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BEATRIZ LIRIO
Jueves, 16 de noviembre 2006, 10:00
TOLOSA. DV. Cuando todavía resuena el eco de las conclusiones a las que han llegado los expertos en las Jornadas de SOS Racismo, que acaban de celebrarse en la villa, y aún perdura en la mente de los vecinos la incertidumbre social y los problemas, que se han derivado del centro de urgencia de menores de inmigrantes de Tolosa, la educadora social, Shandra Diego analiza la actual realidad de estos menores extranjeros no acompañados «porque se dijeron y se han dicho muchas cosas que no son ciertas», precisa esta donostiarra que lleva cinco años trabajando con menores inmigrantes y ha sido una de las educadoras del centro de menores de Tolosa.
- ¿Qué es lo que ha pasado realmente en el centro para que se haya formado tanto revuelo?
- Algo que ya se veía venir y está en relación a la capacidad y a las condiciones del centro como tal. El centro se abrió a principios de octubre del año pasado y estaba considerado como de segunda urgencia pero muy pronto, hacia marzo, pasó a ser de primera urgencia ¿qué significa? que el centro acoge a chicos de todo tipo; es decir que están los que se suponen vienen directamente con lo puesto desde sus países de origen sin haber pasado por otros centros, los que ya han estado en la calle y tienen la piel más curtida, los que trae la Policía detenidos, los que, incluso, se han escapado de otros centros, etc. Es una potente mezcla de chicos entre 14 y 18 años, cada uno con una historia y con un problema diferente a los que Diputación junta a todos en un mismo edificio sin diferenciar sus respectivas necesidades y ahí radica el problema.
- ¿Cuántos menores empezaron en el centro de Tolosa?
- Al principio, llegaron ocho chavales pero pronto nos vimos desbordados porque pasaron a ser 21 y tampoco el centro estaba acondicionado para tantos. Esa frustración de los chavales cuando llegan aquí y se sienten mal vistos porque, seamos realistas, no son bien acogidos y no se atiende a sus necesidades concretas lleva a los menores a la desesperación y a descubrir que si el futuro ya era muy negro en su país de origen, en el de acogida no lo va a ser menos. Esta cruda realidad a la que están sometidos se convierte en enfado y en reacciones violentas. Yo no les voy a defender porque hay de todo y es cierto que algunos, no todos, esnifan y pueden llegar a ser agresivos. Pero también un joven de aquí puede igualmente drogarse y ser agresivo y no por ello se juzga a todos los jóvenes de aquí. La diferencia es que en el caso de estos menores extranjeros la ciudadanía ya les ha juzgado previamente y por dos o tres, a todos les han puesto en el mismo saco de delincuentes y eso no se ajusta a la verdad.
- Algunos de los que están en el centro vienen ya de otros en Cataluña.
- Sí, ya vienen rebotados de otros centros de los que se han escapado por temor a que la Policía les arreste y los envíe, de nuevo, a su país de origen. Por ley no pueden enviarlos a sus respectivos países porque son menores y se supone están protegidos pero los chavales me cuentan que en muchos centros, tanto de Barcelona como en Madrid, duermen con las ventanas abiertas porque en cualquier momento del día o de la noche puede entrar la Policía y llevárselos. Por eso vienen aquí, al País Vasco porque saben que, de momento, aquí esto no pasa.
- Se insiste en que estos menores necesitan de la documentación necesaria para que su integración se lleve de una manera normal, tanto en el plano educativo, como en el social.
- Sí, es importante que cada chaval tenga su respectiva documentación porque, al fin y al cabo, es su identidad. Necesitan su certificado de nacimiento, también el empadronamiento en el país de origen, el DNI de su padre y de su madre, la autorización paterna, el empadronamiento del país de acogida, la orden foral, el libro de familia y para los menores de 16 años su certificado de escolaridad. Toda esta documentación han de tenerla antes de que cumplan los 18 años porque si llegan a la mayoría de edad sin sus papeles están en situación irregular y entonces sí pueden enviarlos a sus países.
- La llegada de estos jóvenes inmigrantes a Tolosa ha creado incertidumbre y un gran malestar. En su opinión, ¿ha sido justificada esta 'alarma social'?
- Se han sacado las cosas fuera de contexto. Creo que la gente tiene derecho a saber que lo que se ha dicho y escrito respecto a estos chavales no ha sido del todo cierto. Ellos se han sentido juzgados y dolidos. Ninguno clavó una navaja a un guardia de seguridad tal como se dijo, ni tampoco prendió fuego en el centro, sino que lo que se quemó fue un colchón. Reitero que no les defiendo porque en el grupo hay de todo. Los perfiles son muy diferentes y soy la primera en sancionarles y denunciarles si alguno de ellos comete un delito, al igual que también lo haría con un chico de aquí.
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