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L. PÉREZ
Lunes, 20 de febrero 2017, 06:43
-ETA ofrece desarmarse ahora a través de la intervención ciudadana. ¿Tan difícil es entregar los arsenales que le queden?
-El desarme es algo secundario en la decisión de desaparecer que tiene que tomar ETA. El problema es que están intentando plantear ese desarme como una forma de llegar a una especie de acuerdo; algo que solo retrasa el final, lo que afecta fundamentalmente a los presos. Si yo me hubiera atenido al colectivo, hoy seguiría en la cárcel.
-¿Es factible mantener la sigla de la organización sin disolverse?
-Lo más sensato es que el material que aún controlen lo deshagan por la vía que sea y escenifiquen que ya nadie más va a poder utilizarlo. Y es imprescindible que haya un final de ETA, que ETA anuncie su desaparición y que haga una reflexión crítica sobre su pasado. Que pueda haber una 'ETA civil' es una ocurrencia. Si no has pretendido seguir con HB porque era una organización ilegalizada, cómo vas a hacerlo con una ETA que continuará siendo ilegal. ¿Quién sostiene eso? ¿Quién va sostener económicamente a una organización ilegalizada? Vamos a ser serios.
-¿Continúa siendo militante de la izquierda abertzale?
-Ideológicamente sigo situado ahí, sigo siendo abertzale y socialista. Y deseo una Euskal Herria independiente, aunque sé que es difícil en esta Europa. Pero no me sitúo en las estructuras políticas de la izquierda abertzale, porque en su funcionamiento son una continuidad de lo anterior. Tiene que haber una izquierda abertzale amplia, abierta, participativa, con una renovación real. Pero Sortu sigue con la misma mentalidad de antes. Ha metido a alguna gente joven, pero manteniendo a las mismas personas que han llevado al desastre a la organización y llevan cantidad de años liberados dentro del movimiento.
-¿Qué le sugiere Podemos?
-La izquierda abertzale ha sido capaz de aglutinar muchos movimientos sociales y hacerlos a su manera: si no se controlaban, no se participaba. Si hubiera apoyado el 15-M, el Boulevard habría estado lleno. Que haya surgido un partido al que ha votado mucha gente, también de la izquierda abertzale, ha sido algo nuevo, una reacción. Se ha abierto un espacio donde mucha gente puede sentirse representada fuera de los parámetros tradicionales. Yo no he votado a nadie, tampoco al PNV (ríe).
-¿Se siente un hombre libre?
-Sí. Me he sentido libre incluso cuando me han llevado esposado de pies y manos, con el cuerpo agarrotado en una pequeña celda con los gendarmes. Ha sido importante para mí ser consecuente con lo yo que pensaba.
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