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OSÉ ÁNGEL GARCÍA SÁENZ
Miércoles, 31 de mayo 2006, 02:00
Cada día se consumen 150 millones de cigarrillos en nuestro país y, casualmente, cada día se mueren 150 personas a consecuencia del tabaco; un tercio de estas muertes son debidas al cáncer de pulmón. Su familia, los amigos, las campañas, los anuncios nos advierten de los efectos devastadores del tabaco, pero ¿qué más le hace falta saber para dejar de fumar?
El humo del tabaco es muy adictivo, insalubre y cancerígeno. El responsable de la adicción es la nicotina, una potente droga que provoca tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia, de manera similar a otras drogas como la cocaína o la heroína.
Si usted fuma, seguro que sabe que es una seria amenaza para su salud y la de su alrededor, no hay efectos beneficiosos. Cada vez que inhala una calada, una corriente con más de 4.000 tipos de sustancias químicas (nicotina, monóxido de carbono, arsénico, cianuro, formol, plomo, amoniaco, cadmio, etcétera) lesionan el tracto respiratorio. Posteriormente estas sustancias pasan desde los alvéolos pulmonares al torrente sanguíneo, atacando al resto de las células del organismo. Algunas de estas células mueren, ocasionando minusvalías en nuestro cuerpo; otras se defienden de estas agresiones químicas alterando su maquinaria íntima, produciéndose un desequilibrio celular, que es origen de muchas enfermedades.
Fumando, la capacidad respiratoria disminuye, el sistema cardiovascular sufre, las mucosas se irritan, el aparato digestivo forma úlceras, aumenta el riesgo de osteoporosis y fracturas, aparecen caries y manchas amarillentas en los dientes, se acelera el envejecimiento, se diezman las células reproductoras y se pone en peligro la salud del futuro bebé en las mujeres gestantes.
Pero, además, el humo del tabaco es el responsable de muchos casos de cáncer, de manera particular de pulmón, pero también en otras localizaciones como la boca, la laringe, el esófago, el páncreas, las vías urinarias, etcétera. Más del 90% de los pacientes con cáncer de pulmón son fumadores en el momento del diagnóstico. Existe una relación directa entre el riesgo de padecer uno de estos tumores y la exposición al humo del tabaco, es decir, con el número de de cigarrillos fumados. De la misma manera, dejar de fumar disminuye esta incidencia. Se estima que, a los diez años de abandonar el tabaco, el riesgo de cáncer se equipara con el de las personas no fumadoras.
Pero el peligro no acaba aquí; cuando expulsa el humo del tabaco de sus pulmones perjudica la salud de sus congéneres, especialmente la de los niños y la de los más mayores. Se estima que en nuestro país mueren anualmente al menos 700 personas no fumadoras debido a la exposición directa, en centros de trabajo y de ocio, al aire contaminado por el humo del tabaco. Hace cinco meses entró en vigor la Ley de Prevención del Tabaquismo, que es el punto de inflexión para una protección eficaz de la población, fumadores y no fumadores, asegurando un entorno más saludable para las generaciones futuras. Como complemento de esta medida, hay que conocer que cualquier exposición al humo del tabaco siempre es nociva y debe ser evitada, pues ni la climatización ni la creación de zonas separadas para fumadores elimina completamente el humo y sus efectos perniciosos.
Una encuesta nacional de la propia AECC demostró que a una gran mayoría de las personas fumadoras le gustaría no haber empezado a fumar nunca, y más de la mitad han intentado liberarse de esta esclavitud en alguna ocasión. Mientras que ayer fumar era un hábito socialmente aceptable, los fumadores experimentarán, por primera vez en nuestro medio, un aislamiento social.
Mención especial del problema del tabaquismo merece la población más joven. Aunque la estadística advierte de que un tercio de los españoles mayores de 16 años fuma, esta cifra se eleva hasta el 50% entre los jóvenes. Como reflexión hemos de conocer que los padres de tres de cada cuatro jóvenes que empiezan a fumar son también fumadores.
Por estas razones debemos reclamar el derecho a que todos respiremos aire libre de humos, nuestra responsabilidad para evitar que los más jóvenes inicien el consumo de tabaco y nuestra obligación para promocionar el abandono del mismo. Sin duda, dejar de fumar es la decisión más importante para la salud que va a tomar en su vida.
J. Á. García Sáenz es colaborador científico del Comité Técnico Nacional de la Asociación Española contra el Cáncer.
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