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AINHOA MUÑOZ
Sábado, 21 de enero 2017, 09:36
El encuentro que mantuvo Iñigo Urkullu la semana pasada en el Palacio Apostólico del Vaticano con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal italiano Pietro Parolin, ha vuelto a provocar la reacción del Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite). Su presidenta, Consuelo Ordóñez, envió el pasado jueves sendas cartas de protesta por la audiencia al presidente de la Conferencia Episcopal y antiguo obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y al propio cardenal Parolin en las que, además de denunciar el Plan de Convivencia y Derechos Humanos del Gobierno Vasco, insta al Vaticano a investigar la actitud que mantuvo en el pasado la Iglesia vasca con respecto a las víctimas de ETA.
En los escritos, la hermana del asesinado edil del PP Gregorio Ordóñez pide directamente al cardenal Parolin que la Santa Sede indague y abra una investigación en torno al papel que jugó la Iglesia en el País Vasco durante el azote del terrorismo de ETA. La presidenta de Covite, en este sentido, destaca la «indiferencia» del mundo eclesiástico hacia las víctimas y hasta denuncia la «connivencia de sacerdotes» con la violencia.
En la misma línea se dirigió a Blázquez, quien además gestionó la cita entre Urkullu y el secretario de Estado del Vaticano. Ordóñez sostiene a través de la misiva que la Iglesia española tiene una «deuda pendiente» con centenares de personas víctimas de la violencia de ETA que, en su momento, se sintieron «indignadas ante la actitud de la Iglesia». Por eso, exige «una revisión crítica» de las actuaciones por parte de la institución religiosa.
Plan del lehendakari
Consuelo Ordóñez critica, asimismo, la reunión en la que el lehendakari expuso los detalles de ese plan impulsado por su Gobierno y que busca abordar los problemas de la violencia terrorista en Euskadi. Sin embargo, en opinión de Covite, esta apuesta estratégica del Ejecutivo autónomo en materia de pacificación «se sustenta sobre la teoría del conflicto, esa que sostiene que ETA y el Estado fueron dos agentes que ejercieron la violencia ilegítima de forma sistemática».
La presidenta del colectivo muestra su «preocupación» en torno a las «promoción» en las más altas instancias de la Iglesia de un plan que, según Ordóñez, «difumina la responsabilidad del terrorismo de ETA». Teme, asimismo, que sea el propio Vaticano quien abra las puertas a esas ideas que están «envueltas en un engañoso eslogan de paz» y que «chocan frontalmente» con el derecho a la Justicia de todos los damnificados por la violencia.
Con estas dos últimas cartas, son ya cuatro los escritos remitidos al entorno de la Santa Sede para denunciar la reunión entre el lehendakari y Parolin. Días antes, el colectivo de víctimas envió sus quejas al ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, y al embajador español en la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga. En ellas, Covite consideró que «facilitar encuentros» en los que se promueva la citada «teoría del conflicto» supondría una «humillación a las víctimas del terrorismo», al tiempo que mostraría «una alarmante contradicción» en el Gobierno de España.
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