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«Me interesa más la cantidad de conciertos buenos que el circo de uno grande»
«Me interesa más la cantidad de conciertos buenos que el circo de uno grande»
IÑIGO ARGOMÁNIZ DIRECTOR DE GETIN

«Me interesa más la cantidad de conciertos buenos que el circo de uno grande»

Con quince años de experiencia y unos 700 conciertos organizados, Getin se ha convertido en una referencia en el mundo de la música

ALBERTO MOYANO

Domingo, 4 de junio 2006, 02:00

La promotora Getin, responsable de los más importantes conciertos celebrados en San Sebastián, cumple quince años. Su director, Iñigo Argomániz, repasa en esta entrevista la trayectoria de esta firma, la evolución del negocio, los cambios en los hábitos del público y su labor como manager de artistas como La Oreja de Van Gogh, Mikel Erentxun, Coti o Alex Ubago. Y recuerda que sin los colaboradores que forman el equipo de Getin nada de esto hubiera sido posible.

- ¿Cuál fue el primer concierto que organizó?

- A nivel profesional, fue el de Tanita Tikaram, que organicé con mi empresa. El primer concierto internacional en el que trabajé fue el de Ian Dury. Antes, con diecisiete años, había montado con amigos un concierto de grupos locales en la Plaza de la Trinidad. Ganamos unas 200 pesetas.

- ¿Y el último que ha cerrado?

- Estamos trabajando con Lordi, el grupo que ha ganado Eurovisión, para organizar un concierto en Rock Star, la misma sala en la que actuaron hace unos años.

- ¿Será suficiente esa sala?

- Veremos a ver. La otra vez hubo 200 espectadores.

- Personalmente, ¿cuál fue el concierto que más le ha gustado de cuantos ha organizado?

- Recuerdo conciertos especiales como el primero de U2 en el Velódromo en 1992, por lo que significó; Elvis Costello, uno de mis artistas favoritos; Paul Weller y Oasis en Bilbao, en su único concierto juntos. También el antológico concierto de David Byrne en Pamplona. Podría seguir con David Bowie, Dylan o Lou Reed.

- ¿Y el que menos le gustó?

- Alguno me ha decepcionado profesionalmente y no volveré a traerlo, pero no diré su nombre porque es un grupo nacional conocido. Entre los internacionales, me han parecido flojos, por ejemplo, los de la última época de los difuntos Ramones. No se preocupaban ni de la producción, ni del sonido. Los que somos muy mayores habíamos visto a los Ramones en su apogeo, en 1978. En cambio, los conciertos de los noventa fueron un espectáculo flojo.

- ¿El artista o grupo más discreto y más sencillo en el trato?

- Empezaría por cuál no lo es: Bon Jovi. Gente de trato difícil. Por cierto, fue la primera vez que vi un avión negro. De trato fácil, podría citar a REM, Bryan Adams y, en general, los heavys. Los músicos de rock duro son majos de tratar, como Iron Maiden o Manowar. También se tiene más trato con artistas jóvenes y gente que empieza. Luego cambian los roles.

- ¿Algún mánager que le sorprendiera por su solvencia?

- A los nacionales los conozco, lógicamente, a todos y el trato con unos es mejor que con otros. Entre los internacionales, hay dos grandes: El de U2 y John Landau, el de Bruce Springsteen. Son dos iconos de los mánagers.

- ¿Cuál es el concierto organizado por usted con más público?

- U2, en el Estadio de Anoeta.

- ¿Y el que más le ha sorprendido por su éxito de taquillas?

- Si digo la verdad, sería alabarme, pero lo cierto es que no me ha pasado eso. Más bien a la inversa. Alguna vez me ha pasado que preparamos el concierto en el Polideportivo y tenemos que pasarlo finalmente al Velódromo. Eso significaba que llenabas, pero fue hace mucho tiempo. Sí he sufrido decepciones: meter menos gente en David Bowie o el golpe más fuerte que tuve, que fue con Ozzy Osbourne, en un festival que pensábamos que reuniría a 10.000 personas y acabamos con sólo 3.000.

- ¿El concierto que siempre quiso traer y nunca pudo?

- El de Bruce Springsteen es el que más intentos hemos realizado y el que más cerca hemos estado de cerrarlo. Por varias circunstancias, siempre se ha ido.

- Se dice que hará gira en verano con la E Street Band.

- En otoño.

- ¿Y?

- Estamos ahí, lo que pasa es que la competencia es muy grande.

- ¿Y ese nombre que desde un principio decidió no traer?

- Nunca descartas a un artista que crees que puede funcionar. Los gustos los dejas en casa. Si creo que pueden funcionar, los realizo porque creo que hay un público potencial e interesado en verlo. Aunque Metallica me guste cien veces más, para mí es el mismo concierto que Ramstein, que agotó todas las entradas. Luego sucede que traigo a David Bowie, que para mí es el no va más, y se venden la mitad de las entradas. Quizás no llegó en el momento adecuado. Claro que me gustaría traer a todos los conciertos que no he realizado, como los Stones en San Sebastián o traer a Springsteen y a McCartney. Trajimos a Moby al Keops y fueron doscientas personas. Hoy meteríamos a 8.000 en el Velódromo.

- ¿Ha traído a alguien por darse la satisfacción personal, aún sabiendo que podría pinchar en taquilla?

- Sí, sí, muchos. Elvis Costello y Joe Jackson. Sabía que con Costello en el Euskalduna perdería dinero pero fue un conciertazo.

- ¿Qué gira de los Rolling de todas las que no hemos visto en Donostia le hubiera gustado conseguir?

- La del Love You Live, pero fue en 1976 y yo era casi un niño. También la de 1982, uno de cuyos conciertos pude ver en el Vicente Calderón. Luego, sucesivamente, todas. De todas formas, creo que la gira de 1982 fue especial. En 1996 hicimos la producción para el concierto que dieron en Gijón.

- ¿Cuándo se arrepintió de haberse convertido en promotor?

- Sobre todo, en algún momento en el que las he pasado canutas por temas personales o profesionales graves. En algún momento, todo se vuelve contra ti. Cuando tienes cerrado un concierto y en el último momento se te cae o por desgracia personales, como la defunción de algún técnico en México, durante una gira. También me he arrepentido cuando he sufrido grandes pérdidas. Ahora veo las cosas distintas, después de quince años y con 600 ó 700 conciertos organizados. Muchas veces cuando pregunto a alguien que grupo le gustaría que trajera, me dice un grupo que ya ha venido, no hace quince años, qué va, gente que ha estado tocando aquí hace dos o tres. O no hago bien la comunicación o la gente no tiene memoria. Quitando cuatro o cinco grandes bandas, el resto han estado por aquí.

- Al margen de esos grandes nombres, ¿a quién le gustaría traer en el futuro?

- Tengo dos grandes ídolos que me encantaría traer: Tom Petty y John Mellencamp. Ninguno de los dos viene mucho a Europa y, desde luego, no vienen a España. Creo que tenemos una carencia importante con estos artistas americanos Ahora viene Eagles a España después de 35 años de carrera.

- ¿Cuál es el artista que más cosas raras ha pedido? Me refiero a drogas, mujeres...

- Frank Zappa, en aquella época en la que trabajaba en Tiburón. Le recuerdo como un personaje complicado cuando venía. También recuerdo a The Lords of the New Church, que en paz descansen, cuando hicimos una gira por toda España. Un delirio. Era otra época, años ochenta. Desgraciadamente, ahora -y lo digo yo que soy mánager- hay demasiados mánagers, road mánager, tour mánager, bussiness mánager... Hay abogados y demasiada gente en el tema que hacen que el contacto con el artista sea mucho menor que hace quince años. Todo está demasiado profesionalizado, parco y a contrato.

- Comentaba Sam Shepard, amigo de Bob Dylan, que no había logrado contactar directamente con él para proponerle un papel en una película, de tantos intermediarios con los que tuvo que hablar.

- Me lo creo porque nosotros hacemos lo mismo con nuestros artistas. Evidentemente, aquí es más fácil, pero sí que convertimos a los artistas en... Es muy difícil tener trato con los artistas internacionales. Hace años, íbamos con Mark Knoffler o REM a cenar. Ahora ya no quieren ir a cenar. Con los artistas nacionales si tratas más, por ejemplo, con Joaquín Sabina, al que conozco hace veinte años, o con Jaime Urrutia y otros.

- Por cierto, ¿cómo es Lou Reed? Tiene fama de difícil.

- Complicado. Recuerdo que en 1984, uno de seguridad no le dejó pasar en el Velódromo y agarró un rebote terrible. Era una época en la que Lou Reed no estaba muy bien. Es un hombre bastante seco. Por ejemplo, Joe Jackson era supersimpático y a la vez un tío rarísimo. No dejaba que alguien se sacara una foto con él. También recuerdo como un hombre simpático a Ian Dury, de los pocos que se marcharon tras saludar uno por uno a todo el personal de carga y descarga, y a todos los que habían trabajado en el montaje.

- ¿Se ha encontrado con artistas especialmente interesados en tocar en San Sebastián?

- Yo creo que sí, por ejemplo, REM, que se quedaron colgados de la ciudad. U2 también y Iron Maiden no digamos. Es fácil. La audiencia es muy buena. Hace diez años el Velódromo era uno de los escasos lugares en los que podías meter 10.000 personas. Hoy ya no. El background que tenía esta ciudad era muy atractivo para casi todos los grupos.

- ¿Funciona el boca-oreja entre los artistas?

- Más que entre los artistas, funciona entre los mánagers. Pero bueno, los Rolling tocan en El Ejido porque les pagan más.

- Es decir, una mala experiencia te puede hundir.

- Debería ser así, pero luego el dinero le da la vuelta a todas las cosas. Todo se vuelve muy mercantilista y al final los grupos van a donde más les pagan. Hablo también desde mi perspectiva como manager.

- ¿Se sintió malentendido cuando se le criticó por organizar el concierto de los primeros triunfitos?

- No, monté una empresa para hacer cosas de televisión. He tenido bastantes oportunidades de llevar a cantantes de Operación Triunfo. Ya dije que no me sentía capaz de desarrollar carreras de artistas que vienen de ahí porque no sabría qué aportar. El hacer un concierto con un artista de O.T., de Julio Iglesias o de Pearl Jam es un trabajo de promotor y punto. Pero no, no me sentí molesto. Entiendo además que la gente de fuera vea las cosas distintas.

- ¿De qué grupo le hubiera gustado ser el manager?

- Mi grupo favorito era Nacha Pop que, junto con Gabinete Caligari, Radio Futura y Los Secretos, los hubiera llevado encantado. También es un icono para mí Andrés Calamaro.

- ¿Volveremos a ver pronto un concierto en el Estadio de Anoeta?

- Bueno, en el plazo de un año vamos a tener a U2 y Depeche Mode. No es fácil porque como promotor puedo competir contra los privados, pero contra los públicos me va a resultar muy difícil. Si los Rolling los compra El Ejido o Valladolid, los empresarios privados lo vamos a tener muy difícil para competir.

- ¿Alguna sorpresa en cartera?

- No sé. Este año tocaba el año malo. El próximo tendremos grandes artistas. De todas formas, me interesa más la cantidad de conciertos de buenos artistas que el circo de uno grande. Lo que me da pena es que la gente no vaya a Joe Jackson, Moby, Bryan Ferry o a bandas nuevas.

- ¿Tenemos una falsa afición a la música?

- Yo creo que sí. Creemos que la música es gratis, para divertirse y no para estar callado escuchándola. Para el botellón y eso sí, pero si eres un poco tranquilo ya no pegas. Yo creo que la música es una gozada y el Auditorio Kursaal está haciendo una labor muy importante, que es la de abrir un sitio de calidad y de sonoridad a músicas que jamás se hubieran podido pretender, como Radiohead o Crosby, Still y Nash.

«Ser manager y promotor me ha fastidiado la afición a la música»

- ¿Cómo lleva ser promotor y manager a la vez? ¿Como Dr. Jekyll y Mr. Hyde?

- Es complicado, aunque se diferencias bastante bien cuando me toca un papel u otro. Por eso soy bastante comprensivo en ambos papeles, muy complicados. Es muy diferente ser el manager de un grupo como los de aquí, con los que tenemos amistad, que serlo de un grupo más grande y profesionalizado. Lo intento llevar de la mejor manera posible.

- ¿Quién ha sido el artista más tacaño con el que se ha topado?

- No es cuestión de decir nombres, pero algunos se han llevado hasta el agua de los camerinos. Hay grupos que realmente actúan con una racanez increíble. Alguna vez, se han llevado material y tras reclamarlo, nos lo han devuelto a la fuerza.

- ¿Cuál es el lugar que le mantiene en contacto con los gustos de la gente? ¿El bar, quizás?

- No, no es el bar. Aquí trabajamos mucha gente y esa pequeña intuición o la tienes o no la tienes. Es saber cómo funcionan los conciertos y qué necesitas para cubrir gastos. Llevo 24 años haciendo conciertos, diez con Tiburón Concerts y quince con Getin. En el Autódromo de Lasarte, trajimos todo tipo de bandas: desde Cramps hasta Killing Joke, Def Lepard, Stranglers, UK Subs, Soft Cell. Fue una época un poco dorada, el Lasarte de oro.

- En aquella época, la gente iba a todos los conciertos.

- Había menos ocio y una cultura... Había menos grupos y ahora los hay por todos los lados. Las cosas han cambiado un montón.

- ¿Siente nostalgia?

- No, la verdad es que tengo tanto trabajo que no me da tiempo a pensar en el pasado. Lo que sí me da pena es que antes conocía a mucha gente que iba a los conciertos y a los que trabajaban con nosotros. Ahora se ha perdido ese espíritu de familia.

- El hecho de ser manager y promotor, ¿le ha enturbiado la afición por la música?

- Sí, me la ha fastidiado absolutamente. Me habrá distorsionado el gusto, no digo si para bien o para mal. Sigo escuchando música, pero estoy absolutamente contaminado, afectado. Me cuesta desconectar y acabo teniendo siempre una visión sobre lo que escucho. Y así como hay muchos managers y promotores que durante el concierto están en los camerinos, yo siempre veo el directo. Veo más de cien conciertos al año, así durante muchos años. No me satura. Tengo más discos de los que puedo escuchar porque recibo unos trescientos al año. Los guardo pensando que algún día tendré tiempo para escucharlos. El otro día coincidíamos Mikel Erentxun y yo en que el coche es el lugar en el que más música escuchamos y eso es también para analizar porque antes no me ocurría.

«Ya quisieran muchos llevarse tan bien como La Oreja de Van Gogh»

- ¿Qué debe tener un artista para que acepte ser su manager?

- Siempre digo que tiene que tener algo especial. Al final, la música es todo emociones, es una cosa emotiva. Tienes que ver algo distinto. Recibo muchas maquetas, con gente muy buena y canciones que están muy bien. Hay grupos que suenan peor que otros o con menos calidad, pero les ves algo. Es el caso de Alex (Ubago), con unas maquetas muy mal grabadas, nunca había tocado en directo pero vi algo especial en la forma de cantar y de escribir de ese chico.

- ¿Cuánto tarda en decidir si tiene ese algo especial?

- Oigo la maqueta y se la pongo a más gente. Me pasó con Coti o con El Canto del Loco. Yo nunca he cogido un artista que vendiera mucho. Los he cogido antes de que vendieran más de 10.000 discos. Así pasó con M-Clan, con Coti, con La Oreja, con El sueño de Morfeo, La sonrisa de Julia... Son cantera.

- ¿Se ha llevado sorpresas?

- Nunca podré decir que me esperaba los éxitos de Alex, La Oreja, Coti o El sueño de Morfeo. Hace poco me decía Sabina: «que Alex Ubago siga escribiendo porque lo hace muy bien y va a ser un tío grande». Lo que sí tengo bastante claro es que será difícil que volvamos a tener los éxitos que hemos tenidos en los últimos años. Nadie puede pretender que salga otra Oreja u otro Ubago ca- da año. De los artistas que venden surgidos en los últimos 10 años, esta oficina lleva a 4 o 5.

- Años duros, con OTs...

- Operaciones triunfos, televisiones, la muerte de la discográfica, pasando de un disco de oro de 50.000 copias vendidas a 40.000. Sin embargo, La Oreja está en Argentina, en las listas de más vendidos de EE UU...

- ¿Qué hay de esas informaciones sobre desavenencias entre los miembros del grupo?

- Creo que son rumorología. De cualquier crisis de un grupo importante como La Oreja se dice que acaba en separación. Simplemente, puede ser una discusión dentro del grupo por una diferencia de criterio. Lo único que sé es que llevan ya cuatro discos, que el grupo sigue girando, en magnífica relación. Simplemente, han pasado diez años, pasan mucho tiempo juntos y cuando vienen a casa prefieren estar con su gente y separados. Al principio había una unión, pero todo el mundo sabe que es ley de vida. Ya quisieran muchos grupos tener entre sus miembros la relación que tienen ellos.

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