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ARTURO GARCÍA
Domingo, 23 de julio 2006, 02:00
El trío británico Depeche Mode cautivó anoche a las alrededor de 20.000 almas que se congregaron en el estadio de Anoeta para asistir al concierto de presentación en Donostia, incluido en su gira Touring The Angel con el que la banda ha puesto de largo su más reciente grabación, Playing the Angel.
Eran las diez de la noche cuando las luces del estadio se apagaron y comenzó un show que contó con una escenografía tenebrista monumental. Diseñada por Anton Corbijn, el grupo irrumpió a los sones de A Pain That I'm Used To, el tema que abre su último disco y enlazaron con A Question of Time, de Black Celebration, y John The Revelator, también del nuevo álbum.
El concepto escénico ideado por Corbijn es, en cierta manera, deudor del Zoo Tv, de U2: en una gran pantalla se suceden proyecciones múltiples con primeros planos de los componentes del grupo, unos teclados ocultos tras una decoración futurista con formas redondeadas y una gran pasarela por donde se movió a sus anchas su vocalista Dave Gaham, más ángel caído en negro que celestial .
La iluminación oscurantista brilló de manera especial y realzó un repertorio donde la banda que fuera pionera en el tecno y el pop electrónico intercaló media docena de su último disco con hitos de su trayectoria.
Proyecciones
Presidía el escenario una avasalladora bola de discoteca suspendida del engranaje y la estructura donde se iban iluminando palabras como dolor o sexo. El primer tramo del recital sirvió para mostrar las nuevas composiciones, como Precious o Suffer Well, The Sinner In Me o I Want It All.
Gahan se metió una y otra vez al público en el bolsillo con sus maneras de sexy crooner salido de las tinieblas envuelto en azufre, mientras el resto del grupo, en un segundo plano con especial peso en el papel del guitarrista y teclista y principal compositor de la banda, Martin Gore. El trío original estuvo respaldado por otros dos instrumentistas en un discreto segundo plano.
El escenario fue colocado a lo ancho, no en uno de los fondos, como ocurrió con U2, sino tapando una de las tribunas buscando adaptar el espectáculo al aforo real conseguido por el trio británico.
El grupo demostró en dos horas por qué son un referente para las nuevas generaciones, como lo demuestra que tras su actuación de anoche en Donostia, les esperan en el FIB de Benicassim como los auténticos cabezas de cartel.
En el tramo final, con Gahan semidesnudo, el grupo enlazó I feel you y el Behind the wheel de Music For The Masses para lanzarse a tumba abierta hilvanando los singles de su aclamado Violator: World In My Eyes, Personal Jesus y Enjoy The Silence.
Tras despedirse, la banda regresó al escenario para una primera tanda de bises que abrió Martin Gore con una balada. Luego fue ya la apoteosis cuando sonaron los primeros acordes del gran aldabonazo de su primera época tecnopopera: el Just Can't Get Enough que puso a todo el respetable al borde del delirio. Las tonadas pegadizas dejaron paso a Everything Counts, de Construction Time Again, que ha vuelto al set list después de años sin que la banda la interpretara en directo.
Tras retirarse y entre aclamaciones, el trio volvió para cerrar la velada con otra doble ración, la habitual durante toda esta gira: su himno Never Let Me Down Again y Goodnight Lovers.
Triplete
Pero antes de que Depeche Mode tomaran el escenario, fue el turno de otras tres formaciones: les tocó la dura china de abrir un festival así al grupo de Andoain, Natural Project, que apenas pudieron templar los ánimos de la todavía escasa asistencia de público que había entrado ya a Anoeta. Con su denominado pop oscuro en la línea The Cure, los guipuzcoanos mostraron maneras y se defendieron como gato panza arriba.
Tras ellos, los murcianos Second expusieron las razones de peso por las que se alzaron con el concurso Global Battle of th Bands: letras en inglés y castellano e influencias entre los Planetas y pop anglófilo.
Ya con una considerable entrada, el duo sueco Raveonettes, que ya teloneó a los Depeche en su anterior gira, terminó por calentar el ambiente con su correosa fórmula de rock sucio de estética punk en la línea de Jesus &Mary Chain que suenan menos turbias en su última entrega, Pretty in Black, donde han suavizado su sonido.
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