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A. G. E.
Domingo, 23 de abril 2017, 10:56
Iván Ramos y su aita no han hablado nunca de lo que ocurrió en el atentado. «Es un tema tabú». De hecho, desconocía que fue su madre quien salvó la vida a Paco Echave, de 49 años, el padre del actual secretario general del PSE de Portugalete, Gorka Echave. Él mismo le contó hace unos días cómo, aquella noche, Maite Torrano estaba dentro de la sede socialista mirando hacia la calle, apoyada en la barra y vio llegar a los agresores. «Mi ama tuvo el instinto de empujar a Paco cuando vio que tiraban uno de los cócteles y el artefacto le impactó a ella. Hasta qué punto no hemos hablado mi aita y yo, que ha sido ahora cuando me he enterado de esto», relata con emoción.
Gorka Echave ocupa el mismo cargo que tuvo su padre y hoy después de tantos años reconoce que todavía le duele mirar hacia atrás. Han sido épocas muy duras de acoso, amenazas, manifestaciones, compañeros asesinados, olvido de las víctimas... De aquella noche recuerda que estaba de permiso de fin de semana del servicio militar que cumplía en Mallorca. Como muchos sábados, había salido con su hermano y las novias, y poco antes de las diez y media dudaron si pasar por la casa del pueblo o ir directos a las fiestas de San Jorge en Santurtzi. «Al final no pasamos por la sede ni nos enteramos de nada. Hasta que llegamos a casa a las 5.30 de la mañana y vimos a ama levantada, cosa extraña porque nunca nos esperaba. ¿Qué habrá pasado para que ama esté ahí?, pensamos. Según le miramos vimos sus ojos rojos de llorar y solo sabía decir 'ir a ver a aita, ir a ver a aita'. Nos lo encontramos en la cama con la cara y los brazos vendados», relata. No recuerda lo que se le pasó por la cabeza en aquel momento, pero sí que se dio media vuelta y se marchó. «No sé ni cómo ni a dónde fui, pero lo que sí recuerdo es que me quedé como en shock. Estuve tres meses sin hablar», explica.
A su regreso a Mallorca, le cayeron innumerables arrestos por su silencio. Nadie sabía lo que le había ocurrido hasta que un día entrevistaron a su padre en Hora 25, un mando militar lo escuchó e hiló los apellidos. «Me gané una buena bronca por no haber dicho nada. En ese momento empecé a hablar y ahí se acabaron los arrestos», cuenta. Al poco ocurrió el atentado de Hipercor. Era el único vasco en el cuartel «y tuve que oír aquello de 'vascos asesinos, vascos hijos de puta'. Yo no sabía ya qué hacer, en mi pueblo nos querían matar a mi padre y a mí, y allí me llamaban de todo...», se lamenta.
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