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«Los menores inmigrantes vienen para labrarse un futuro y tienen miedo a no ser aceptados»
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«Los menores inmigrantes vienen para labrarse un futuro y tienen miedo a no ser aceptados»

«Gipuzkoa antes era zona de paso a Francia. Ahora se quedan más» «Quieren trabajar con 4 años y les cuesta aceptar que aquí no pueden»

JUANMA VELASCO

Domingo, 5 de noviembre 2006, 02:33

SAN SEBASTIÁN. DV. Los menores inmigrantes que llegan a Gipuzkoa en situación de desamparo tienen un objetivo: «Labrarse un futuro, intentar salir adelante y enviar dinero a casa».

En su mayor parte son varones, con una media de edad de 14-15 años. «El que abandona a su familia no lo hace porque quiere, sino porque tiene unas carencias. A la mayoría sus padres les ayudan a salir fuera», afirma Edurne Uranga, juez de menores.

Según los datos que maneja la educadora María José Gorro- txategi, «ahora se quedan en Gipuzkoa más que antes. Antes, esta era una zona de paso hacia Francia. Y ahora se quedan porque aquí tienen unos recursos para estudiar, para formarse y creen que tienen posibilidades para salir adelante».

En opinión del miembro de SOS Racismo Peio Aierbe, «entre ellos funciona mucho el boca a boca. ¿Vienen más o menos? Si les atendemos bien, van a venir más por el efecto llamada. Entonces, ¿qué hacemos? ¿les atendemos mal? Lo que hay que hacer es cumplir la ley. Los defensores del pueblo autonómicos han elaborado un informe en el que piden que la atención a los menores inmigrantes sea similar en todas las Comunidades Autónomas. No puede haber unas CC AA que sobre todo maltraten para ver si el menor se va a otra. Hay que tender a que el tratamiento sea similar entre las CC AA. Ahora, hay un cierto flujo de chavales que piensa que aquí se les atiende mejor que en otros lados. Lo que no impide que yo diga que aquí no se atiende bien».

Trabajar a los diez años

La mayoría quiere llegar y ponerse a trabajar. «Les explicamos que hasta los 16 años no pueden entrar en el mercado laboral y lo aceptan, aunque con dificultad. Muchos no entienden que en su país hayan trabajando con diez años, doce y catorce horas, y que a aquí sólo les permitamos formarse».

En este apartado, la magistrada Uranga considera que «la regulación de los permisos de trabajo y de residencia son fundamentales para evitar que se conculquen aquí sus derechos laborales».

En los casos en que el menor inmigrante entre en el recurso residencial, en pisos gestionados por entidades como las que dirige Gorrotxategi, «muchos se forman en centros de FP. Les gusta la fontanería, la soldadura... Algunos, como tienen necesidad de trabajar, piden que les dejen hacer dos años de formación en uno y les ayudan proporcionándoles prácticas antes de tiempo. Nos dicen que están contentos con estos chavales», afirma la educadora.

Gorrotxategi recuerda el caso de un joven que aprendió castellano y sacó a la primera cuarto de ESO el primer año que estuvo tutelado en Gipuzkoa, o el de otro que actualmente está estudiando bachillerato y que, aunque superará los 18 años, «tendrá derecho a una prórroga en su tutela y podrá continuar en el piso en el que vive».

En los pisos de acogida que gestiona, en los que se tiende a una proporción de tres menores extranjeros por seis autóctonos, «los inmigrantes tienen un plan de vida, un objetivo de formarse para lograr un trabajo y han aportado a los chavales de aquí esas ganas por tener objetivos».

«Incluso -añade Gorrotxategi- he visto chavales que han salido muy bien, que llevan una vida súper organizada y nosotros les utilizamos como ejemplo para otros. Recurrimos a ellos como medida educativa y les pedimos que se lo lleven al cine. A los que están empezando les muestran que hay un camino».

No todo son aspectos positivos. «Existen dificultades, como con los chavales de aquí. Tanto delinquen unos como otros. En el caso de los inmigrantes, se une el miedo a no ser aceptados. A veces por la calle, pueden ser lo agresivos que puedan ser, pero ellos también se encuentran con situaciones en que se les insulta por el hecho de ser diferentes. La frase puto moro se la dice cualquier chaval y eso puede hacer que pierdan el control».

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