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TERESA FLAÑO
Martes, 6 de junio 2006, 02:00
SAN SEBASTIÁN. DV. Desde que en 1997, con motivo de las obras de rehabilitación en la torre campanario de Santa María la Real, quedaron al descubierto importantes restos de una necrópolis medieval anterior a la fundación de la villa de Zarautz se han realizado importantes descubrimientos arqueológicos. El más relevante, en los últimos meses, ha sido una tumba con cubierta de madera del siglo X, entre otras que se encontraban descubiertas. Álex Ibáñez, responsable de la excavación, considera que «aparecen distintos tipos de enterramiento que demuestran cambios culturales y sociales en los asentamientos de entonces». Además, junto a estos nichos situados en el jardín de la iglesia, se han localizado elementos de la época romana como cerámica y algún muro derrumbado.
El ritmo de trabajo en esta zona de la parroquia es frenético y se prevé que las excavaciones durarán hasta el próximo otoño. Ayer mismo, antes de presentar a los medios de comunicación los últimos hallazgos y de que Diputación Foral y Ayuntamiento firmaran un convenio para seguir las investigación, los arqueólogos localizaron una tumba de dimensiones tan reducidas que el equipo opina que en su interior se encuentran los restos de un feto.
En esta parte del yacimiento situado en la torre campanario es donde se encuentra la necrópolis medieval en la que se distinguen tres niveles. El más antiguo puede datar de los siglos IX-X, a los que pertenecería la tumba con tapa de madera; una fase intermedia –siglos XI y XII, con un predominio de las sepulturas de lajas; y la fase final, de lo siglos XII y XIV, con la paulatina desaparición de las sepulturas de lajas, a medida que se iba imponiendo el enterramiento en fosa simple, con una reutilización de estos espacios para varios cuerpos.
Ibáñez es tajante cuando afirma que «Zarautz se encuentra en una posición ideal en el mundo de la arqueología, ya nos hemos situado en este mapa. No aspiramos a ser Atapuerca. Pero tenemos el mejor yacimiento de la Edad Media de la cornisa cantábrica, que nos ha permitido aportar al mundo de la investigación novedades respecto a la construcción y a la habitabilidad de los espacios».
Pero las excavaciones realizadas en Santa María la Real no sólo han permitido encontrar importantes restos medievales sino que comienzan a demostrar que la romanización en esta zona era más importante de lo que se creía. En este sentido, el diputado general Joxe Joan Gonzalez de Txabarri apuntó que «la existencia de la zona denominada Menosca, a los pies de Pagoeta, es cada vez más evidente y las excavaciones que en breve van a comenzar en Getaria van en ese camino. Las inversiones que realizamos para descubrir nuestro pasado nos permitirán conocernos mejor».
La carretera
El problema que encuentra el equipo de arqueólogos de la Sociedad Aranzadi es que las tumbas han aparecido junto al muro que separa el jardín de la carretera y para seguir estas excavaciones sería necesario cerrar la carretera, algo bastante conflictivo. «Hemos encontrado el espacio de culto y de enterramiento, pero, de momento, no de habitabilidad que, supuestamente, estará en una zona cercana».
Desde que comenzaron los trabajos, la fisonomía del espacio ha cambiado sustancialmente. En el interior ya se ha procedido a la musealización de los restos de romanización encontrados, además de muros de templos construidos en esta zona. Una cubierta de cristal permite andar y observar los descubrimientos.
En el yacimiento arqueológico dentro de la iglesia actual se encuentran varios niveles de ocupación que comprenden desde la Edad del Hierro hasta época moderna. Son de importancia especial los pertenecientes a la romanización. El espacio del siglo V antes de Cristo consta de una habitación cuadrada, en cuya esquina se halla un hogar, con restos de un fuego.
En las excavaciones de la parroquia se han encontrado los restos de tres templos cristianos, anteriores al actual, y que estarían relacionadas con la necrópolis encontradas en el exterior. El primero se sitúa entre los siglos X y XI, el prerrománico es del siglo XII y el románico del XIV.
De la romanización destacan en el interior los muros de lo que podría ser una edificio público. «Vienen especialistas de fuera y comentan que si estos restos estuvieran en Zaragoza, por poner un ejemplo, dirían que es de una importancia excepcional, pero como aquí, hasta ahora, no había constancia de este tipo de construcciones, nadie se atreve a afirmar nada», señala Ibáñez. También hay un espacio abierto de forma rectangular que se ha interpretado como una plaza, con una alineación de sillares de excelente calidad.
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