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MARÍA DE CASTRO
Miércoles, 31 de agosto 2016, 07:20
José Antonio Pérez tiene ante sí la ardua tarea de coordinar un estudio impulsado por el Gobierno central que será el «más completo y exhaustivo conocido hasta ahora» sobre víctimas de terrorismo en Euskadi. En un contexto dominado por una cruzada de análisis para escribir el relato de 40 años de terrorismo en Euskadi, el historiador aboga por enfrentar el pasado huyendo de miradas autocomplacientes.
-¿Está preparada la sociedad vasca para afrontar un tema que todavía despierta tantas susceptibilidades?
-Prácticamente ninguna sociedad que haya sufrido traumas colectivos de violencia política está preparada, porque supone enfrentarse al espejo de su comportamiento en el pasado. Sin embargo, pensamos que ha transcurrido un tiempo suficiente para abordarlo. Muchos jóvenes vascos desconocen el pasado de violencia que se vivió aquí. Tenemos que tratar de recuperar la verdad de lo ocurrido desde una perspectiva histórica, pero también comprometida con los derechos humanos.
-Este desconocimiento juvenil, ¿responde a una suerte de amnesia postraumática?
-No afecta solamente a los jóvenes. También mi generación está olvidando rápidamente. El País Vasco adolece de una especie de 'síndrome de Vichy'. En Francia, un sector de la sociedad que se sentía incómodo al recordar su comportamiento durante el nazismo prefirió difuminar lo acontecido dentro de una suerte de responsabilidad compartida. Ese 'síndrome de Vichy' está presente en Euskadi. Por ello, en nuestra investigación trataremos de situar a las víctimas en la centralidad del escenario, pero también analizaremos cuál fue el comportamiento de la sociedad.
-La justificación de la violencia desde ciertos sectores de la sociedad se aborda en el 'Informe Foronda', del que parte su investigación. ¿Qué aportará ésta al informe?
-El informe era una primera aproximación. Ahora haremos una investigación de mucho más calado. Abordaremos la historia desde la perspectiva de las 600 víctimas que murieron en Euskadi, pero también de las más de 3.000 personas que sufrieron lesiones. Es un proyecto mucho más ambicioso, que también tratará el terrorismo de los grupos de extrema derecha y de los GAL. Pero hay que tener en cuenta un dato: el 92% de los asesinatos políticos fueron cometidos por ETA. Esa fue una de las principales aportaciones del informe: ofrecer datos objetivos que rompen el relato del conflicto y de los dos bandos.
Teléfonos y direcciones
-Afirman que existe una ofensiva por parte de quienes justifican el terrorismo para imponer un determinado relato de lo ocurrido. ¿A qué se refieren?
-Cuando se evidenció que el terrorismo iba perdiendo la batalla, el sector político que lo había apoyado comenzó a difundir un relato que sostenía que la violencia que habían ejercido los miembros de ETA era inevitable en el marco de un conflicto entre Euskadi y el Estado. Como historiadores pensamos que esa violencia fue siempre voluntad de quienes decidieron asesinar. En los últimos años, además, está calando otro relato más equidistante que establece que hubo terrorismo por parte de ETA, pero que el Estado y organizaciones de extrema derecha constituyeron otro bando que arremetió con la misma sangría contra el mundo abertzale. Consideramos que fue muy diferente. El terrorismo de ETA gozó de un apoyo social del que careció el segundo. En las calles de Bilbao nunca hubo 20.000 personas gritando «viva el GAL». Nunca. Pero sí hubo 20.000 personas gritando «gora ETA».
-Una parte de la investigación se centrará en analizar el funcionamiento de lo que denominan los mecanismos del terror.
-Para que ETA asesinase a tanta gente era necesaria toda una red de delatores que apuntasen las matrículas, que facilitasen los teléfonos o las direcciones de las víctimas. Convivimos durante décadas con delatores que eran nuestros vecinos, que eran nuestros familiares. Nuestra intención es analizar cómo afectó eso a la vida cotidiana de la gente.
-En los últimos años han proliferado numerosos estudios sobre terrorismo. Jonan Fernández, secretario general de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco, reconocía que no está habiendo toda la coordinación necesaria entre los ejecutivos autónomo y central. ¿Qué opina al respecto?
-En ese afán (el Gobierno Vasco) por incorporar lo que llaman todas las memorias y todas las víctimas no hay un planteamiento definido que establezca una jerarquía en función de quién ha sido el máximo responsable de la violación de derechos humanos, que ha sido ETA. Resulta llamativo que entre todos esos informes la Secretaría de Paz y Convivencia no encargase ninguno sobre el terrorismo de ETA; solamente lo ha hecho sobre aspectos muy parciales como la persecución a policías autónomos o sobre personas que necesitaron guardaespaldas, pero no ha existido un encargo de un informe específico sobre terrorismo. Son estudios valiosos, pero carecen de una perspectiva que analice los contextos históricos cuando se trata de fenómenos que han ocurrido durante los últimos 50 años.
-Con la investigación, ustedes pretenden fijar una «verdad histórica». ¿Es posible?
-No buscamos establecer un relato oficial del terrorismo. Trataremos de aproximarnos con la mayor exactitud posible a lo ocurrido, siendo conscientes de que tratar de establecer la verdad histórica es muy pretencioso. Van a convivir diversos relatos históricos, como conviven sobre la Guerra Civil u otros fenómenos. Pero ni podemos ni queremos quedarnos en una especie de memoria autocomplaciente.
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