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ARTURO GARCÍA
Lunes, 26 de junio 2006, 02:00
BILBAO. DV. Casi 319 millones de euros, 20 de ellos en el País Vasco. Hace unos días, la Sociedad General de Autores de España (SGAE) presentaba su balance anual: la recaudación en concepto de derechos de autor, a través de sus diferentes procedimientos, había crecido más de un 6% (medio punto más en el País Vasco).
La publicación de estos resultados ha reabierto el debate sobre los criterios, mecanismos y métodos que la asociación, que representa los intereses de sus 85.000 socios artistas, aplica a la hora de obtener esos ingresos. Para unos, está en juego «el salario del autor»; para los otros, se trata sólo de repartirse el pastel y que las porciones crezcan. En medio, realidades tangibles como que el año pasado se distribuyeron en España 12,5 millones de copias falsas de CD y DVD musicales y se realizaron más de 508 millones de descargas «ilegales» en internet, casi el doble que en 2004.
El panorama no pinta halagüeño para los métodos de recaudación clásicos: los ingresos en taquilla y las ventas de CD se desploman en caida libre, el empleo en el sector se desangra, la industria reduce lanzamientos, todo sirve para poner sobre la mesa una cuestión: ¿este nuevo escenario apocalíptico para los ingresos tradicionales del artista ha obligado a la SGAE a apretar las tuercas a otras vías, como bares, ayuntamientos o internautas? ¿Cómo se distribuyen los porcentajes de pago entre los diferentes sectores?
Derechos y cuotas
Ignacio Casado, delegado en el País Vasco, niega la mayor. «En primer lugar no son cuotas, son derechos y los porcentajes son siempre los mismos en cada parcela, se venda lo que se venda o se ingrese por el concepto que sea: concierto, venta, radiodifusión, taquilla. La SGAE vuelca su recaudación en sus socios. Nosotros no podríamos recaudar si no sabemos a quién se lo vamos a repartir».
La recaudación de la SGAE se realiza siguiendo estos baremos: para música, se agrupa en dos categorías: bares, cafeterías, restaurantes y similares de categoría secundaria, 19,72 euros mensuales; bares musicales, disco bares y similares, categoría «necesaria»: 87,59 euros, hasta 100 metros y 21,89 por cada tramo posterior de 50 metros. Comercios y servicios: 5,94 por cada tramo de 50 metros de superficie hasta 300 metros. Por televisión abonan desde 14,02 por cada receptor instalado. Por aparato de vídeo entre 81,20 y 85,16 en superficies de hasta 200 metros.
Por taquilla
Las emisoras de radio abonan un 5% del total de sus ingresos de explotación. A partir de ahí se bonifica en función del uso de la música y además por pertenecer a la AERC. Las televisiones, un 2,52%; las salas de conciertos, un 10% de la taquilla; los cines el 2%, y teatro, lo que establezca el autor (desde un 10% de taquilla hasta un mínimo garantizado).
Empresas e instituciones que organizan actividades pagan una cantidad proporcional a la asistencia de público y al presupuesto de los eventos programados, que acostumbra a ser un 10% del porcentaje del presupuesto de gastos necesarios para el espectáculo cuando es gratuito, y desde un 10% a un mínimo garantizado cuando hay taquilla de por medio.
Lo cierto es que, después de deducir los costes de administración, la SGAE abona los derechos a sus propios socios así como a los autores y editores de todo el mundo cuyas obras se hayan utilizado en España. La deducción media descontada por la entidad ronda el 15,5%. Entre los capítulos de Recaudación, Administración y Lucha Antipiratería el descuento se sitúa en torno al 35,5% de lo obtenido inicialmente.
Una de las mayores peleas se libra hoy en la red, cuyos foros se llenan a diarios de críticas contra la SGAE. Casado atribuye esa reacción a «colectivos capitaneados por la industria que no quieren pagar el canon cuando sabemos que un equipamento digital hoy, si no tiene un contenido, no vale para nada. Si el legislador no estableciera ese canon, nadie vería un duro de esas descargas. Si la gente que vive de la música no cobra nada, porque todo debe ser gratis, entonces mejor dejarlo».
Bares y establecimientos hosteleros han abierto otro frente y, hasta la fecha, sus negativas al pago son las que más procedimientos obligan a emprender a la entidad. La SGAE demandó el año pasado a unos 300 locales del País Vasco por haberse negado a pagar sus tarifas, que son elaboradas por la SGAE y luego las aprueba el Ministerio de Cultura. En lo que va de año, van cursadas otras 170.
Casado muestra su sorpresa por el interés de los medios en dar relevancia a ese dato. «Me gustaría que la misma pregunta se dirigiera a El Corte Inglés, a los bancos, a ver qué reclamaciones realizan. Nosotros al final somos una empresa como otra cualquiera, como cualquier periódico: cuando hay un impagado, lo reclamas en el juzgado, no tiene más secreto ni misterio. La SGAE pertenece a 85.000 señores, que tienen derecho a cobrar. Por eso existe la entidad de gestión colectiva. Si los autores tuvieran que ir a emporios y empresas multinacionales a pedirles sus derechos de autor, ¿los cobrarían? Nosotros lo hacemos en su nombre».
El balance del ejercicio refleja que hay capítulos cada vez más relevantes. Como el de bodas, festejos populares y equipos de sonido y televisores de 15.000 bares y comercios: representa ya el 40% de los ingresos de la SGAE vasca, ocho millones de euros. Un porcentaje que Casado sólo atribuye al cambio de hábitos de consumo cultural. «Si este año se recauda más por conciertos, los beneficiarios serán los autores que han estado en esos conciertos. Con la caida de ventas de cedés, la copia privada ha venido a compensar esa pérdida de ingresos por menor venta de originales».
Los derechos por ventas musicales cayeron en 2005 un 5%, las copias privadas de música y películas, un 21% -de 1,8 a 1,4 millones- y el cine, que apenas reportó 550.000 euros, dejó un 9% menos en las arcas de la entidad. La actividad dramática o teatral, SGAE-Euskadi se recuperó ligeramente del retroceso del 4,3% del año anterior y cerró 2005 con un mínimo incremento porcentual del 0,88%. El 85% de los socios de la SGAE son músicos, alrededor de otro 11% proceden del campo de lo dramático, el 3% del terreno de los audiovisuales, y el 1% son editores y coreógrafos.
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