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PPLL
Viernes, 29 de septiembre 2006, 06:45
Lo terrible, desasosegante, inquietante; lo que desquicia pero al mismo tiempo te anestesia en seco es que en esta película danesa todo parece suceder de una manera natural, lógica, tradicional, atávica. Como si la forma de actuar de todos y cada uno de sus ambivalentes, ambiguos y muy cabrones personajes estuviera grabada en su ADN desde el principio de los tiempos en el sur de Jutlandia. El que el padre de Allan quiera suicidarse cada cinco minutos, el que la madre tome pastillas y más pastillas para desconectar, el que Allan piense que es normal hacerle jueguecitos eróticos a papi para consolarle, el que un médico cualquiera, un generalista sin más, decida el ingreso de la hermana en un frenopático, son cosas que se aceptan porque todos suponen (mejor dicho, han aprendido) que así ha sido desde siempre, es y será.
The Art of Crying es de una frialdad tal que deja al espectador con el alma desprendida. De una frialdad elegida, asumida y llevada al límite con todas sus consecuencias. No, no piensen en Lynch. No es eso. No es esa clase de mundo malsano. Aquí EL MAL (mayúsculas y admiración) ha tomado posesión de almas y cuerpos. Y esos cuerpos, esas almas, ignoran que es así. Lo Horrible es ya carne de su carne.
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