religión católica. Además los carlistas apoyaban el Estatuto de Autonomía de Estella, reivindicación fundamental de los nacionalistas. Pero esta alianza contra natura comenzaría a resquebrajarse a partir de 1934, para terminar en la más absoluta enemistad y con el baño de sangre de todos conocido a partir de 1936.
Precisamente el debate en torno al Estatuto de Estella dio origen a los primeros enfrentamientos entre los bloques izquierdista y derechista. Como se señala en el libro Arrasate 1936. Una generación cortada», dicho estatuto «planteaba un alto grado de autonomía, pero discriminaba a los emigrantes, y en materia de religión se saltaba el principio republicano de aconfesionalidad al declarar la catolicidad de Euskadi, llegando incluso a proponer el establecimiento de relaciones directas Vaticano-Euskadi». En el contexto de este debate, nacionalistas y socialistas de burlaban mutuamente. Los socialistas se pitorreaban del lema fundacional peneuvista J.E.L. (Jaungoikoa Eta Lege zaharra) refiriéndose a él como 'Jan Edan eta Lo'. Los del PNV no se quedaban a la zaga, y 'rebautizaron' a los socialistas como 'zozolistoak'.
Guardia Civil
La conflictividad política en el seno del nuevo Ayuntamiento no cesa, y el 18 de mayo de 1931, con ocasión de la propuesta del PNV de que el ayuntamiento se incorpore a la Asamblea de Municipios Vascos que elaboró el estatuto de Estella. «El alcalde Resusta levantó la sesión antes de que se votara, y la Guardia Civil tuvo que intervenir para acallar las protestas de los asistentes».
Más allá del debate estatutario, la religión se convierte en el principal motivo de enfrentamiento entre izquierdistas y derechistas en Arrasate. Por un lado, las izquierdas dedican sendas calles a Pablo Iglesias y Fermín Galán, y retiran la figura del Sagrado Corazón del salón de plenos y los crucifijos de las escuelas; por otro, los de las derechas desairan el Himno de Riego (himno oficial republicano) negándose a descubrirse mientras es interpretado en la calle Este progresivo enfrentamiento alcanzaría su cénit con la revolución de octubre de 1934, y estallaría definitivamente con la guerra de 1936.
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